Los negocios se encuentran en todos los barrios de los distintos cantones de las provincias de Imbabura y Carchi.
Redacción IBARRA
No importa la calle, el sector o la parroquia. Ni tampoco si es un sector urbano o rural. En todas se puede encontrar una tienda que oferta sus productos a los vecinos y a los visitantes que cruzan por el lugar. Estos microemprendimientos se han vuelto indispensables para mover la economía local y, sobre todo, para que las personas puedan abastecerse diariamente.
Nelly Paredes tiene su tienda cerca al Parque Ciudad Blanca. Su negocio es en un cuarto pequeño, que da a la calle principal. Ella dice que la morada es de sus suegros, pero les cedieron la habitación para emprender. “Con mi esposo nos pusimos la tienda para tener un ingreso adicional. Ahorita él no tiene trabajo y, sin querer, este negocio se ha vuelto nuestro pilar”.
Un caso similar es el de la señora Raquel Chávez. Ella tiene su negocio cerca de la calle Atahualpa. Ahí oferta bebidas, útiles de aseo, golosinas, alimentos e, incluso, materiales de confección. “Mi tienda es hoy por hoy, mi único sustento. Por mi edad yo ya no puedo conseguir trabajo (68 años), así que este negocio es mi única sostén”.
Especialista
Carolina Benítez es economista, especializada en el sector popular y solidario. Para ella, el consumir en las tiendas de barrio y evitar las grandes cadenas comerciales, es ayuda a potenciar los negocios locales y las cadenas productivas en los vecindarios. Indica, además, que cada compra en estos locales reactiva la dinámica financiera de los barrios y vuelve más productivo al sector.
“Hay dos tipos de personas que tienen estos negocios. Las personas que quieren invertir su dinero y las personas que necesitan un trabajo y un sustento en su familia. Por eso se debe apoyarlos, porque así crece la economía de estos emprendedores. Como necesitan un sustento, sus ventas les ayudan a fortalecer su negocio, a pagar deudas. Y si crece más la tienda, puede generar empleo a personas, incluido los mismos vecinos”.
Consumidores
Pedro Cevallos vive en el barrio de Azaya con su mujer y sus dos hijas. Él trabaja de 8:00 hasta las 17:00 en una mecánica. Y este horario no le da tiempo para ir al centro comercial o a alguna cadena de supermercados para abastecer su casa de alimentos. Por lo que le son indispensable las tiendas que hay en su barrio. Sin ellas, dice, sufriría en cosas tan simples como comprar una libra de arroz o una cola.
“A mí me salvan las tienditas. Porque si no imagínese, tener que regresar a la casa y de ahí al mall, no lo logró, no me da el tiempo. Por eso yo sí creo que se les debe apoyar, haciéndoles el gasto para que no quiebren. Son negocios familiares, en su mayoría, y son indispensables”. (PTEG)
Dato.
En las tiendas de barrio se pueden encontrar productos desde cinco centavos. Los precios varían y se acomodan a la economía de los vecinos del barrio.