La infelicidad

Ruby Estévez

La creamos nosotros mismos entre nuestro interior y lo exterior. Nos desagrada mucho lo que estamos haciendo, en el trabajo, hogar, por una persona, su forma de ser, actuar o por algún resentimiento. La energía que emanamos es tan dañina en sus efectos que nos contaminamos nosotros mismos y a los demás. . No somos capaces de dejar de hacer lo que nos molesta, no hablamos con la persona en conflicto, no expresamos lo que sentimos y peor dejar el negativismo que ha creado nuestra mente lo único que demostramos es un falso sentido de nosotros mismos. Actuar con energía negativa muchas veces nos sobrecarga, con el tiempo surge el dolor que nos llena de “infelicidad”, y este se extiende más rápido y fácilmente que la enfermedad. Somos una esponja, tan débiles que no detenemos este tóxico, aceptamos el resentimiento, mal humor, rabia que nos obliga muchas veces actuar ciegamente y con facilidad proyectamos a los demás. Le guardamos tanto tiempo que se vuelve una etiqueta mental que le permite a nuestro ego complacerse en la “infelicidad” fortaleciendo el sentido de separación con la persona que está junto a usted o con la acción, dolor o problema. Todo viejo patrón de resistencia nos hace sentirnos mal, no podemos vivir anclados a ellos, los defectos morales, nuestros sentimientos, pensamientos negativos no pueden causarnos tanta “infelicidad”, no podemos ser esclavos de malsanas pasiones. Si nos queremos, porqué no nos hacemos un examen interior para hallar las cualidades que debemos cultivar, los cambios de actitud que podemos hacer, entonces encontraremos el porvenir que debemos seguir, la labor que debemos emprender con perseverancia y energía. Grandes fracasos a diario ocurren por falta de reconocimiento sereno de nuestras propias imperfecciones; solo logramos ser inteligencias mediocres, sentimientos obtusos que nos llenan de “infelicidad” y hasta a la violencia. Si no tomamos en cuenta nuestras propias debilidades haremos que crezcan, echan raíces y se hagan habituales e irreparables. No debemos descuidarnos; diariamente debemos penetrarnos con mirada escudriñadora y severa en nuestro interior, repasando acciones y palabras saludables, reconociendo lo que tenemos de malo. Sin este conocimiento solo estaríamos defendiendo el derecho a ser inconscientes, a sufrir, que nadie lo va a quitar porque no es apetecible; pero una vez que nos demos cuenta de este cierto tipo de alimento que llevamos dentro, ya estamos enfermos, lamentándonos de palabra y pensamientos destructivos, viviendo solo de quejas que lleva consigo una carga pesada de negativismo convertidos en víctimas. Preferible corregirse a tiempo con voluntad podemos perfeccionarnos, no podemos seguir viviendo en el error por nuestra ceguera voluntaria. No podemos olvidar que el conocimiento de las faltas propias es el principio de la sabiduría.

Ruby Estévez

La creamos nosotros mismos entre nuestro interior y lo exterior. Nos desagrada mucho lo que estamos haciendo, en el trabajo, hogar, por una persona, su forma de ser, actuar o por algún resentimiento. La energía que emanamos es tan dañina en sus efectos que nos contaminamos nosotros mismos y a los demás. . No somos capaces de dejar de hacer lo que nos molesta, no hablamos con la persona en conflicto, no expresamos lo que sentimos y peor dejar el negativismo que ha creado nuestra mente lo único que demostramos es un falso sentido de nosotros mismos. Actuar con energía negativa muchas veces nos sobrecarga, con el tiempo surge el dolor que nos llena de “infelicidad”, y este se extiende más rápido y fácilmente que la enfermedad. Somos una esponja, tan débiles que no detenemos este tóxico, aceptamos el resentimiento, mal humor, rabia que nos obliga muchas veces actuar ciegamente y con facilidad proyectamos a los demás. Le guardamos tanto tiempo que se vuelve una etiqueta mental que le permite a nuestro ego complacerse en la “infelicidad” fortaleciendo el sentido de separación con la persona que está junto a usted o con la acción, dolor o problema. Todo viejo patrón de resistencia nos hace sentirnos mal, no podemos vivir anclados a ellos, los defectos morales, nuestros sentimientos, pensamientos negativos no pueden causarnos tanta “infelicidad”, no podemos ser esclavos de malsanas pasiones. Si nos queremos, porqué no nos hacemos un examen interior para hallar las cualidades que debemos cultivar, los cambios de actitud que podemos hacer, entonces encontraremos el porvenir que debemos seguir, la labor que debemos emprender con perseverancia y energía. Grandes fracasos a diario ocurren por falta de reconocimiento sereno de nuestras propias imperfecciones; solo logramos ser inteligencias mediocres, sentimientos obtusos que nos llenan de “infelicidad” y hasta a la violencia. Si no tomamos en cuenta nuestras propias debilidades haremos que crezcan, echan raíces y se hagan habituales e irreparables. No debemos descuidarnos; diariamente debemos penetrarnos con mirada escudriñadora y severa en nuestro interior, repasando acciones y palabras saludables, reconociendo lo que tenemos de malo. Sin este conocimiento solo estaríamos defendiendo el derecho a ser inconscientes, a sufrir, que nadie lo va a quitar porque no es apetecible; pero una vez que nos demos cuenta de este cierto tipo de alimento que llevamos dentro, ya estamos enfermos, lamentándonos de palabra y pensamientos destructivos, viviendo solo de quejas que lleva consigo una carga pesada de negativismo convertidos en víctimas. Preferible corregirse a tiempo con voluntad podemos perfeccionarnos, no podemos seguir viviendo en el error por nuestra ceguera voluntaria. No podemos olvidar que el conocimiento de las faltas propias es el principio de la sabiduría.

Ruby Estévez

La creamos nosotros mismos entre nuestro interior y lo exterior. Nos desagrada mucho lo que estamos haciendo, en el trabajo, hogar, por una persona, su forma de ser, actuar o por algún resentimiento. La energía que emanamos es tan dañina en sus efectos que nos contaminamos nosotros mismos y a los demás. . No somos capaces de dejar de hacer lo que nos molesta, no hablamos con la persona en conflicto, no expresamos lo que sentimos y peor dejar el negativismo que ha creado nuestra mente lo único que demostramos es un falso sentido de nosotros mismos. Actuar con energía negativa muchas veces nos sobrecarga, con el tiempo surge el dolor que nos llena de “infelicidad”, y este se extiende más rápido y fácilmente que la enfermedad. Somos una esponja, tan débiles que no detenemos este tóxico, aceptamos el resentimiento, mal humor, rabia que nos obliga muchas veces actuar ciegamente y con facilidad proyectamos a los demás. Le guardamos tanto tiempo que se vuelve una etiqueta mental que le permite a nuestro ego complacerse en la “infelicidad” fortaleciendo el sentido de separación con la persona que está junto a usted o con la acción, dolor o problema. Todo viejo patrón de resistencia nos hace sentirnos mal, no podemos vivir anclados a ellos, los defectos morales, nuestros sentimientos, pensamientos negativos no pueden causarnos tanta “infelicidad”, no podemos ser esclavos de malsanas pasiones. Si nos queremos, porqué no nos hacemos un examen interior para hallar las cualidades que debemos cultivar, los cambios de actitud que podemos hacer, entonces encontraremos el porvenir que debemos seguir, la labor que debemos emprender con perseverancia y energía. Grandes fracasos a diario ocurren por falta de reconocimiento sereno de nuestras propias imperfecciones; solo logramos ser inteligencias mediocres, sentimientos obtusos que nos llenan de “infelicidad” y hasta a la violencia. Si no tomamos en cuenta nuestras propias debilidades haremos que crezcan, echan raíces y se hagan habituales e irreparables. No debemos descuidarnos; diariamente debemos penetrarnos con mirada escudriñadora y severa en nuestro interior, repasando acciones y palabras saludables, reconociendo lo que tenemos de malo. Sin este conocimiento solo estaríamos defendiendo el derecho a ser inconscientes, a sufrir, que nadie lo va a quitar porque no es apetecible; pero una vez que nos demos cuenta de este cierto tipo de alimento que llevamos dentro, ya estamos enfermos, lamentándonos de palabra y pensamientos destructivos, viviendo solo de quejas que lleva consigo una carga pesada de negativismo convertidos en víctimas. Preferible corregirse a tiempo con voluntad podemos perfeccionarnos, no podemos seguir viviendo en el error por nuestra ceguera voluntaria. No podemos olvidar que el conocimiento de las faltas propias es el principio de la sabiduría.

Ruby Estévez

La creamos nosotros mismos entre nuestro interior y lo exterior. Nos desagrada mucho lo que estamos haciendo, en el trabajo, hogar, por una persona, su forma de ser, actuar o por algún resentimiento. La energía que emanamos es tan dañina en sus efectos que nos contaminamos nosotros mismos y a los demás. . No somos capaces de dejar de hacer lo que nos molesta, no hablamos con la persona en conflicto, no expresamos lo que sentimos y peor dejar el negativismo que ha creado nuestra mente lo único que demostramos es un falso sentido de nosotros mismos. Actuar con energía negativa muchas veces nos sobrecarga, con el tiempo surge el dolor que nos llena de “infelicidad”, y este se extiende más rápido y fácilmente que la enfermedad. Somos una esponja, tan débiles que no detenemos este tóxico, aceptamos el resentimiento, mal humor, rabia que nos obliga muchas veces actuar ciegamente y con facilidad proyectamos a los demás. Le guardamos tanto tiempo que se vuelve una etiqueta mental que le permite a nuestro ego complacerse en la “infelicidad” fortaleciendo el sentido de separación con la persona que está junto a usted o con la acción, dolor o problema. Todo viejo patrón de resistencia nos hace sentirnos mal, no podemos vivir anclados a ellos, los defectos morales, nuestros sentimientos, pensamientos negativos no pueden causarnos tanta “infelicidad”, no podemos ser esclavos de malsanas pasiones. Si nos queremos, porqué no nos hacemos un examen interior para hallar las cualidades que debemos cultivar, los cambios de actitud que podemos hacer, entonces encontraremos el porvenir que debemos seguir, la labor que debemos emprender con perseverancia y energía. Grandes fracasos a diario ocurren por falta de reconocimiento sereno de nuestras propias imperfecciones; solo logramos ser inteligencias mediocres, sentimientos obtusos que nos llenan de “infelicidad” y hasta a la violencia. Si no tomamos en cuenta nuestras propias debilidades haremos que crezcan, echan raíces y se hagan habituales e irreparables. No debemos descuidarnos; diariamente debemos penetrarnos con mirada escudriñadora y severa en nuestro interior, repasando acciones y palabras saludables, reconociendo lo que tenemos de malo. Sin este conocimiento solo estaríamos defendiendo el derecho a ser inconscientes, a sufrir, que nadie lo va a quitar porque no es apetecible; pero una vez que nos demos cuenta de este cierto tipo de alimento que llevamos dentro, ya estamos enfermos, lamentándonos de palabra y pensamientos destructivos, viviendo solo de quejas que lleva consigo una carga pesada de negativismo convertidos en víctimas. Preferible corregirse a tiempo con voluntad podemos perfeccionarnos, no podemos seguir viviendo en el error por nuestra ceguera voluntaria. No podemos olvidar que el conocimiento de las faltas propias es el principio de la sabiduría.