‘Es terrible que siendo libre te hagan sentir como si fueras un fugitivo de la ley’

Carla Badillo Coronado. Poeta, escritora, periodista

Ha vivido en Estados Unidos y España. Actualmente reside en Portugal.

¿Qué es ser migrante para ti?

Una persona que ha tomado conciencia de que, a fin de cuentas, su cuerpo es su casa.

¿Es distinto ser migrante ecuatoriana que de otro país?

En realidad nunca me costó adaptarme a otras culturas. Algo que siempre me motivó a moverme es el hecho de conocer y apreciar cada sitio y su gente. Romper prejuicios es una de las grandes virtudes de los viajes. No puedo hablar por la experiencia de otros, pues cada caso es particular; algunos, lamentablemente, verdaderos dramas humanos.

¿Qué dificultad encuentras al viajar?

El de lidiar con las burocracias. Es terrible que siendo libre te hagan sentir como si fueras un fugitivo de la ley. Eso también es otro tipo de violencia. Y hay lugares en los que los ecuatorianos estamos estigmatizados.

¿Has sufrido casos de xenofobia?

Afortunadamente no, pero he estado preparada. Creo que al viajar y establecer afinidades profundas con gente de otras culturas o países lejanos, ratificó que, antes de ser quiteña o ecuatoriana o sudamericana, pertenezco a la raza humana, más allá del visto bueno de un Consulado o un papel certificado.

¿Has constatado episodios de xenofobia en tus viajes?

He sido testigo de abusos a terceras personas, donde he acabado por meterme. Si algo podemos hacer es no quedarnos callados, denunciar, intervenir, no ser cómplices.

¿Por qué crees que la gente culpa, en muchos casos, a los migrantes de sus problemas?

Por ignorancia, por miedo, por facilísimo, por idiosincrasia. Siempre es más fácil culpar al otro, al diferente; aun cuando la mayoría de problemas comienzan en casa.

¿Qué piensas sobre la intensión de levantar muros para frenar la migración?

Ayudaría levantarlos si dentro se encerrara a quienes lo proponen.

¿Cuál crees que es el rol de la sociedad para superar este mal?

Actuar, no volvernos cómplices con el silencio. Accionar en pequeñas situaciones cotidianas, reeducarnos y reeducar a nuestros hijos con conciencia. Hay que tener cuidado con los nacionalismos. Una cosa es amar la tierra, las costumbres, la gente que da continuidad desde lo genuino, y otra muy distinta el creernos superiores o inferiores.

¿Por qué dedicaste tu Premio de Poesía (Fundación Loewe) a los migrantes ecuatorianos?

Sentí la necesidad profunda de hacerlo. Mi discurso de aceptación fue una voz de rechazo rotundo frente a todo tipo de discriminación, racismo o xenofobia.