Justicia popular, una tentación

POR: Víctor Hugo Portocarrero

Cuando la institucionalidad no está levantada adecuadamente y la aplicación de la ley es contraria a la objetividad plena de una realidad innegable; cuando la expectativa popular no es satisfecha, quizás se pueda decir que este entorno constituye probablemente el recipiente donde se mezclan expectativas e insatisfacciones, que dejan a la gente en un estado de querencia y en un estado anímico que es bien explotado por las empresas cinematográficas, que aprovechan y montan los diversos escenarios donde corren sus películas de fantasía o ficción, sobre justicieros, superhéroes, o en su defecto, historias libertarias de una comunidad vilmente sometida.

Sin embargo no sólo las empresas cinematográficas las aprovechan. Este representa un escenario propicio donde el populismo hace gala de sus mejores ropajes. Sin ir muy lejos y sin profundizar, solo debemos recordar que fue en la década del correismo donde el populismo se estableció como categoría filosófica y como esquema permanente del discurso político presidencial.

Es necesario señalar que probablemente en esa década de los banquetes sabatinos y demás, participaron muchos de los que hoy están en el gobierno y que en honor a la verdad se les nota que el populismo jamás les fue indiferente.

Hay que advertir que el aguante de la gente tiene un límite.

El caso ‘Capaya’ constituye quizás el preámbulo para la desfachatez populista y el implícito estado de desmoralización que la erudición jurídica de esa institucionalidad quebrada imponen.

Después del sobreseimiento realizado, es probable que vengan más. La falta de pruebas y los billetes pueden inducir a que a los demás, de un gla$, a los alteres sea de llevar.

La justicia popular, una tentación que en alternativa se presenta, pero sin pruebas.