Populista y no popular

POR: Víctor Hugo Portocarrero

La abstracción del argumento y su sentido conceptual en la palabrería discursiva de la autoridad, es sin duda la expresión elocuente, en el diálogo, lo verbal y en lo dicho, que define y diferencia el populismo de lo popular.

Nota sea realizada, popular no es sinónimo de ignorancia, o en su defecto, de falta de cultura; más, en la práctica cotidiana, se testifica la táctica permanente de la desconceptualización, en la estrategia voraz de abstraernos de la realidad.

El atroz populismo se hace estilo y figura en la que se podría representar la imagen del poder que encabeza el territorio y la nación entera.

Se pretende hacer creer que la cultura está presente sólo en la élite, más si es que los hombres y mujeres de cuna, dejan por un instante el resentimiento de su incapacidad, aceptaran probablemente la argumentación de Benjamín Carrión cuando afirma categóricamente que la cultura es propiedad y se produce en las entrañas del pueblo, es decir, es una expresión popular, revestida de argumento, de concepto, de sindéresis.

Por otra parte, en el marco de la producción y el crecimiento económico, no hay nada más cierto que el pobre es el que sostiene al rico, con su trabajo y el pueblo al poder con su sumisión.

Los castillos pueden hacernos pensar que la explotación minera es una acción a favor del pueblo y de consentimiento popular, más en el pasado, como ahora, en los castillos viven los monarcas y en la cementera el campesino, es decir los castillos jamás han sido populares.

Así va la democracia; como referencia, los últimos periodos se ha elegido y nombrado autoridades con sistemas fraudulentos, sin embargo el discurso populista dice que el pueblo ha elegido, sin duda eso es populismo. Lo lamentables es que, tenemos autoridades populistas y no populares.