La agonía de un convoy

En días pasados las redes sociales publicaron un hecho lamentable, triste e indignante, y hacía referencia a la desaparición de ocho vagones pertenecientes a la Red Ferroviaria del Ecuador. La alarma llegaba desde la ciudad de Riobamba, la indignación era manifiesta, así como la nostalgia de los pobladores por el atroz evento, inexplicable, inconcebible e inaudito. Nadie dio cuenta alguna, pero se aseguraba que fueron fundidos inmediatamente, chatarreados por 23 mil dólares.

El Acuerdo Ministerial No. 029 del 1 de abril de 2008 el instituto Nacional de Patrimonio, declaró como bien perteneciente al Patrimonio Cultural del Estado a la Red Ferroviaria del Ecuador “Monumento Civil y Patrimonio Histórico Testimonial, Simbólico”, luego de un largo y costoso programa de rehabilitación. La recuperación de los ferrocarriles fue posible luego de una millonaria inversión, debido a que por largos años toda la infraestructura estuvo abandonada, se había destruido la maquinaria, las vías, las estaciones, era evidente y penoso observar edificaciones en total ruina y echado al suelo el empeño y labor de cientos de trabajadores que mantuvieron por años a la red de ferrocarriles y que era considerada fuente de trabajo, símbolo de identidad y progreso. El ferrocarril fue por muchos años el vínculo de poblaciones, regiones geográficas, no se puede negar que simbolizó el alma de los pueblos. Su recuperación y que pusiera en marcha al ferrocarril, devolvió su antiguo esplendor y dinamia de la república.

En mayo del presente año, como parte del proceso de trasformación del país, el actual gobierno declaró en liquidación a los Ferrocarriles del Ecuador. Se cerró la empresa, se desvinculó a sus trabajadores, la infraestructura nuevamente en el abandono, sumándose el escándalo por el destino de los ocho vagones parte de ese patrimonio. El art. 379 de la Constitución de la República del Ecuador en el que dice, “son parte del patrimonio cultural tangible e intangible relevante para la memoria e identidad de personas y colectivos, y objeto de salvaguarda del Estado” y por lo tanto, “inalienables, inembargables, e imprescriptibles. La historia pondrá en la picota a un gobierno trasgresor.