A la buena de Dios

POR: Víctor Hugo Portocarrero

Pese a que probablemente quisiéramos que Dios oriente y guíe realmente nuestros destinos, la verdad, que resulta ser un evento visible para todos, es que el territorio, instituciones, autoridades provinciales, cantonales y demás, en su accionar no tiene rumbo, ni horizonte “alguno”, y esto, por más, que sus discursos, documentos, agendas, proyectos, programas y planes aparentemente digan lo contrario.

Aunque en medio del entrevero y la sentencia popular pueda ser equivocada en profundidad, estando sin resguardo y protección el reino, se suele decir erróneamente que, “en arca abierta, el justo peca”.

En tanto, los medios y redes sociales intentan sacar a la luz “los acontecimientos principales”, aquellos que de una u otra manera podrían afectar en positivo o negativo la situación actual o futura de la comunidad y su territorio. El hecho es que de manera intransigente parecería, que la anarquía y con ella, la prepotencia, la falta de visión y de competencia, inunda la gestión territorial.

No se puede interpretar algo distinto, cuando quizás se esté volviendo una costumbre ver que las autoridades tomen casi siempre el camino no escogido y decidido por sus mandantes.

El Presidente de la República en su chabacanería forzadamente refinada, desde su sillón, se burla del país y la población, en tanto, no sabemos a ciencia cierta de lo que hará. Lo que sí es evidente, es que sus representantes que intentan seguir sus “pasos” se encuentran igual de perdidos y no atinan una; incluso, estuvieron apoyando medidas que a simple vista atentan contra el supuesto debido proceso.

En tanto, y en sentido estricto de la significancia popular se podría decir que estamos “a la buena Dios” y que algo debemos hacer. Quizás, una Asamblea Territorial, donde podamos discutir la situación, tomar decisiones y emprender acciones que nos dirijan a buen puerto, sea lo primero a realizar.