‘El Estado no ejerce presencia, no ejerce autoridad en la frontera norte’

PERSONAJE. Pablo Iturralde, director de la fundación Tierra Para Todos, conversó con Diario La Hora sobre la realidad de la frontera norte.
PERSONAJE. Pablo Iturralde, director de la fundación Tierra Para Todos, conversó con Diario La Hora sobre la realidad de la frontera norte.

Redacción IMBABURA

Fue el pasado jueves, 29 de agosto de 2019, cuando varios exnegociadores de paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), liderados por Iván Márquez, anunciaron su decisión de retomar las armas. Esta situación despertó preocupación en varios países, especialmente Ecuador, en donde las autoridades ya realizaron anuncios para fortalecer la seguridad en la frontera norte.

La semana anterior, el ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, manifestó: “Tenemos ya una visión estratégica, las Fuerzas Armadas no deben ser una reacción, las Fuerzas Armadas están y deben estar listas y preparadas para defender y proteger el territorio ecuatoriano y a nuestros ciudadanos”. Agregó que se adelantan las gestiones para la adquisición de aviones, equipamiento para ciberdefensa y lanchas guardacostas.

Pero quienes habitan en la frontera norte, así como aquellos que conocen de cerca la realidad de estos poblados, lo toman con tranquilidad el anuncio de los disidentes de las FARC, porque todas sus vidas han convivido con este problema. Aducen que la solución no es incrementar militares en la línea de frontera, sino que el Estado brinde una atención integral a estos poblados.

Diario La Hora conversó con Pablo Iturralde, director de la fundación Tierra Para Todos, Organización No Gubernamental (ONG) que desde el año 2001 viene realizando su trabajo en la línea de frontera.

¿Qué significa para los pueblos de la frontera norte este anuncio de las FARC?

Qué va a pasar ahora?, ¿Qué está pasando?. Lo pude constatar la semana pasada (primera semana de septiembre), del lado colombiano vemos que comienza nuevamente “la tranquilidad”, regresan las FARC, regresa la autoridad, todas las aguas vuelven a su cauce, pero en el lado ecuatoriano el anuncio de la militarización de la zona de frontera ha generado muchísima inquietud. Se anunció incrementar los controles militares, dotar de nuevos equipos a los militares; pero la situación de la población no ha cambiado, no sabemos de dónde nace este anuncio del señor Ministro de Defensa de un incremento de actividades y personal militar en la zona, no entendemos, no sabemos la razón.

¿Qué es lo que sucede en la línea de frontera?

Hay que tomar las cosas con tranquilidad. Siempre hemos insistido, desde el ataque a Angostura y la muerte de Raúl Reyes (2008) y las acusaciones que se hacían de que había dineros del narcotráfico penetrados en la vida política del país, que la zona de frontera es una zona históricamente abandonada, por lo tanto, es una zona completamente vulnerable, es una zona que siempre ha estado en el filo de lo ilegal, en el filo del contrabando, al filo de la trata de personas.

De acuerdo a un estudio que se hizo hace aproximadamente dos años, por esta zona, entre Chical y San Lorenzo, se calcula que pasan 6.000 mujeres al año para el tráfico de personas, principalmente para actividades sexuales, se reparten en el país, y van al sur del continente.

Como es una zona de nadie, donde el Estado no ha ejercido autoridad, los últimos 20 años en realidad la autoridad era las FARC quien controlaba y quien ejercía poder en la frontera.

A partir de la firma del acuerdo de paz, tenemos ese vacía de autoridad y eso genera grupos como el del famoso ‘Guacho’, que no era el único, habían varios grupos aislados que lo que pretendían es controlar las rutas del contrabando.

Estos terminan organizándose y toman fuerza por la capacidad económica que genera esta actividad, y al final terminan siendo muy violentos; de tal manera que se estigmatiza a la frontera como una zona muy violenta.

¿Qué se ha hecho por estos poblados de frontera?

Son las Fuerzas Armadas las que se arrogan todo el derecho, toda la función de desarrollo de esta zona. Anuncian que van a hacer el diagnóstico social, que va a haber una intervención integral, anuncian inclusive recursos y la militarización de la zona de frontera, con seguridad le puedo decir que ninguno de estos se ha cumplido en estos últimos dos años, pues no ha habido militarización, ni desarrollo, si es que hay un diagnostico social, económico y político de frontera no lo conocemos.

¿Cuál es la realidad de estos pueblos asentados en la línea de frontera?

Es una población que ha estado viviendo de manera precaria, ni siquiera tienen agua segura, lamentablemente ahora con todo el cambio climático, los ríos navegables como el Mira, el San Juan de Mayasquer que permitían llevar los alimentos desde poblaciones colombianas, ahora se están secando. Entonces es una población que está arrinconada.

Tenemos más de 200 jóvenes sin ninguna oportunidad laboral, lamentablemente tienen dos caminos; o migran a las ciudades, o se meten dentro de las actividades informales, ilegales de la zona. No hay nada más que hacer. A eso nos ha llevado el Estado en la zona de frontera.

En lo relacionado a servicios básicos, ¿Cuál es la situación?

Tenemos el caso ahorita de la malaria y el paludismo, ¿quién se hace cargo?, nadie. Tanto insistir logramos que ingrese una brigada de salud para que se haga un diagnóstico, pero después de eso ha sido imposible que vuelvan a entrar. A esto se suma que en estos poblados no hay médicos, no hay el agua potable, no hay educación. En estos territorios máximo cuentan con el séptimo año de educación básica, ahora estamos peleando para que cuenten con el bachillerato, hemos entregado como fundación un par de aulas en las comunidades.

¿Los ministerios han llegado con sus proyectos a estos territorios?

Tenemos un acuerdo con el Ministerio de Inclusión Económica y Social, quienes nos han pedido que abramos centros de cuidado infantil en la zona de frontera. Levantamos la información, tenemos la población vulnerable, tenemos los niños, los espacios cedidos por las propias comunidades, pero el momento de escoger las madres cuidadoras nos dimos cuenta que no habían bachilleres, ni si quiera hay personas que hayan logrado terminar el décimo año de educación básica.

Queremos llevar proyectos productivos, y es imposible la comercialización debido al transporte. Queremos trabajar seguridad alimentaria, pero como las aguas han bajado es muy difícil ingresar cualquier cosa. Entonces son poblaciones que en el momento actual no tienen otra alternativa que comercializar, negociar y trabajar exclusivamente con el lado colombiano, donde controlan los grupos armados.

¿Qué oportunidades tienen los jóvenes y adolescentes?

Hay algo que nos asustó muchísimo, hace 10 años ingresamos a hacer un diagnóstico en San Marcos, Tobar Donoso, Mataje, entre otros poblados de frontera, y preguntábamos a los niños en edad escolar que estaban en sexto y séptimo año de educación básica ¿Qué quieren estudiar?, ¿Qué quieren ser en un futuro?; y los niños en su mayoría querían ser profesores y profesoras, casi el 80%, otro grupo pequeño querían ser militares, abogados y doctores.

Hace un mes ingresamos a hacer la misma encuesta, porque tenemos convenios con algunas universidades para llevar la educación en línea y a distancia, y nos sorprendimos porque el 80% de los hombres quieren ser narcotraficantes, y el 60% de las niñas quieren ser mujeres de narcotraficantes. Esa es la realidad de frontera. Esa es la única alternativa, la única visión que les ponen.

¿Organismos internacionales continúan apoyando para ejecutar proyectos en la frontera norte?

A partir de los pronunciamientos de las autoridades nacionales, de que la zona de frontera es una zona violenta, las ONG’s se han retirado y no quieren colaborar. La Embajada de Japón, organizaciones de Suiza, no quieren trabajar en la zona de frontera por problemas de seguridad, que en algunos casos son ciertos y en otros no.

En el lado de Chical y San Marcos estuvimos hace poco con una pasante francesa, pudimos entrar sin ningún inconveniente. Periodistas de La Hora también han logrado entrar y constatar que el problema de inseguridad, por lo menos en el lado ecuatoriano no existe. Y en el otro lado entre Tobar Donoso y San Lorenzo es la misma población la que garantiza la seguridad.

¿Es justificado el abandono de estos territorios por parte del Estado?

Nosotros, en conversaciones con los presidentes de las juntas parroquiales de esta zona de frontera nos ponemos a dudar porqué tanto descuido del Estado a esta zona, ¿Qué intereses hay de algunos actores del Estado en no atender a la zona de frontera?

Claro ejemplo lo que pasó en Buenos Aires, un tema que duró dos años, donde el Estado sabía perfectamente la problemática, se le informó permanentemente de la situación; pero nunca intervino. Será que no saben como atender a toda esa población y prefieren que se mantenga en el filo de la ilegalidad, y solo cuando hay denuncias, cuando hay problemas graves dicen intervenir. Al momento tenemos el problema de más de 2.000 personas de la zona de frontera que estaban trabajando en Buenos Aires, y tras el desalojo se quedan sin ninguna actividad. De ahí que tenemos el incremento de asaltos, están ingresando a las fincas campesinas a robar, asaltos en las vías.

Ahora toda la gente que abandonó el campo para ir a las minas no quiere regresar al campo. O pasan a conformar los cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades, o buscan alguna actividad ilegal que les permita sobrevivir.

Pero el Estado insiste en no mirar el problema de fondo, insiste en maquillar, insiste en que el problema es de seguridad, que se necesitan más policías, más militares, más armamento.

Se habla sin tener conocimiento de la zona. Se les ha pedido a las autoridades varias veces ingresemos, vamos conozcan, pero nunca lo han hecho.

¿Existe un proyecto o plan para el desarrollo de la frontera norte?

La idea es hacer un plan de seguridad, paz y desarrollo a largo plazo en la población de frontera, creemos que esa es la solución pero con cuadros exclusivamente técnicos. Que los cuadros políticos tomen las decisiones en el ámbito que les corresponde, pero en el ámbito del desarrollo necesitamos cosas a largo plazo. No pueden ser visiones cortoplacistas, visiones del momento.

Nosotros en la Asamblea Nacional estamos pidiendo la excepcionalidad de frontera, porque al momento para abrir un infocentro CNT nos pide que haya una población de 3.000 personas, cuando en la zona de frontera la población es muy dispersa. El MIES un poco más flexible, ha aceptado la realidad en cuanto al grupo de niños de entre 30 y 40, pero tienen cosas más rígidas como las madres que van a cuidar a los niños sean bachilleres, y en esta zona no tenemos bachilleres. Al Ministerio de Salud hemos estado pidiendo por años que devuelvan la partida por lo menos de un promotor de salud para Tobar Donoso, a esto se suman que han sido retirados los médicos rurales de Lita, Alto Tambo, Mataje, Chical y San Marcos. Donde más se necesitan médicos es en estos sectores rurales, pero es aquí donde primero se los retira. No hay una visión, un diagnóstico realista de frontera.

¿Cuál sería la solución para la problemática de la frontera norte?

La solución es abrir los caminos, abrir las carreteras que permitan comunicar a estos territorios. La una vía es Chical-San Marcos, misma que estaría integrando a diez comunidades, y la otra vía es Alto Tambo-Tobar Donoso, con la integración de cinco comunidades.

Al momento todo el oro que sale de Tobar Donoso se va a Colombia, todas las compras se realizan en Colombia, todo lo que produce el subsuelo del Estado ecuatoriano se benefician en Colombia, porque las autoridades no tienen la visión de que a más carreteras, más comercio, más productividad, más paz y también más control.

La actividad ilegal donde no hay control, donde no hay accesibilidad se vuelve más rentable. Esto desde la lógica de nuestra experiencia, y no desde la lógica de las autoridades de control. Para ellos, mantener a esos pueblos en la marginalidad, es la única forma de controlar el contrabando y la ilegalidad, para nosotros es completamente al revés. Necesitamos desarrollo. Las vías para las comunidades de frontera son desarrollo, y el desarrollo es paz.

¿Es posible cambiar la forma de vida y la manera de pensar de estos poblados de frontera?

La situación es sencilla, un joven que cumple su trabajo, un joven que cumple sus expectativas, no necesita involucrarse en actividades ilegales. Si usted no tiene nada que hacer y tiene un mundo de consumo que le está bombardeando de manera permanente, que necesita el celular, el pantalón de marca, la moto, televisión de última tecnología, etc, para poder estar acorde al mundo actual, los jóvenes se desesperan al ver que en sus comunidades no hay futuro. Los pocos hombres que han decidido salir a la ciudad se encuentran con muy pocas oportunidades de trabajo y entonces regresan, a dedicarse a las actividades ilegales; mientras que las mujeres están saliendo a las ciudades a trabajar de ‘esclavas’ domésticas recibiendo sueldos inferiores a los 100 dólares. Hay comunidades en donde ya casi no hay jóvenes.

Si hay desarrollo en la frontera, salud, educación, empleo, atención del Estado, las actividades ilegales presentes en el otro lado no podrán cruzar la frontera.

¿Las autoridades conocen la verdadera situación de la frontera norte?

Senplades, que hoy es Ecuador Estratégico, nos ha pedido desde el anterior año información de la zona de frontera, pero el momento que vemos la sistematización tenemos cosas que no corresponden a la realidad. Hemos estado en debates en Quito, en varias Universidades y encontramos a expertos de frontera, que jamás han estado en la frontera.

Tenemos un problema que no hay una autoridad que conozca estos poblados de frontera, las pocas autoridades que conocen entran en helicóptero, están media hora y salen.

¿Cuál es el trabajo que realiza la fundación ‘Tierra Para Todos’ en la frontera norte?

Nuestro plan es no reemplazarle al Estado, no podemos, ni debemos ni queremos reemplazarle al Estado. Desde que se conforma la fundación en 1996 decidimos ir a los sectores más vulnerables donde no había presencia del Estado. Nosotros hacemos pequeños aportes al desarrollo, obras de infraestructura, el aula para la escuela, puente para unir comunidades, atacar problemas de salud.

Ahora la problemática de frontera rebasa nuestras capacidades, nuestras posibilidades. Necesitamos cosas más agrandes para que estos poblados se sumen al desarrollo, que se instalen empresas que generan trabajo, que en los territorios donde se produce café, cacao, se tenga la transformación del producto y para eso como fundación somos muy débiles, ahí hace falta la política pública.

Vamos a iniciar con educación técnica, con el tecnológico Rumiñahui, con la Universidad Indoamérica. Tobar Donoso es el centro de nuestro trabajo, luego pasaremos a Mataje. Queremos enseñar lo que es seguridad alimentaria, entramos con un proyecto que se llaman unidades productivas familiares. Entregamos animales menores, cuyes, tilapias, chanchos y gallinas que permitan asegurar y comenzar a buscar mercados. Pero para poder comercializar se necesita de las vías.

Estamos con una campaña de formar las asociaciones artesanales mineras, porque esa es la realidad, es la única actividad que se conoce y genera recursos.

Nosotros queremos comenzar una campaña que se llame “pueblos de frontera, pueblos de paz y desarrollo”, ahí los únicos sensibles ante esta realidad han sido los medios de comunicación, que también se han visto involucrados en los temas de frontera por el asesinato de los tres periodistas. Estamos invitando, estamos comprometiendo a quienes trabajan en los medios de comunicación para hacer una visita a Mataje, un homenaje a los compañeros que fueron asesinados y concentrar ahí la población de varias comunidades que puedan conversar directamente con ustedes y manifestarles la realidad. En Santander de Mataje queremos hacer una gran asamblea de personas de la zona y medios de comunicación, pidiendo que se pare el estigma a los pueblos de frontera, porque lo único que nos va a traer esto es más conflictos, más problemas. (EOCF)