Ecuador sin filtros

POR: Ramiro Ruiz R.

Chical es parroquia situada a 90 kilómetro al occidente de Tulcán. Le une una carretera de tercer orden hasta llegar a un clima subtropical. El pueblo está conformado de dos calles, un cuartel del Ejército, el puesto de Policía aunque terminó el problema de las FARC. El parque alegra el pueblo. También un mercado, cuatro restaurantes. Es visitado por personas de Quito y Tulcán. Dispone de tres hoteles y una hostería de tres estrellas a 10 minutos de la población. Le separa de Colombia el río San Juan, que está a cinco minutos de distancia.

Lejos de la civilización, el ruido, el tráfico, existen lugares que ni si quiera se delimitan en el mapa de nuestro país. Chical es uno de ellos. Los ecuatorianos vivimos ignorando a la gente que vive fuera de nuestra zona de confort. Frente a Chical hay un monte de plantaciones de coca. Y las personas viven con las mismas necesidades de un país subdesarrollado.

Por su ubicación casi inexistente, la población no goza de los privilegios de la vida. La pobreza en el país es más complicada que los datos estadísticos. Es un problema con varios factores, como la salud. Quizás los altos mandos del Ministerio de Salud se sienten satisfechos por alcanzar mejores coberturas de salud cada año. Pero la realidad es dispareja. La gente muere, y no por falta de medicamentos, ni de atención médica. Sencillamente no saben leer y escribir. El aislamiento les ha hecho perder la dignidad y la información mínima de supervivencia. Mueren también por el machismo y la violencia. Los niños mueren por desnutrición. A sus padres no les interesa si un hijo muere, “total tienen más”. Una verdad dolorosa: necesitamos empatía y sensibilidad por los desafortunados para brindarles apoyo.

Reciben asistencia en el Centro de Salud con medicamentos, vacunas, atención médica a toda hora. Pero no saben leer la receta. Tampoco toman los medicamentos. ¿Y si no cuidan su alimentación? Los fármacos no son la única solución. La educación de calidad, el trabajo, la alimentación adecuada, son soluciones. No se puede dejar en el olvido a los niños que se divierten con cosas simples y mantienen el corazón inocente.

Los paisajes naturales que esconde nuestro país son increíblemente impactantes. Y más impactantes, los paisajes inhumanos. En Chical es hermoso ver, desde la carretera y a media noche, estrellas fugaces, resplandeciendo con magia, observar absortos la luna llena o el amanecer. Estos momentos nos dan equilibrio frente a la tristeza. Así somos los ecuatorianos, seguimos disfrutando cada día y construyendo nuestras propias estrellas en las noches oscuras. Además así es el Ecuador: un país sin filtros.