¿Causa o consecuencia?

POR: Fausto Jaramillo Y.

A la espera del pronunciamiento del presidente de la República, los ecuatorianos han mostrado sus ideas y posiciones sobre lo resuelto en la Asamblea, la semana pasada, sobre las reformas al Código Orgánico Integral Penal -COIP-.

Ninguno de los temas allí tratados ha generado tanta pasión como el referente al aborto por violación. Sobre este, las posiciones han sido abiertamente controversiales. Los comentarios han sido insultantes y violentos, carentes de razones y desbordantes de amenazas.

Pero, veamos. El aborto no es una causa, por el contrario, es una consecuencia del cometimiento de un delito: la violación. Entonces, los ecuatorianos y la Asamblea deberíamos tornar la mirada a la causa y no a la consecuencia; y sobre ello no se ha comentado nada.

La violación es uno de los atentados más irracionales, crueles y violentos que pueden cometerse contra la integridad y dignidad humana, y su penalidad debe estar acorde con la maldad del delincuente, y todas las instituciones deben adecuar sus procedimientos a la lucha contra este crimen.

Y sobre esto, la violación nada se ha dicho, nada se ha comentado y tampoco los asambleístas se han fijado como meta el combatirlo. Se debe endurecer las penas contra los violadores, y su delito no puede prescribir y tampoco permanecer en el olvido de los investigadores.

Por supuesto, hay violaciones contra niñas, mujeres y ancianas, tanto como contra niños, jóvenes varones y ancianos. Es decir, no hay barreras de sexo, edad, raza, religión o condición social y económica que impida el ser víctimas de este delito. Por supuesto, la violación debe ser comprobada porque de lo contrario podría convertirse en arte de venganzas y malquerencias.

Los detectives deben ser preparados, no solo en las técnicas de investigación, sino también en sicología para que puedan tratar a las víctimas.

Y mientras la investigación esté en curso, el período de gestación sigue su marcha, la justicia debe modificar sus procedimientos para que el juicio contra los violadores no supere los nueve meses de formación del ser humano. También, la justicia debe actuar con rapidez y severidad para castigar sin contemplaciones a los violadores. Los castigos deben contemplar la prohibición a los violadores a acercarse a los grupos vulnerables y podría también pensarse en la enajenación de todos los bienes de los violadores para entregárselos a las víctimas.

Estos crímenes que contemplan premeditación y perversión han estado presentes en toda la historia de la humanidad, pero eso no puede ser un justificativo como para que la sociedad no emprenda una lucha sin cuartel ni renuncia para reducir, si fuese posible, a cero víctimas y entonces no entraríamos a gastar las energías sociales en criticar a las niñas y jóvenes que se ven en la disyuntiva dolorosa de abortar o criar al fruto de una violación.