¿Seguimos fingiendo?

Daniel Márquez Soares

Desde el inicio, la gestión del presidente Lenín Moreno se basaba en fingir. Fingir que nadie en su gobierno había sido correísta. Fingir que nadie había conocido la verdadera situación económica del país. Fingir que estaba bien cambiarse de bando apenas uno gana la elección. Fingir que diálogo y complacencia bastaban para que el país saliera del agujero. Fingir que la venia de las oligarquías rentistas y la condescendencia de los grandes medios de comunicación bastaban para garantizar el apoyo de la población. Fingir que el expresidente ya no representa un riesgo y que los ecuatorianos quieren ser gobernados por treintañeritos que juegan con el país a House of Cards entre una aventura empresarial y otra.

Esa pasión por el fingimiento resultaba risible y lo lógico hubiera sido que, como todas las mentiras y las quimeras, se derrumbara al cabo de unos pocos meses. Pero no ha sido así. Al contrario. Ahora ya no solo el Gobierno del presidente finge sino que más y más sectores se han sumado a la pantomima: empresarios, periodistas, jueces, etcétera. Parece que, en nombre de un supuesto progreso y para evitar supuestas catástrofes futuras, ahora todos, absolutamente todos, tenemos que fingir.

Tenemos que fingir que no sabíamos que nuestra política se financia con dinero de grandes empresas. Que no sabíamos que hay políticos y funcionarios cuyo nivel de vida, al contrastarlo con sus ingresos, desafía la aritmética y la contabilidad. Que desconocíamos que personajes de esta última época señalados como honorabilísimos por la clase rectora no han sido ni son, en absoluto, intachables. Que no nos damos cuenta que de hay procesos judiciales apresurados como parte de una venganza política. Que no sabíamos que los puestos públicos siempre se han repartido como botín entre gente cuyo mérito es ser amigo o pariente de los políticos de turno.

Pero, ¿hasta cuándo tenemos que fingir? ¿Hasta cuándo debemos celebrar el descubrimiento de lo obvio? ¿Hasta cuándo perdemos el tiempo buscando pruebas de aquello que no requiere pruebas porque es de sobra conocido? A la larga, para salir de este agujero en el que nos metimos necesitamos medidas a muy largo plazo y nada que no sea sincero, construido a partir de verdades, podrá durar.

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