Casos de sicariato, asaltos, homicidios y un amotinamiento han abierto la interrogante: ¿Loja continúa siendo una ciudad segura? Aquí el análisis.
Durante los últimos ocho meses, las calles de Loja han dejado de ser las mismas, pues, unos sinnúmeros de hechos han ocurrido en la denominada ‘ciudad más segura del Ecuador’.
Cuatro crímenes violentos en tan poco tiempo, sin contar reportes de robos, casos de bombas y quemas de vehículos, cambiaron la perspectiva del lugar en el que ‘nunca pasaba nada’.
Ante el preocupante panorama, la Policía Nacional, ha manifestado que a diario se desarrollan los operativos necesarios para mantener el orden y seguridad.
Sicariato
El 19 de noviembre de 2021, tres disparos a la altura de la cabeza y brazo terminaron con la vida de Edwin Eduardo D. P., de 59 años de edad, quien se encontraba almorzando con una amiga en la parroquia El Valle, sector Motupe, a la altura de la entrada al cementerio del lugar.
Según testigos presentes, mientras la pareja se alimentaba, llegaron dos hombres en una motocicleta y procedieron a disparar a la víctima, provocándole la muerte instantánea. Al lugar llegó personal de criminalística que verificó sus documentos personales, dinero, tarjetas de crédito, dos vainas percutidas, tres vainas sin percutir y un terminal móvil.
Casi seis meses después, Ángel Erreyes Quezada, exalcalde de Yantzaza (Zamora Chinchipe), fue asesinado en su domicilio en San Cayetano, bajo la misma modalidad de sicariato.
El crimen ocurrió la noche del domingo 8 de mayo de 2022. Según los reportes de la Policía, un grupo de delincuentes irrumpió en la casa de la víctima, aprovechando que la puerta estaba abierta. Durante el ataque, Erreyes recibió siete impactos de bala que acabaron con su vida inmediatamente, además, la madre del exfuncionario también resultó herida de bala en una pierna.
Amotinamiento en la cárcel
El primer amotinamiento en el Centro de Rehabilitación Social de Loja se registró la mañana del viernes 1 de julio de 2022. Un grupo de reclusos emboscó a personal administrativo y a servidores del Cuerpo de Seguridad y Vigilancia Penitenciaria, quienes requisaban objetos prohibidos. En ese momento, los reclusos reaccionaron con violencia, entre internos, dejando un reo fallecido y tres heridos.
Días atrás, familiares de los PPL y autoridades, como el exgobernador, Mario Mancino, advirtieron y reclamaron la llegada de reos de alta peligrosidad desde otras cárceles del país, siendo que la mayoría provenían del Turi y Santo Domingo, lugares donde en los últimos meses se produjeron masacres que dejaron 20 y 44 reos muertos respectivamente.
Debido a lo suscitado, 30 reos han salido de Loja hacia otras cárceles del país en los últimos días, para evitar que se sigan provocando disturbios.
Asesinato y suicidio
Trascurridas un poco más de 24 horas del amotinamiento en la cárcel, los vecinos de la avenida Zamora y calle Segundo Puertas se alarmaron tras el reporte de un asesinato y posterior suicidio en una academia de inglés de la zona.
Según la primera información proporcionada por la fiscal, María Antonieta León, un hombre, que permanecía en una reunión en el instituto, realizó varias detonaciones, matando a uno de los presentes e hiriendo a otras dos personas. Una mascota también fue alcanzada por una de las balas y falleció.
Posteriormente, diario LA HORA conoció que antes de este evento, se realizaba una reunión de socios, pactada inicialmente para llevarse a cabo de forma virtual, sin embargo, por pedido de Manuel Gallo (persona que habría iniciado el tiroteo), se realizó de manera presencial con cuatro socios en las instalaciones del Instituto. Según testigos, Gallo procedió a disparar directo a las víctimas por posibles problemas económicos y de manejo de la academia.
Al caso se suma un proceso legal que acusa a Gallo de violación contra un menor de edad en Estados Unidos, cuando se desempeñaba como sacerdote, al cual nunca respondió, pues se encontraba prófugo en Ecuador por algunos años e incluso fue docente de inglés en el WEI English Institute, ubicado en Loja, donde fue accionista y acabó con su vida y la de su socio.
Dicha investigación había quedó en suspenso, pero se reabrió en julio de 2015. Semanas posteriores, Manuel Gallo en una entrevista telefónica admitió que cometió el delito, pero lo calificó como ‘error’. “Una cosa de lo que soy consciente es que él era en ese momento un adolescente y es un gran error para mí, pero no lo obligué a hacer nada que no quisiera, era lo suficiente mayor, creo que sí me atraía”, señaló en tal entrevista.
Conclusión
Lo ocurrido abre la interrogante de la colectividad sobre el porte de armas de fuego, problemas de salud mental y accionar de las autoridades en el tema de inseguridad.
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