MANERA DE ENTRAR

Autor: Ruby Estévez

Al ingresar a algún dónde está una o varias personas reunidas, debemos tomar en cuenta ciertas normas de conducta para no pasar por mal educados y tener un mal momento.

Es de gente educada, culta, por suavidad, delicadeza, por conveniencia anunciarse, caso contrario debe pararse en la puerta un momento; esta actitud nos permite ver con quién está, su estado de ánimo y si nos permiten ingresar.

En caso de una reunión social, ver en qué lugar está el dueño de casa, donde podemos sentarnos, es conveniente esperar que nos inviten a compartir para no ser objeto de comentarios y hasta podemos encontrar una persona conocida para disfrutar el momento.

En caso de una sesión de trabajo, conferencia y otros no se puede paralizar momentáneamente la charla, conversación por nuestra llegada; es una imprudencia fatal entrar saludando, atrasados, todos le regresan a ver, muchos le fulminarán con la mirada, esta mala práctica y grosería que a todos molesta, opacan los más sobresalientes méritos, exponiéndose para escuchar frases descorteses que a muchos se las escapa.

Las reglas están establecidas, ellas a diario cultivan el trato, nos recuerdan como debemos proceder, como deben ser nuestras acciones para hacernos respetar, apreciar y valorar.

Es una buena norma saber “esperar” sea cual sea el lugar en que nos hallemos antes de ingresar, nada nos cuesta, es un acto pequeño pero necesario que no obliga a sacrificar a nadie por un poco de serenidad y paciencia. Todos estamos llamados a cultivar y ordenar nuestros dotes especiales que son adornos a nuestra personalidad, así como a destruir nuestros malos defectos; todos podemos enderezar nuestros débiles tallos para tener una vida armoniosa y arreglada; todos sabemos que no es necesario tanta preparación para ser educados.

Podemos salir de un regio palacio, de una mansión hermosa, así como de una humilde casa, pero lo que sí nunca debemos olvidar que ser educado no cuesta nada, dura toda la vida, ser firmes pero delicados en nuestro comportamiento.

No podemos destruir ni desviar nuestras buenas costumbres porque quién no se educa y se corrige marcha al azar, es un esclavo de una infinidad de acciones denigrantes solo necesitamos actuar con inteligencia utilizando nuestra fuerza omnipotente de la voluntad que dice: ¡puedo! que por nuestro perseverante querer si podemos cambiar los hábitos de las cavernas salvajes por las maravillosas formas de comportamiento en todo lugar.