Este platillo se ha convertido en una tradición de la gastronomía ecuatoriana, con más de 120 años.
Redacción IBARRA
Si ha visitado Ibarra y no ha probado los tradicionales helados de paila, prácticamente se puede decir que nunca estuvo en la ciudad. Este tradicional platillo es uno de los más icónicos en la urbe, pues es ibarreño de nacimiento, siendo reconocido actualmente a nivel nacional y mundial.
Quien lo comenzó a preparar fue Rosalía Suárez, en el año de 1896. Sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos…, han sido los encargados de mantener y expandir esta delicia a otras ciudades y países, donde la técnica se ha ido modernizando, pero sin perder lo que la mayoría considera la parte esencial de este helado, que es el ser 100% de jugo natural de fruta.
En paila de bronce
La elaboración de un helado de paila es minuciosa, donde no se utiliza prácticamente ningún compuesto químico, como conservantes, ni colorantes de ningún tipo. La base son las frutas y su jugo natural, que se baten a mano en una paila de bronce hasta lograr una consistencia adecuada, dando forma al helado.
Guanábana, mora y leche fueron los primeros sabores, pero ahora superan los 30. Incluso, algunos emprendedores ofertan helados dietéticos o con variedades de experimentos en cuanto a combinaciones de frutas y texturas.
En sus inicios, el proceso de elaborar los helados de paila se hacía en lavacaras de madera, donde se ubicaba una paila de bronce y se utilizaba hielo que se extraía desde el nevado Imbabura.
Actualmente, las lavacaras de madera fueron remplazadas por materiales como el plástico o la fibra de vidrio, donde se coloca paja y sal en grano para conservar la temperatura.
Sobre la paja va la paila de bronce, donde se vierte el jugo de la fruta, que debe ser mecido con una cuchara de palo, a una velocidad constante, hasta dar la consistencia del helado.
En una encuesta a través de las redes sociales de LA HORA, nuestros lectores coincidieron en que el helado de paila es lo más representativo de la gastronomía ibarreña.