Un testimonio desde la cárcel de Ibarra

Sitio. La violencia entre internos y las malas condiciones obstaculizan su rehabilitación en la cárcel de Ibarra, ahora en estado de excepción decretado por el Gobierno, como todas las del país.
Sitio. La violencia entre internos y las malas condiciones obstaculizan su rehabilitación en la cárcel de Ibarra, ahora en estado de excepción decretado por el Gobierno, como todas las del país.

Redacción IBARRA

Asesinatos de presos frente a guías penitenciarios, con armas cortopunzantes o pistolas, y filmados por otros internos, prendieron nuevamente las alarmas en el país.

El decreto ejecutivo 741, que firmó el presidente de la República, Lenín Moreno, intenta bajar los niveles de violencia que se registran en los centros de rehabilitación social.

Diario La Hora conversó con el ciudadano Javier B., quien estuvo retenido alrededor de 30 días en la prisión de Ibarra y hace unas semanas obtuvo su libertad.

Él nos cuenta cómo es la vida dentro de uno de los presidios con más falencias, limitaciones y vulneración a los derechos humanos, según informes de la Defensoría del Pueblo.

Testimonio

“Cuando uno entra, se encuentra con la novedad del hacinamiento carcelario. Los nuevos tenemos que dormir en el suelo. Pero, si tienes la posibilidad de que algún familiar, amigo o conocido te pueda realizar un depósito desde afuera, compras un pedazo de esponja vieja, que oscila entre los 40 dólares, y en el mejor de los casos un ‘cambuche’.

Las broncas, peleas o amenazas de muerte, siempre son por droga. Les dicen que están ‘emprendados’. Es decir, están en prenda. Esto se da por la compra de sustancias estupefacientes. Es decir, el caporal, o alguna persona con un grado de poder, compra el vicio, y el que paga el dinero es el nuevo. Si no cancela, está amenazado y maltratado hasta saldar la deuda”.

Salud y tiempo

“El penal cuenta con un odontólogo y un médico general, donde te puedes hacer revisar de lunes a viernes, en el día y horario que corresponde a la celda en la que te ubicas. Para la atención médica, en algunos casos, tienes que esperar ocho días o más para recibir paracetamol, ibuprofeno o algún medicamento del cuadro básico.

Por otro lado, los presos tienen a su disposición una biblioteca, talleres de madera, pintura, electricidad y una cancha deportiva. A veces hay cursos de inglés, lectura, samurai, bailoterapia, computación”.

Comida

“¡El alimento no falta, pero no es suficiente! El privado dispone tres comidas del día. Se las reparten a las 07:00, el desayuno; 12:30, el almuerzo, y 16:30, la cena. Para completar la poca comida que recibes, tienes la opción de comprarles a las personas que sacan del Economato (tienda que dispone la cárcel, donde los detenidos tienen la posibilidad de adquirir víveres, mediante un depósito bancario que le realizan los familiares).

Por ejemplo, en el Economato compras ocho panes por el precio de un dólar. Los que lo sacan para vender, cada pan dan en 0.50 centavos. En un buen escenario, tres por 1 dólar. Es decir, los precios suben 100% o más. Pero si tienes la posibilidad de comprar, lo haces. Lo importante es no morirse de hambre”.

Celda insalubre

“El calabozo aún es usado por los guías penitenciarios. Es un lugar totalmente bascoso, nauseabundo, repugnante, donde las ratas abundan. Ya podrán imaginar el olor de la habitación”. (DLH)