Memoria de un corazón ausente

DESAPARECIDOS. Familiares de personas desaparecidas aún siguen en su búsqueda, ayer estuvieron en la sala de exposición de El Cuartel, para dar a conocer sus historias. María de Lourdes Mejía fue una de ellas.
DESAPARECIDOS. Familiares de personas desaparecidas aún siguen en su búsqueda, ayer estuvieron en la sala de exposición de El Cuartel, para dar a conocer sus historias. María de Lourdes Mejía fue una de ellas.

Ibarra

Lloran, oran, se organizan… quieren una respuesta. El dolor, la angustia, la desesperación por casos cerrados por falta de pruebas… son algunas de las situaciones que pasan los familiares de niñas, niños, jóvenes y adultos, tanto mujeres como hombres desaparecidos.

María Fernanda Guerrero Mejía, desapareció un 15 de enero del 2010 a sus 25 años. Su madre María de Lourdes Mejía, desde ese instante inició con la lucha de recuperar a su hija. Ella aún recuerda como Fernanda pasaba los días en su casa. “Fue una chispa de felicidad que inundaba a todos, ahora solo nos queda en la memoria”.

María comentó que su hija tenía que encontrarse con su ex esposo a las afueras de la fábrica de fideo La Toscana, en el sur de Quito para hablar sobre sus hijos, el día que ella desapareció; María esperaba su regreso pero jamás volvió. Lo que la condujo a realizar los trámites respectivos para dar con el paradero de su hija.

Paúl Rivas fue de gran ayuda en el tema de desaparecidos, realizó un trabajo fuera de serie que llamó la atención de muchos.MARÍA DE LOURDES MEJÍA, PRESIDENTA DE DESENDOR.

Se realizó la denuncia y se esperaba que el ex esposo de sus declaraciones, sin embargo, “él nunca quiso hablar, se acogió al derecho de silencio; y, sinceramente hasta el día de hoy no le encuentro a mi hija”, dijo María.

Ella al ver que no generaba presión hacia las autoridades, decide formar la Organización de Desaparecidos, Muertes Violentas, Femicidios y Secuestros del Ecuador (Desendor), para hacer presión y exigir al Gobierno ayuda en el proceso para encontrar a sus allegados. 700 familiares que aún buscan a sus seres queridos forman parte de esta organización. 20 son de Imbabura.

Seguirán en la búsqueda

“Me haces falta”, “un mundo vacío, sin ti”, “hasta cuándo?”, “vacío en el corazón”, “basta de impunidad, ¡justicia!”, “te extraño”… son algunas de las frases que día a día se repiten al acordarse de sus familiares desaparecidos que esperan que algún día estén en casa.

Carmen Alicia Cazar Villegas, desapareció el 19 de noviembre del 2009, a sus 45 años de edad, en Ibarra. Su prima, Lucía Villegas, aún tiene en su memoria como Carmen se comportaba con ella y con las personas que la rodeaban, “era una persona alegre, divertida, honesta, caritativa, afectiva”, dijo Lucía.

Relató que el día que desapareció, por una llamada de su esposo, su prima acude sola a un banco de la ciudad a retirar un dinero, pero ella nunca llegó a la institución financiera. “Algunas personas manifestaron que le vieron por la calle de la Corte de Justicia, acompañada de unos dos hombres altos vestidos de negro como escoltada; y, es la última vez que le vieron a mi prima. Nunca más supimos de ella, tenemos la esperanza de encontrarle algún día, ojalá no esté muerta”, sostuvo Lucía.

El caso de su sobrina fue cerrado por falta de pruebas, por lo que ella con otros familiares buscarán la manera de reabrir la investigación para que esto no quede en la impunidad y se dé una respuesta clara.

Así como María y Lucía existen cientos de personas que buscan saber qué pasó con sus familiares. Aseguraron que no van a cesar en la búsqueda y en construir memoria, con el objetivo que su historia no se repita en otros. “Esto no se lo desea ni al peor enemigo, esto es como estar muertos en vida”, dijo María con su rostro decaído pero que aún tiene fuerzas para seguir en la lucha que empezó en el 2010.

Con un pedido a la sociedad ecuatoriana y a sus autoridades, los familiares de personas desaparecidas invitan a romper la indolencia y unirse a la búsqueda de los miles de desaparecidos en el Ecuador. (FCDL)

Tome nota

La galería fotográfica que Paúl Rivas hizo a familiares de personas desaparecidas se encentra en una de las salas del Centro Cultural El Cuartel.

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