A merced de los especialistas

A primera vista, parecería que siempre es bueno que, ante una crisis, sean los especialistas quienes se hagan cargo. “Zapatero, a tus zapatos”, reza el dicho. Desgraciadamente, no es así. La humanidad tiene suficiente experiencia sobre los desastres que suelen acaecer cuando se deja que los especialistas tomen el control de la sociedad en una emergencia. El zapatero debe entender que la vida no es una zapatería y que, por más que haya una crisis, los otros problemas y desafíos que enfrenta una sociedad no desaparecen.

La pandemia del Covid-19 ha hecho que los expertos en salud sean los nuevos emperadores. La sociedad ha debido acomodarse a sus designios y prioridades. Ellos norman el comportamiento diario de las personas y dictan políticas públicas; todo para que puedan llevar a cabo su trabajo de la mejor manera. Desgraciadamente, tal y como sucede cuando los militares toman el control de un país durante una guerra, la sed de recursos del especialista es infinita: siempre se requiere más y, si algo sale mal, es porque la sociedad no se ha sacrificado lo suficiente. El resultado, como lo estamos viendo, suele ser un desplome acelerado en todas las otras esferas.

Surgen también inevitables trampas morales cuando se le otorga el poder total a un gremio. Aparece el peor vicio de la tecnocracia, una total falta de rendición de cuentas; nadie está en condiciones de cuestionar a los especialistas, en tanto se supone que la gente común no entiende del tema. Por ello, amparados en sus credenciales, tienen carta blanca para hacer y decir lo que quieran, sin miedo a las consecuencias. No importa cuán equivocados estén, día a día, en sus apreciaciones, promesas y predicciones, no tienen nada que temer porque gozan de inmunidad moral: en teoría, hacen su trabajo de buena fe. Surge, además, el veneno de la vanidad. De un día al otro, un profesional anónimo se convierte en la encarnación de la virtud, con la consiguiente retórica cursi-belicista de ‘guerrero de la salud’, ‘combatiente de primera línea’, etc.

Es una situación cómoda: poder, impunidad y prestigio; por eso los especialistas jamás renuncian al poder. Son los ciudadanos quienes deben exigir de vuelta el poder que se les ha arrebatado.

Daniel Márquez Soares

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