Mojanda, Patrimonio Natural de Imbabura

El domingo pasado visité las lagunas de Mojanda, ubicadas a quince kilómetros de Otavalo. Retornaba a este lugar a los 8 años por la misma carretera empedrada, actualmente descuidada por las autoridades

Este mágico lugar lleno de historias y leyendas, donde los actores han sido millares de viajeros que transitaban por su agreste geografía a través de los siglos, utilizando parte del Capacñán ancestral, se alza a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar; ha sido además el escenario mágico de las aventuras de “chullas y bandidos fabulosos”, como la banda del capitán Frías que escondió por décadas sus áureos tesoros entre los perdidos riscos, fue también el campo de acción de los tenebrosos Remaches que fueron fusilados en una plaza de Otavalo.

El complejo lacustre de Mojanda es imponente y hermoso. En otras palabras, es un tesoro natural inestimable, un libro abierto para estudiar y comprender la importancia de nuestros ecosistemas. Encontramos allí la pureza de sus páramos con su vegetación, que constituye el alambique donde las nubes se condensan en agua cristalina para formar sus lagunas. Encontramos la evidencia de variedad de animales y aves que la habitan, incluyendo el vuelo de los majestuosos cóndores andinos.

Espanta que no se pueda encontrar la presencia física de los cuidadores de este paraíso perdido en los alquiceles de los Andes, siendo segmento sustancial del llamado “Geo Parque de Imbabura” proyecto que debe ser impulsado en forma urgente antes que pierda esta designación condicionada otorgada por la UNESCO.

Mojanda es visitada por centenares de vehículos y personas los fines de semana. No existe nadie que se preocupe por dotarles de información, seguridad y el cuidado que debe otorgarse a esta catedral de la naturaleza. Solo existe el viento, la soledad y el descuido.