A MIS HEREDEROS DEL 2024

Arte. Danny Sarango.

Por: Byron Carrión 

Ya sabemos qué es un testamento:

la declaratoria de amor a quienes quedan;

también está la ambicionada herencia

del finado, que pronto irá al firmamento.

Pero la intención es divertir, por eso pido

a quienes se tomen a pecho todo el texto,

que se recuerden que de eso se trata esto;

no es nada personal, ni acusación u olvido.

Han de participar los que ya han ganado;

es una rica oportunidad para aprovechar,

de quienes no participábamos por andar

ayudando al régimen a hacer su trabajo.

Que, si es de arrimar el hombro y la pala,

me hago herramienta y apoyo la minga,

y la unión de todos se convierta en rima,

sin olvidar que trabajamos por la jama.

Empiezo por enero, con cariño sincero,

el mes donde todos estamos con resaca

de haber comido y bebido con las masas,

sin olvidar decretos de «conflictos internos».

En febrero no solo se celebra el carnaval,

se despenalizó la eutanasia, pero los reos

la aplican para todos, y los prófugos, lejos,

operan las cárceles como cuartel del mal.

En marzo se pronostica radiación extrema;

se anuncian cortes de luz para finales de año,

pero la violencia e inseguridad van de largo,

se afirma que la «gente buena» es el problema.

El referéndum y consulta se definieron en abril;

el trabajo por horas y la opinión ajena a la cesta;

las demás preguntas fueron tristes propuestas;

se derrocha en caprichos por a un novato elegir.

En mayo hay «libre tratado» con el gigante chino,

pero seguimos obsequiándole recursos naturales,

es perjuicio hacia los pequeños negocios locales,

las políticas públicas salvaguardan a los ricos.

En junio nos prometieron renovar la cárcel;

como si ofrecer fuera enjuagar la alfombra,

y los convenios mineros en la provincia de Loja;

subieron los impuestos y vendieron nuestra sed.

Llegamos a julio con el aumento de combustible,

de epidemias, de basura en Galápagos, de muertes;

nuestros atletas olímpicos se destacan entre la gente;

por tanto, no toda herencia del viejo es algo terrible.

En agosto se cumplió un año del sí al Yasuní ITT,

ejemplo de unión de ecuatorianos para preservarlo;

todavía se mantienen operaciones para explotarlo;

engaños a comunidades amazónicas nos dividen.

No solo en septiembre comenzaron los incendios,

llevamos siglos de piromanía entre feligreses.

Sudamérica acechada por coleccionistas de pieles,

sabotean ecosistemas, pactan con los gobiernos.

Y en octubre, USA veta a los del influjo psíquico;

pacientes de enfermedades crónicas corren riesgo

de empeorarse o morir; la electricidad es sesgo,

mientras la familia del mandatario debe al fisco.

Los candidatos a presidente superan el número

de apóstoles, de estadísticas y promesas elitistas;

se escuchan los generadores en las esquinas,

en las calles de noviembre, el arte es arrullo.

Para diciembre, la paz y el amor son una fiebre,

importa si al final nuestro corazón tiene calma;

que no quede escrito en papeles, sino en el alma,

volver a casa es reparar con quien menos quieres.

No olvidar a nuestros seres desaparecidos,

son «solo» niños y millones de desamparados.

Hay guerras que siguen el mundo configurando;

¿Qué les esperan a quienes todavía no han nacido?

¿Por qué seguimos criticando, llorando y esperando?

También podemos ser, quienes, a pesar de estar rotos,

nos juntamos en pedazos para hacer un solo hombro,

un gesto de amor que no solo sea el de perdonarnos.

¡Felices fiestas y adiós, venerados conciudadanos!