Cuando el duelo se hace crónico y perdura el llanto, negación, ira, resentimiento y depresión, se puede buscar ayuda profesional.
A pesar de la llamada ‘Ley de vida’, en donde se espera que los hijos enterremos a nuestros padres, nadie está preparado para la pérdida de quien representa el origen de la vida. Con esta muerte empieza un terremoto de conmociones directas al corazón que lleva a replanteamientos existenciales. Si al morir la madre, ya murió antes el padre, se iniciarán además otros duelos, entre ellos el de la ‘casa familiar’, en donde el sujeto tiene que cerrar un ciclo vital.
Sara Pozo Vintimilla, psicóloga general y magíster en Neuropsicología, Inteligencias Múltiples y Mindfulness, manifiesta que ante esta situación será normal que nos invadan sentimientos de apatía, tristeza, culpa, desesperanza, angustia, vivencia de orfandad, desprotección, miedo, disfunciones relacionadas con el sueño, apetito y rutinas cotidianas, ansiedad y mucho miedo a la soledad por haber perdido el único vínculo que parecía ser indestructible.
Lo que más se necesita es compañía, apoyo y tiempo para hablar, llorar y expresar lo que se siente. Es un buen momento para apoyarse con el resto de los familiares que están también sobrellevando la pérdida y que pueden comprender con exactitud lo sucedido. Con el pasar de los días, será vital reacomodarse al nuevo escenario donde ella no estará más.
Se ha comprobado como la paciencia, fe, esperanza y resiliencia son cualidades mentales que marcan una gran diferencia entre los procesos de los dolientes que las tienen desarrolladas y quienes no. Frete a ello, Sara señala que, para afrontar este proceso, a veces se puede solo, pero otras veces se necesita ayuda profesional y no se debe esperar a que pase el tiempo, ya que este no cura la pena, ni la tristeza, ni la depresión.
En entrevista con diario La Hora, la profesional de la Psicología ofreció más detalles para superar la pérdida de una madre.
¿Cómo preparar a un niño para la muerte de su mamá en caso de enfermedades terminales?
Todo ser humano nace capacitado para superar experiencias de pérdida de forma natural. De hecho, los niños suelen ser quienes mejor trascienden estas experiencias, puesto que sus constructos mentales son menos apegados al ego.
Es un buen momento para ayudarle a descubrir al niño, a través de experiencias, su connotación espiritual. Hacerlo parte del proceso desde el inicio, responder sus dudas con claridad y compasión, nombrar la muerte sin usar otros términos que lo confundan o llenen de esperanzas que no existen, dejarle en claro que la muerte es irreversible, propiciar espacios de tiempo de calidad entre el niño y su madre, preguntarle cómo se siente y aceptar la manera en la que expresen su dolor.
Cuando suceda la pérdida, es necesario informarle al niño lo antes posible del fallecimiento, no ocultarlo. Se suele pensar que los niños no entienden o no saben lo que sucede, cuando en realidad, tienden a darse cuenta de todo. Será vital también hacerlos parte de los ritos fúnebres. Y a partir de ahí, estar física y emocionalmente disponibles para sostenerlo.
¿Cuánto dura el proceso de recuperación?
El proceso empieza durante el velorio. Se ha comprobado que es allí en donde se empieza a elaborar psicológicamente el duelo, porque es donde se constata la realidad de la pérdida ante otros. Las ceremonias funerarias son espacios sociales reconocidos para validar nuestras emociones y recibir consuelo, apoyo y sostén.
A pesar de que el afrontamiento de los duelos implica cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, la forma de vivir el duelo es única en cada persona. Cada uno tendrá sus dudas, preguntas y miedos, pero lo que es común a todos los dolientes es el sentimiento de desamparo para afrontar una vida que ha cambiado y ahora es un reto.
Es posible que algunas personas queden atrapadas en cualquiera de estas fases. Generalmente, la mayor parte se hunde en la depresión: tristeza y dolor por la pérdida, no lograrán continuar con su vida y avanzar, se quedan detenidas en el velorio eterno, en la falta y en el sufrimiento.
Hay otras personas que, en cambio, atravesarán las distintas etapas del proceso y llegarán a la aceptación al volverse a conectar con el ser querido de otra manera, pero con la aceptación de que ya falleció y no está aquí.
¿En qué casos es necesario ir a terapia?
Cuando el duelo en estas personas se hace crónico y perdura el llanto, negación, ira, resentimiento y depresión, es necesario recordar que siempre se puede buscar ayuda.
La psicoterapia se convierte en una alternativa profesional idónea para sostener, acompañar y guiar el proceso difícil para el doliente. Podrá liberarse de culpas y remordimientos, hacer las paces consigo mismo y la historia con el difunto, crear un nuevo mindset más eficaz para afrontar la pérdida, recobrar su esperanza por el futuro, hacerles frente a las emociones displacenteras y ejecutar acciones hacia la vida que quiere construir.
Se considera un duelo elaborado cuando empezamos a recordar al ser querido como lo conocimos en vida y no a su muerte. Cuando recuperamos el valor y sentido para la vida, aunque estuvo devastada por la muerte de ese ser querido.
¿Consejos para que la pérdida de una madre sea más llevadera?
Vivir el duelo implica trabajo y esmero, pero les asegura recuperarse emocionalmente y es el mejor camino para superar la depresión por la pérdida de un ser querido. Es importante dedicarse el tiempo necesario para transitar el proceso de duelo sin apuros ni exigencias. No aislarse, uno de los propósitos de la tristeza es conectarnos y reconectarnos con la comunidad a la que pertenecemos. Hablar de lo que sientes y no esperar a que pase demasiado tiempo o que el dolor sea insostenible para pedir ayuda.
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TOME NOTA
Los niños son quienes mejor trascienden la experiencia de la pérdida de una madre.
EL DATO
Afrontar el duelo conlleva cinco fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.