El uso de la tecnología puede desestimular el desarrollo de los niños

RELACIONES. Los chicos que tienen acceso a la tecnología pierden la noción del tiempo y se resisten a realizar otro tipo de actividades, según estudios.
RELACIONES. Los chicos que tienen acceso a la tecnología pierden la noción del tiempo y se resisten a realizar otro tipo de actividades, según estudios.

A Manuela no le acercaron desde su nacimiento a la televisión, ni a aparatos inteligentes; sin embargo, ha desarrollado sus habilidades motrices, de lenguaje, acercamiento a la lectura, sonidos, colores e interactúa con facilidad a sus 18 meses. Mientras que Bejamín casi no hablaba hasta los 24 meses, no interactuaba, no conocía texturas, no tenía iniciativa para realizar algunas actividades propias de su edad, porque desde sus primeros meses de vida estuvo frente a un televisor.

Son dos ejemplos opuestos de lo que se logra con y sin la tecnología. Según el sicólogo clínico MSc Fabrizio Ramírez, el cerebro humano requiere de grandes cantidades de estímulos externos para desarrollarse, desde el nacimiento hasta los tres años. Este tiempo es conocido como el periodo crítico, durante el cual el cerebro desarrolla conexiones neuronales esenciales para funciones como la captación de información, el lenguaje y la atención.

Pero, aunque existan “evidentes beneficios” al desarrollo infantil otorgados por la tecnología, el experto explica que más son los efectos negativos, especialmente para los más pequeños que pasan demasiado tiempo frente a una pantalla.

Los perjuicios
El especialista indica que, según estudios sicológicos, el uso de pantallas a una edad temprana y la reducción de tiempo para interactuar con el mundo, puede traer consecuencias negativas para el desarrollo, sobre todo cerebral. Esto puede dificultar la capacidad del niño para ser empático, leer expresiones faciales, conductas emocionales o sociales en otras personas.

El tiempo prolongado en el uso de tecnología genera malestares mentales, como problemas conductuales, déficit de atención y alteración en las conductas alimentarias, falta de ejercicio físico y problemas de salud.

Gabriela Zamorano, sicoterapeuta, agrega que “estamos en el mundo de la tecnología, que si bien es útil en muchos de los casos, también es riesgoso, más cuando se habla de niños”.

Lo recomendable –indica– es no dar ningún dispositivo tecnológico a los chicos hasta los 12 años. “Hay personas que desde los cuatro meses ya les hacen ver videos animados a los bebés para que coman o se entretengan”. Esto crea dependencia desde temprana edad. Los padres acuden a ellos por la comodidad. Dejan al pequeño “hipnotizado” con las imágenes, mientras ellos se dedican a realizar otras cosas, sin prestarle la adecuada atención a sus hijos, informa Zamorano.

Importante. Cualquier objeto al alcance de los infantes, les ayuda a desarrollar sus habilidades: explorar, probar, conocer.
Importante. Cualquier objeto al alcance de los infantes, les ayuda a desarrollar sus habilidades: explorar, probar, conocer.

Explorar el mundo real
Ramírez señala que un bebe frente a una ‘tablet’ no es capaz de tocar, oler, palpar o pesar los objetos que observa. Esta privación de estimulación puede conducir hacia lo que los sicólogos llaman ‘déficit de video’.

El experto pone énfasis en que se les debe permitir explorar el mundo real, captar olores, sensaciones, texturas y temperaturas. También, interactuar con personas adultas y niños de su misma edad, lo que les será muy útil para futuras experiencias.

De acuerdo con Jean Piaget, pionero en el estudio del desarrollo cognitivo y social en la infancia, los bebés experimentan con diferentes objetos para aprender sus movimientos, sus componentes y su funcionalidad, lo cual hace que el cerebro almacene información extraída de estas interacciones y la usa durante sus futuros esfuerzos por comprender el mundo.

Ramírez recalcó que “las pantallas no proveen la misma variedad de estímulos que el mundo real”. (CM/PT)

Retraso en el aprendizaje
° Fernanda y Sebastián pasaron momentos difíciles con su hijo Benjamín, quien hoy tiene dos años y siete meses.

La persona que se encargó de su cuidado, mientras salían a trabajar, no ejerció el papel de niñera: no jugaba, no le leía cuentos, no exploraba con él, ni le enseñaba cosas básicas. Más bien le puso frente al televisor, recuerda la madre.

La TV se volvió como “su adicción” y “se armaba la guerra cuando se le apagaba”, recuerda Fernanda. Eso le provocó retrasos al hablar, en su aprendizaje, no realizaba actividades propias de su edad, no comía solo, no conocía las texturas de los objetos, no tenía imaginación y tampoco escuchaba órdenes o conversaciones.

Entonces tomaron la decisión de ponerle en una guarderia. Empezó, de a poco a hablar, a socializar, a jugar y a compartir. Ahora ya construye frases, ya imagina, escucha los sonidos de los animales y de las cosas, toca figuras, identifica colores y olores.

La lectura de cuentos ha sido una buena opción. Él tiene acceso a ellos, “le encanta manipularlos, ojearlos, mirarlos” y está alejado de la televisión.

Lejos de lo perjudicial
° A Manuela, quien hoy tiene un año y seis meses, sus padres Víctor y Gabriela la alejaron desde que nació de la televisión y todo dispositivo electrónico o inteligente. Ellos optaron por leerle cuentos, cantarle y hablarle.

La madre destaca que su hija es capaz de formar oraciones con tres palabras, cuando a su edad es común que digan una o dos palabras seguidas. En lugar de que le lean cuentos, ella es quien los lee, o simula hacerlo, relacionando figuras y sonidos que los observa en las páginas. “Tiene buena memoria y creo que eso es por la lectura”.

Menciona que Manuela se hace entender, habla claro, explica las cosas, expresa sus sentimientos y no es “irritable”.

Según Gabriela, junto a su esposo se prepararon antes de la llegada de la bebé. Aprendieron que los aparatos tecnológicos y la TV no son el camino para el buen desarrollo. Piensa que la decisión que tomaron, reducir su exposición a las pantallas, se evidencia en el lenguaje y el mejor manejo de sus emociones.