Alba Cabrera, primera patóloga que llegó a Loja

Alba Cabrera, primera patóloga que llegó a Loja
PRECURSORA. La médica marcó un precedente a favor de la equidad educativa.

Se convirtió en la primera mujer a nivel nacional en ocupar el puesto de dirección de un hospital.

En un hogar prístino, ejemplo de ética y solidaridad, nació en 1933 la médica lojana Alba Isabel Cabrera Bayancela, hija de Benigno Cabrera y Margarita Bayancela González. Tiene una hermana llamada Esperanza, quien reside desde hace muchos años en la ciudad de Cuenca.

Alba Isabel es casada con el doctor Rubén Ortega, padre de sus dos hijas: Lucía Ortega (especialista en Dermatología), y Judith Ortega (arquitecta). Tiene cinco nietos y dos bisnietos, a quienes recuerda con estima.

Hizo sus estudios primarios en el Colegio “Santa Mariana de Jesús”, y los secundarios en el Colegio “Bernardo Valdivieso”, donde fue electa Reina de la Institución. Su pasión por la Medicina la motivó a viajar a Quito para ingresar al Colegio Experimental 24 de Mayo, establecimiento que la incorporó como bachiller. Por su parte, los estudios de tercer nivel los realizó en la Universidad de Cuenca, luego, en la Universidad de Guayaquil, donde se graduó como doctora en Medicina y Cirugía.

Cabe mencionar que, por recordarse 100 años de vida profesional de Matilde Hidalgo, las lojanas Alba Cabrera, Mercedes García, Teresa Sánchez y Mercedes Palacios, fueron homenajeadas por parte de la Asociación Iberoamericana de Mujeres Empresarias (AIME) capítulo Loja, entidad liderada por Martha Machado. El evento solemne tuvo lugar en el mes de noviembre de 2021.

En entrevista con diario La Hora, Alba Cabrera cuenta sus principales pasos dentro de la Medicina y conquistas sociales.

FAMILIA. Alba Isabel Cabrera y su esposo Rubén Ortega.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

En mi hogar nunca faltaron valores como el respeto y afecto. Mi padre siempre estuvo pendiente de nosotras y nos apoyó en las buenas decisiones. Nos inculcó el valor del estudio y nos enseñó cosas fundamentales para la vida. Esto me motivó a escribir una pequeña autobiografía donde cuento varias experiencias que tuve con mi papá y mamá.

Las personas de antes eran más conservadoras y no veían con agrado el estudiar en un establecimiento mixto. En mi caso particular, hice caso omiso a estas opiniones e ingresé al Colegio “Bernardo Valdivieso”, ya que tenía un propósito que cumplir.

¿Cuándo despertó su vocación por la Medicina?

Siempre me gustó, pese a que en Loja no se ofertaba esta carrera. En aquel entonces, muy pocas mujeres ejercían como doctoras, debido a que las oportunidades para nosotras eran demasiado limitadas. Recuerdo que en nuestra ciudad había únicamente dos mujeres desempeñándose en esta área: Matilde Hidalgo, quien se convirtió en la primera médica nacional, y la doctora Lola Samaniego.

Considero que Matilde Hidalgo hizo un trabajo impresionante, porque logró que las mujeres tengamos la posibilidad de profesionalizarnos en esta área. Gracias a su incesante labor, pude acceder a una matrícula universitaria, logrando mi título en el año de 1961.

También debo comentar que Solca de Guayaquil, que era la matriz a nivel nacional, me concedió una beca para estudiar la especialidad de Patología en el Instituto Nacional de Cáncer, lo que me llenó de infinita emoción.

¿Cuáles fueron sus principales retos al estudiar Medicina?

Al inicio tuve muchos temores e inseguridades, porque creía que reprobaría materias, no obstante, gracias a Dios todo fluyó sin complicaciones.

Recuerdo que en segundo año fui la única estudiante que compartía clases en un curso lleno de varones, ya que eran pocas las mujeres que se decidían por esta profesión, considerada para hombres en aquel tiempo. Había profesores que eran machistas y que creaban un panorama desalentador, sin embargo, no tenía más opción que lidiar con los comentarios desatinados y continuar con mis propósitos.

La Medicina no es una carrera fácil. Requiere de muchos sacrificios y horas de preparación para ser un buen elemento.

HOMENAJE. Al igual que otras tres lojanas, fue homenajeada en honor a Matilde Hidalgo.

¿En qué instituciones ha ofrecido sus servicios?

Tras mi retorno de Guayaquil, me desempeñé como la única médica de Solca en Loja. Laboré en esta Institución durante 14 años, hasta que se inauguró el Hospital Isidro Ayora, donde ingresé a trabajar como patóloga. Fui directora de esta entidad a lo largo de cinco años, convirtiéndome en la primera mujer a nivel nacional en ocupar el puesto de dirección de un hospital. También ejercí como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Loja (UNL).

Me siento orgullosa porque le dediqué 44 años de mi vida a esta actividad. Ayudé a muchas personas de Loja y de otras partes del país que requerían de asistencia médica.

¿Qué enseñanzas le deja esta profesión?

Demasiadas. Me enseñó a preocuparme por los demás, a desarrollar mis capacidades y a tener espíritu de lucha.

Estoy contenta con el trabajo realizado. Mi dedicación me permitió ser la primera patóloga en Loja y la cuarta mujer médica en ofrecer sus servicios en esta ciudad.

 

 

TOME NOTA

La lectura es otra de las aficiones de Alba Cabrera.

EL DATO 

Es la primera patóloga auspiciada por el Instituto Nacional
de Cáncer de Guayaquil, y del Núcleo de Solca del Azuay.

EXTRACTO

“Las primeras médicas abrimos el camino para todas las
mujeres que querían estudiar esta carrera”.