Los buses urbanos de Ibarra

POR: Mario García Gallegos

No es mi costumbre criticar por cualquier motivo, sin embargo, es preciso hacerlo siempre con el propósito de que se rectifique lo que está mal.

Hace dos años se difundió en los medios, que Ibarra tenía el aire más puro de América, y se lo dijo en base de mediciones técnicas realizadas en varios lugares de la urbe, que arrojaban este dato, que venía a sumar otra cualidad a las ya conocidas que determinan la benignidad de nuestro ambiente.

Al enterarse de este dato, los que tienen mentalidad analítica dijeron que eso se debe a que Ibarra era una ciudad plana con edificios de poca altura que facilitaban la rápida circulación de las corrientes de viento; otros en cambio atribuyeron a la gestión que realizaban en su trabajo.

Personalmente, sin el ánimo de afectar a nadie, debo puntualmente referirme al desastre de la flota de buses urbanos que sirven a la población, siendo la mayoría de ellos chatarras ambulantes que cumplieron más de una década en otras ciudades y que aquí, después de una mano de gato a brocha gorda, ¡se convirtieron en flamantes unidades!

En las horas pico bajo el sol abrazador, cuando el tráfico se encuentra cuajado, sobresalen los mamotretos azules esparciendo nubes de humo negro y venenoso, que a raudales penetra en los atormentados pulmones de los ibarreños de a pie y de automóvil, que entre lágrimas “gozan del aire más puro de América”.

Modernos radares para controlar a los “rápidos y furiosos” y engordar las arcas de la empresa castigadora, han sido adquiridos; pero lo urgente, es arreglar la acción devastadora de las fumigadoras azules, que matan a mansalva a la población: necesitamos ya, control mecánico eficaz y buses ecológicos con las tarifas que cuesten.