Pisotearon la bandera

POR: Ruby Estévez

Los que se creían valientes defensores de la honra nacional; “con patriotismo” y abnegación sin límites sumieron al país en un abismo de desgracia; utilizaron expresiones elocuentes para distraer al pueblo y pisotearon la bandera en el fango de la corrupción. Robaron en nombre de la dignidad nacional, con insolencia no obedecieron los mandatos del pueblo, muy tarde nos dimos cuenta que quien no sabe obedecer no puede gobernar.

Nuestra Patria por muchos años ha estado vilipendiada por falsos redentores, su esencia, su dignidad y los valores que son el cimiento y estructura mancharon con la podredumbre de la traición. Con tanto ladrón, cómo redimir a un pueblo que vegeta al margen de una decadente democracia; nos han tratado como un rebaño de ciervos humillados en medio de episodios sombríos en un territorio desgarrado.

La soberbia y la torpeza de los politiqueros les hizo creer que eran intocables, que podían tenernos esclavizados, sumisos, incapaces de pensar y crear; quisieron sacrificar la libertad del hombre con la tiranía de los mandones de turno. Fue tanto el egoísmo, la traición, la ignorancia de estos ineptos gobernantes que desgarraron la carne viva de la Patria. La ambición desaforada y criminal disparó a la bandera el arma fratricida contra los pechos de los ecuatorianos.

A diario sentimos como el alma de Montalvo grita su rebeldía para que despertemos, sentimos a un Eloy Alfaro que nos mueve a flamear con orgullo y heroísmo la bandera nacional; un González Suárez que nos recuerda que nuestra historia es sagrada y así como nuestros héroes lucharon contra la tiranía, la opresión y la corrupción nosotros también estamos llamados a salvar el patrimonio de la Patria con libertad y justicia.

En medio de tanto corrompido debemos levantar muy en alto la bandera del Ecuador; nuestra misión civilizadora nos impone hacer respetar los derechos ciudadanos para ser dignos defensores de sus libertades. No podemos dejar que nuestra bandera y país permanezcan en letal agonía sobre una fosa en decadencia, no podemos dejar una vez más, por nuestra dignidad, que el trabajo sé que se siembra el pueblo cosechan los ladrones de turno. Nunca olvidemos que donde impera el robo imposible el progreso del país, que la traición y la ingratitud es la peor lacra que aflige a la humanidad. Señalados, despreciados quedan los que por la ambición se hundieron en el cráter de sus bastardas aspiraciones.