Hierática bandera ecuatoriana

POR: Germánico Solis

Creo que los ecuatorianos hemos perdido las corduras que tiempo atrás eran honra, enorgullecían y agrandaban el patriotismo. Parece nada el tiempo que nos separa del patio escolar en el que se izaba la bandera ecuatoriana, la veíamos con vehemencia en lo alto, mientras coreábamos a todo pecho el himno nacional. En las aulas repasábamos libros que mostraban prensados los símbolos patrios, en tanto en la dirección de la escuelita, el estandarte aterciopelado con el escudo en la mitad inspiraba gloria.

Recitábamos nombrando los colores de la bandera: el amarillo simbolizando al sol, oro y riqueza nacional; el azul los océanos, ríos y cielo; el rojo, decíamos es la sangre de los héroes caídos a cambio de la libertad.

Eloy Alfaro el 7 de noviembre de 1900 declara de uso oficial nuestra bandera. Así mismo el 26 de septiembre de 1955 se señala como el Día de la Bandera Nacional Ecuatoriana. En cada rincón, en cada institución, y en cada corazón férvido hay un lugar donde ondea la integridad, las glorias, la soberanía del Estado.

Hace pocos días festejamos con un asueto nacional, el Primer Grito de Independencia que reconoce a Quito como Luz de América, 10 de agosto desapercibido, fecha olvidada por las instituciones públicas y acaso recordada por pocos que con orgullo alzaron el soberbio tricolor en los miradores de sus casas.

Quizá las conspiraciones, o la violencia interna que el país experimenta desde hace décadas, ocasiona la desidia e irrespeto al símbolo que resume el señorío, vanagloria y honor: el estandarte nacional. Cómo no gritar que esa tela tricolor es integridad territorial, el trabajo obrero; el equilibrio social, político y económico, así los altos ideales.

Bandera ecuatoriana del 24 de mayo, la de Paquisha o la de las luchas que son la historia, olvidada ahora en algún recodo, acaso inexistente, utilizada muchas veces para cobijar las correrías de pícaros y asesinos, o la glotonería de los mercaderes de la patria que al igual que en 1894 por doscientas mil libras esterlinas, el buque Esmeralda la agitó representando al Japón en contra de China. Parece sepultado el cariño cívico de los hombres de antaño.