Aldehuela, mercachifles y buhoneros

POR: Germánico Solis

De regreso por la noche, y observando la bella Ibarra desde el mirador de Bellavista, se mira una ciudad imponente, con millares de luces desparramadas como si los luceros del infinito se hubiesen afirmado en esta altiplanicie. Llega la inmodestia y la autoestima se encumbra a las glorias.

Y cuando la luz del día se ha repartido por la urbe, vibra la obstinación de sus habitantes, se siente como ruido de una locomotora, es cuando la terquedad de la querencia se consuma, viéndola grandiosa, ilustre y liberal. Se activan los quehaceres profesionales, comercio, artesanía, turismo. Cada habitante cumple una función, y son actores de la historia los estudiantes, maestros, amas de casa, incluidos hombres y mujeres sencillas, sangre y músculo del desarrollo. La arquitectura, las calles, parques e iglesias, montañas y lago, justiprecian convocarle la ‘Ciudad a la que siempre se vuelve’.

Sin embargo, hay cosas que con la observancia, hacen que se sienta que algo o alguien obran el destrozo, caos, descalabro, anarquía, desbarajuste. Y hay responsables, procesados por la fe pública de haber facilitado que la hermosa plaza de El Águila, se envilezca con restaurantes y un quiosco que beneficia a particulares, la holgura para el arte convertida en tramo de rastro y regateos.

La baraúnda se agranda, en cronología: el parque Ciudad Blanca se atestó de mercaderes de comidas que se engullen con polvo, humo y suciedad. Carpas apropiándose del espacio público, los desordenados haciendo por doquier letrinas y basureros. Más todavía, el Municipio permitiendo que éste lugar sirva para el negocio de una rueda moscovita y la venta de pinchos.

El revoltijo no queda allí, semanalmente el parque San Agustín es una fonda de mala muerte ofertando hornado y naranjadas. En la plazoleta Monseñor Leónidas Proaño se ha instalado una caseta con un negocio, del entorno del mercado Amazonas ni hablar. Me temo lo que ocurra en el parque Pedro Moncayo o La Merced. Penosamente la bella ‘Ciudad Blanca’ es un mercadillo general, hay gente que tiene en su mente la aldea y no le importa el ornato ni la dignidad de una ciudad hace rato hidalga.