Por: Byron Carrión
Ya sabemos qué es un testamento:
la declaratoria de amor a quienes quedan;
también está la ambicionada herencia
del finado, que pronto irá al firmamento.
Pero la intención es divertir, por eso pido
a quienes se tomen a pecho todo el texto,
que se recuerden que de eso se trata esto;
no es nada personal, ni acusación u olvido.
Han de participar los que ya han ganado;
es una rica oportunidad para aprovechar,
de quienes no participábamos por andar
ayudando al régimen a hacer su trabajo.
Que, si es de arrimar el hombro y la pala,
me hago herramienta y apoyo la minga,
y la unión de todos se convierta en rima,
sin olvidar que trabajamos por la jama.
Empiezo por enero, con cariño sincero,
el mes donde todos estamos con resaca
de haber comido y bebido con las masas,
sin olvidar decretos de «conflictos internos».
En febrero no solo se celebra el carnaval,
se despenalizó la eutanasia, pero los reos
la aplican para todos, y los prófugos, lejos,
operan las cárceles como cuartel del mal.
En marzo se pronostica radiación extrema;
se anuncian cortes de luz para finales de año,
pero la violencia e inseguridad van de largo,
se afirma que la «gente buena» es el problema.
El referéndum y consulta se definieron en abril;
el trabajo por horas y la opinión ajena a la cesta;
las demás preguntas fueron tristes propuestas;
se derrocha en caprichos por a un novato elegir.
En mayo hay «libre tratado» con el gigante chino,
pero seguimos obsequiándole recursos naturales,
es perjuicio hacia los pequeños negocios locales,
las políticas públicas salvaguardan a los ricos.
En junio nos prometieron renovar la cárcel;
como si ofrecer fuera enjuagar la alfombra,
y los convenios mineros en la provincia de Loja;
subieron los impuestos y vendieron nuestra sed.
Llegamos a julio con el aumento de combustible,
de epidemias, de basura en Galápagos, de muertes;
nuestros atletas olímpicos se destacan entre la gente;
por tanto, no toda herencia del viejo es algo terrible.
En agosto se cumplió un año del sí al Yasuní ITT,
ejemplo de unión de ecuatorianos para preservarlo;
todavía se mantienen operaciones para explotarlo;
engaños a comunidades amazónicas nos dividen.
No solo en septiembre comenzaron los incendios,
llevamos siglos de piromanía entre feligreses.
Sudamérica acechada por coleccionistas de pieles,
sabotean ecosistemas, pactan con los gobiernos.
Y en octubre, USA veta a los del influjo psíquico;
pacientes de enfermedades crónicas corren riesgo
de empeorarse o morir; la electricidad es sesgo,
mientras la familia del mandatario debe al fisco.
Los candidatos a presidente superan el número
de apóstoles, de estadísticas y promesas elitistas;
se escuchan los generadores en las esquinas,
en las calles de noviembre, el arte es arrullo.
Para diciembre, la paz y el amor son una fiebre,
importa si al final nuestro corazón tiene calma;
que no quede escrito en papeles, sino en el alma,
volver a casa es reparar con quien menos quieres.
No olvidar a nuestros seres desaparecidos,
son «solo» niños y millones de desamparados.
Hay guerras que siguen el mundo configurando;
¿Qué les esperan a quienes todavía no han nacido?
¿Por qué seguimos criticando, llorando y esperando?
También podemos ser, quienes, a pesar de estar rotos,
nos juntamos en pedazos para hacer un solo hombro,
un gesto de amor que no solo sea el de perdonarnos.
¡Felices fiestas y adiós, venerados conciudadanos!