¿Qué nos une a los ecuatorianos?

El territorio, los símbolos, la historia y la cultura. Desde el inicio de los aborígenes recolectores de frutos, hasta la conformación de cacicazgos, la ocupación de los incas, la conquista y colonización, la independencia y organización de la república, hasta hoy. Es nuestro mapa de origen.

Nos une la naturaleza asombrosa. La riqueza de la biodiversidad. Clima sano y estable, minerales, islas encantadas, playas, paisajes variados. La geografía nos cubre como la piel.

Nos une las culturas de etnias diferentes. Un idioma regional, otros minoritarios y respetables. Desde la religión, hasta la gastronomía, costumbres, fiestas tradicionales, arquitectura colonial y republicana que existentes en las ciudades y pueblos pequeños y alejados. País rico de gente pobre.

¿Qué nos impide salir de la ciénega del subdesarrollo? El modelo y la cultura de dependencia. La dependencia de hijos a padres, de ciudadanos a gobiernos locales, y de éstos al gobierno central. No valoramos la libertad de decidir la vida personal.

Si no cumplen los padres con los pedidos de los hijos, se desordena la familia. Mimados desde niños, hasta adultos, débiles, inútiles que repetirán el prototipo por generaciones, en espera del milagro que alguien rompa el esquema. Mientras tanto, seguimos sin progreso, truncada la libertad, excluyendo el bienestar. Todavía no aprendemos a caminar y pensar por cuenta propia.

El carácter de dependencia está protegido por leyes que sostienen los derechos y unos pocos deberes. Si el Estado no cumple, los sectores sociales recurren al berrinche de paros, protestas, levantamientos. Hemos asistido a lo largo de la historia. Choferes, profesores, médicos, indígenas, enfermeras. Todos piden. Ninguno ofrece.

Si no resulta la ira social, los dirigentes buscan artimañas politiqueras y leguleyadas. Llevamos a cuestas algunas herencias que nos condena y paraliza. Comencemos con la política: Militarismo, clericalismo, individualismo, indisciplina. Regionalismo, despotismo. Compadrazgo, personalismo, nepotismo y corrupción.

Legado en la economía: latifundio y obsesión por la minería. Individualismo egoísta, burocracia ineficiente. Explotación en los obrajes indígenas y el mercantilismo. Desprecio por la actividad manual (nos salvaron los judíos que vivieron desde el pueblo español Sefardí con el conocimiento de música, medicina, leyes, artesanías).

Llegaron segundones sin educación ni herencia, acompañados de religiosos y soldados. Heredamos el engrandecimiento de la honra, del donjuanismo, el esplendor y la pompa. El machismo. El exagerado elogio a la mediocridad. La débil responsabilidad cívica y sentido generoso. La herencia cultural: la palabrería y el enredo rebuscado. El anti cientificismo y charlatanería vacía. La autoridad repudió la inteligencia y el método deductivo. Los eruditos han sido prisioneros de su sapiencia. El resultado de la unión cultural aborigen e hispánica: el mestizaje. Con el tiempo aparece un nuevo estilo de ser, sentir, pensar y actuar.

En honor a lo que somos llegaron en busca del poder un mestizo y otro mestizo que quiere ser indígena ¿Qué pasaría si el candidato Yacu Pérez, pierde legal y legítimamente el derecho a participar en la segunda vuelta electoral? ¿Asistiremos asustados a las movilizaciones? ¿Más fácil resultaría evitar el desorden si pierde el candidato Guillermo Lasso?

Hasta el momento no somos buenos ciudadanos para trabajar en propósitos comunes. El destino común es luchar contra el populismo que ha preservado el subdesarrollo. Sepultar la ideología del socialismo clásico y del SXXI que patrocina la pobreza económica, mental, ética y moral.

El populismo persiste sólo por el engaño no por la convicción. La región progresará en la dirección moderna. Un gobierno populista en Ecuador sería más que un anacronismo arqueológico: sería un suicidio.