Migrantes

“Nunca hemos dejado de migrar, al punto que este rasgo es con certeza uno de los más distintivos del Homo Sapiens. Migrar se asocia con la eterna búsqueda del hombre para encontrar un futuro mejor”. Eso es amigos, salvo rarísimas excepciones.

Me voy a referir a Esmeraldas en particular: todos, casi todos ¡somos migrantes! Alguien me dijo alguna vez que estos migrantes colombianos, peruanos, haitianos, etc., constituyen la “joda” de este país.


¡Inseguros! Porque si revisamos nuestra historia y nuestras raíces familiares, el 90% de esmeraldeños somos migrantes. Y la mayoría de ellos son migrantes con sabor a pobreza de su pueblo y de la patria que dejaron atrás. Yo declaro hoy que tres de mis apellidos: López, Estupiñán, Bueno son apellidos de migrantes que arribaron a esta patria chica, a esta otrora señorial Esmeraldas en busca de un futuro mejor para ellos, para sus hijos, para sus nietos, etc. Yo respondo a esta última escala: nietos.


Un ejemplo que no puedo dejar de citar es la migración de ciudadanos de la vieja Inglaterra hacia norte América, Estados Unidos, en busca del desarrollo de la tecnología europea en esas vírgenes tierras. Y vaya que lo consiguieron, construyendo el gran imperio del norte.

¿Y qué pasó con nuestro sur? ¿Con la patria grande de Bolívar? Sencillo, aquí llegaron los migrantes de la vieja España, con su cultura, la religión y sus costumbres y, obviamente, con el idioma castellano, pero codiciosos por el oro aborigen.


Otros ejemplos de migración contemporánea son aquellos pueblos, hombres, mujeres y niños que huyen de la pobreza y de la miseria provocada por insensatas invasiones de quienes detectan el poder político, casos: algunos países africanos, Irak, países del Medio Oriente y migrantes asiáticos, que buscan la prosperidad de la familia.

Por eso pienso que hay que ser benévolo con el migrante, porque, claro, no todos los migrantes podrían ser buenos, pero ¿dónde está el espíritu cristiano de hacer bien sin mirar a quien? Y si nos toca trasvasar nuestra capacidad a otro hermano migrante, por lo menos intentémoslo.


Admiro a los migrantes que llegaron a Esmeraldas hace mucho tiempo, con otros esfuerzos y otra cultura que en este tinglado movedizo que vivimos corren el riesgo de caer en el quemeimportismo fatal.

Cuando me preguntan ¿Tú qué eres? No titubeo nunca, yo soy un socialista, humanista, creacionista y cristiano que sabe que la pobreza no se reparte, lo que debe repartir la riqueza ¡bien adquirida!