El volumen

Todo empezó el sábado en la mañana, cuando los dueños de un almacén de colchones y otro de motocicletas sacaron a la vereda sendos parlantes de un metro de alto. Empezaron a bombardear sin misericordia decenas de decibelios en contra de los tímpanos de los inocentes transeúntes y moradores del barrio. Más tarde se les unió una banda de música moderna desde el Parque Bicentenario. Al entrar la noche se añadió al bullicio el potente parlante de un restaurante de comida costeña. Para rematar, la vecina decidió celebrar el primer cumpleaños de su hija hasta altas la madrugada. Para desgracia nuestra, todos decidieron que debían trabajar también los domingos.

Gustavo Vela Icaza
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