100 años de presencia y ausencia

Carlos Suárez Veintimilla era ibarreño. Nació el 16 de junio de 1911, en la cuna de una notable familia ibarreña. Suárez dedicó a Ibarra parte importante de su producción literaria; allí vivió casi toda su vida y en ella realizó su principal obra pastoral y material.

Al terminar sus años de colegio viajó a Roma, donde estudió Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana. Se ordenó sacerdote el 28 de octubre de 1934. Luego, estudió Derecho Canónico, obteniendo el doctorado. En esa época empezó a escribir poesía.

En 1938 volvió a Ibarra e inició su trabajo pastoral con un grupo de jóvenes encabezado por Leonidas Proaño. Trabajó como profesor en varias instituciones católicas y por años mantuvo el programa radial ‘La hora católica’. En los años 50 fundó la Hermandad de Fátima, que mantiene su obra educativa.

Su obra

Carlos Suárez realizó una gran labor intelectual. Produjo una gran cantidad de prosa, pero era ante todo poeta. La Virgen María, su vocación religiosa y el hermoso paisaje de su tierra imbabureña fueron motivos recurrentes en sus versos.

El descubridor de su obra fue Aurelio Espinosa Pólit, quien escribió importantes trabajos sobre ella. Además, Suárez fue uno de los fundadores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo Imbabura y la dirigió por varios años.

Fue primero miembro correspondiente y luego miembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, que un año lo candidatizó al Premio Cervantes.

Más allá de sus méritos literarios, era un hombre sencillo. Hasta sus últimos años, cuando la grave enfermedad lo venció, era el humilde ‘Padre Carlitos’. Falleció el 14 de septiembre de 2002.

(Fragmento del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)