Por el 'Teodorito' y el Torreón

Es momento de hacer un alto, poner la mano en el hombro de cada habitante de estas tierras y a muchos auténticos ibarreños ausentes. A unos para recordarles, y a otros de actuales generaciones para que se enteren. La frase “Patrón Teodoro” que hoy resuena y seguirá resonando en los paradigmas de la ibarreñidad y en el imaginario colectivo, no es un simple slogan nacido de la noche a la mañana.

Entraña un sentimiento producto de toda una construcción de identidad ligada y empernada a la ciudad desde hace más de 120 años de existencia, de un glorioso establecimiento educativo por cuyas aulas han pasado miles de personas, docentes y estudiantes. Pero más allá de eso: es un cantar que hace honor a la memoria de uno de los más grandes ibarreños del siglo XIX, el Coronel Teodoro Gómez De La Torre, hombre brillante que entregó todos sus kilates en beneficio de esta tierra, una de cuyas muestras de generosidad fue precisamente la donación de una parte de su patrimonio para la obra educativa. Es un cantar que hace honor a cada ilustre docente que entregó su alma y su intelecto para educar a los jóvenes. Es un cantar que entraña ese sentimiento de pertenencia y de gratos recuerdos de cada estudiante que pisó sus aulas. Y es un grato cantar para cada habitante de la ciudad que ha sentido la presencia teodorista en la vida citadina a lo largo de tantas décadas.

Estas son razones suficientes para sostener que el nombre “Teodoro Gómez De La Torre” debe permanecer ligado para siempre a la antigua edificación patrimonial que todos anhelamos se recupere, sin importar que su propiedad patrimonial ahora pertenezca a la municipalidad, es decir a la ciudad. Que nunca suceda lo que aconteció con la pérdida del nombre de la Escuela Pedro Moncayo que ingratamente las autoridades locales han permitido, obra educativa que aunque en edificación diferente a la original, hacía memoria a la donación expresa de otro de los grandes, el Doctor Pedro Moncayo y Esparza.

Mala suerte ha tenido la edificación del Teodoro y también el Torreón, por muchos considerado, este, como la edificación más representativa de Ibarra. Dejando atrás las acciones y omisiones de quienes las han tenido a cargo, hoy nos corresponde a todos impulsar la reconstrucción de este bien, que está llamado a constituirse en un eje de la recuperación de nuestro centro histórico. Si en el pasado los ibarreños pusimos granos de arena para construir un estadio y un autódromo, hoy hagámoslo por el salvataje del edificio. Cumplamos con una responsabilidad histórica. Conozcamos el destino de uso de la edificación e iniciemos la cooperación ciudadana.