La sábana

No es por arte de magia, si no por perversidad efervescente contenida en una atrabiliaria Ley Electoral del país, que la papeleta del binomio presidencial para el evento del 7 de febrero de 2021 se encuentra en proceso de elaboración interminable, manteniendo en serias expectativas a la sociedad ecuatoriana, tanto por los entuertos reglamentarios y de procedimientos advertidos y usados por una mayoría siniestra de un Consejo bisoño, cuanto por la manía de muchos atrevidos que persisten en ocupar un lugar en semejante cobija llena de retazos y desperdicios expresados en conocidos rostros y nuevos aspirantes al llamado solio presidencial.

Al parecer la pandemia no causó ningún efecto secundario en la clase política pues, al contrario, parece que incentivó más aún sus ambiciones y apetitos para darnos “manejando” la suerte de este famélico país en cuanto su deteriorada y famélica condición política. Pero, como grandes cabezas de hongos han brotado aspirantes mesiánicos de nuestra felicidad ofertando nuestra salvación social y económica, es decir con el cuento de siempre y ya sin sangre en la cara para inmutarse siquiera.

La clase política no repara que ha involucionado como un ser en desnutrición crónica para sacar la cabeza con una sonrisa irónica que ya no despierta siquiera conmiseración, que no sea lástima, desasosiego y frustraciones que engrosan la nueva epidemia que se suma a un virus viviente e hiriente que asola a la humanidad entera.

Mientras tanto, unos vinieron y se fueron, otros se irán y otros quieren venir, y varios volver a recoger los pasos y huellas impregnadas en su masoquista y diletante actividad de servicio a un país succionado por sus devaneos esquizoides.

Sin embargo, las nuevas generaciones tienen estos espejos para reparar y darle un vuelco a la historia con acciones que emulen solamente lo rescatable de héroes y heroínas que dejaron improntas de dignidad humana y social que jamás prescriben.