De la Corte Nacional a la Suprema Corte

De la Corte Nacional a la Suprema Corte
PROGRAMA. Constan el Dr. Gerónimo Ruiz; Dr. Fausto Moreno Sánchez y Dr. Manuel Armijos.

Si en Ecuador hubiera una Contraloría capaz de hacer una auditoria a la enorme inversión hecha respecto a la reforma judicial, las glosas serían muchísimas. El criterio judicial no se ha unificado, por lo tanto, el concepto de justicia es un vaivén del tipo de sociedad del momento.

“Este es un problema estructural en su conjunto de la administración de justicia que es parte de la superestructura de la sociedad ecuatoriana” afirma el Dr. Fauto Moreno Sánchez, abogado en libre ejercicio, en el programa Expresión Polítika, que se transmite todos los sábados a las 07:30, gracias a la alianza informativa: Diario La Hora, Radio Planeta y SR Radio.

Puntualiza que los actores políticos y grupos sociales han opinado sobre los grandes problemas de la administración de justicia, los cambios se han implementado, pero ninguno ha partido del diagnóstico de la realidad de nuestra justicia y dando como resultado que ninguna de ellas ha permitido al país gozar, hasta ahora, de una administración de justicia independiente, eficaz, eficiente y transparente.

De su parte, Gerónimo Ruiz, representante del Colegio de Abogados de Loja, afirma que en la actualidad no hay una homologación del concepto de justicia; y, esa falta de homologación, tenerla en el sector institucionalizado, ha generado conflictos, porque es en la decisión y nombramiento de los jueces lo que genera este tipo de conflictos, como los que hemos vivido con el hábeas corpus.

El Jurisconsulto expresa su preocupación sobre la Corte Constitucional: “que sigue y sigue generando sentencias y generando criterios de interpretación de la constitución; y, que difiere mucho de las sentencias de los propios jueces de primer nivel, entonces, el criterio judicial no se ha unificado, por lo tanto, el concepto de justicia es un vaivén del tipo de sociedad que se genera del momento”.

Mientras que Manuel Armijos, funcionario de la Corte Provincial de Justicia en Loja, indica que “precisamente la justicia ha dejado hacer justicia, quizá en un 80%, desde la intromisión política que la hizo el gobierno del correísmo, cortando de un solo tajo las aspiraciones de conseguir la independencia de sus funciones, una independencia en sus fallos, una independencia económica y la de independencia en la toma de sus propias decisiones”.

Manuel Armijos considera que en el correato, la justicia estuvo dirigida por un ingeniero eléctrico, que no tenía el más mínimo conocimiento de lo que signifique la estructura judicial, desde ese punto de vista comenzaron a llevar las cosas con hilos, es decir, buscando aferencia, amistades o lo que sea, menos buscando la capacidad e intelecto que debe estar ahí, porque la justicia es una institución que tiene que controlar los desmanes, los errores de todos los demás poderes, por si alguna persona del ejecutivo o legislativo cometió una gravedad, en cuanto a sus funciones, es la justicia la que tiene que hacerlo pagar sus errores, una justicia limpia, una justicia que sea oportuna, una justicia que sea intelectual, no una justicia que sea copia y pega”.

De la Corte Nacional a la Suprema Corte
JUSTICIA. El control del Poder Judicial se ejecutó con una planificación milimétrica y utilizando las Leyes de Montecristi.

De reclutas a magistrados de

la Corte Nacional de Justicia

El problema del Poder Judicial y de la Justicia, se halla en las leyes de Montecristi, cuya interpretación se fundamenta desde el punto de vista netamente político: organización, operatividad y administración de la palabra jurídica del Estado a nombre del pueblo ecuatoriano.

Las Leyes de Montecristi (Constitución y leyes secundarias), han acondicionado el terreno para edificar un sistema judicial, propio para la autocracia y control social de una sociedad. No hay cabos sueltos, el fin es netamente político.

Es allí donde aparece el Concejo de la Judicatura, que a través de la meritocracia (títulos académicos), establecen el orden de necesidad política de hacerse del control absoluto del poder judicial, mediante el enrolamiento de reclutas políticos profesionales que sirvan a la causa del partido y líderes ideológicos que hicieron posible su ingreso.

El control del Poder Judicial se ejecutó con una planificación milimétrica y utilizando las leyes de Montecristi, que tenían como meta la manipulación de la justicia. Para lograr dicha meta en la línea del tiempo, era imprescindible crearle un estigma falso a la carrera judicial, para acabar con la decencia jurídica y establecer un maremágnum judicial. Logros conseguidos mediante la Judicatura y los famosos concursos de méritos.

La destrucción de la carrera judicial tiene profundidades políticas que hoy hemos observado, fallos judiciales que distorsionan y crean nuevas realidades; verdades interpretadas sin ningún soporte de verdad y lógica de los hechos producidos o juzgados. Esta manipulación se la observó con el HABEAS CORPUS para un sentenciado.

En fin, el modelo de Justicia de las leyes de Montecristi, al parecer seguirá vigente, sino no se producen cambios a mecanismos jurídicos institucionales, que han causado el desorden y actos de aberración de justicia, como es la metodología de la meritocracia, frente a lo sensato de la carrera judicial, donde el verbo jurídico tendría niveles de seguridad de aplicación basado en la experticia e ilustración de la doctrina y no como ocurre con la meritocracia, la orden política al juez en beneficio del líder político.

 

TOME NOTA

Puede revisar la última emisión de Expresión Polítika en el siguiente enlace: https://bit.ly/3KBrUge.