Su sueño era ser pediatra pero la vida la casó con un médico y la convirtió en docente parvularia.
Está consciente que ser mujer no es tarea fácil, pero conoce cómo transformar las adversidades en fortalezas y hacer el diario convivir más llevadero. Esto lo sabe a la perfección, Abana Guerreo Alvarado, quien suele permanecer con una sonrisa dibujada en su rostro y con una muestra de amabilidad.
Muchos la llaman Abanita, pocas personas, sobre todo padres de familia, si no la conocen por su nombre, la identifican por su característico cerquillo. Lleva 37 años trabajando con niños de 3 y 4 años en el Jardín de Infantes Federico Froebel, ahora unidad educativa Hispano América, tiempo que lo ha compartido como esposa, madre y mujer profesional.
Para Abana Guerrero, ser mujer es una bendición de Dios porque la convierte en madre, amiga, en dulzura, y porque cree que existe una divinidad que despierta la resiliencia en cada mujer, que la hace enfrentar situaciones difíciles, como la que ella tuve lidiar por más de 20 años, cuando su esposo sufrió un accidente de tránsito que lo dejó en silla de ruedas.
Fortaleza
Estuvo casada con el doctor Pedro Vicente Maldonado; su esposo sufrió un accidente que lo mantuvo hospitalizado durante un año lectivo. Recuerda lo difícil que fue estar pendiente de su hogar y su trabajo. Sin embargo, no existió razón que la aniquilará, y aprendió a organizar su tiempo para cuidar de la salud de su compañero de vida y padre de sus dos hijos.
Pese al cansancio por la rutina de ser esposa, madre y profesional, llegaba al jardín siempre con una sonrisa para atender a sus alumnos, a las madres de familia y a sus compañeras docentes, muchas de ellas, admirando su fortaleza para enfrentar las dificultades.
La dulzura y amabilidad son parte de su esencia, que la hacen merecedora del cariño y respeto de muchos de sus alumnos que en la actualidad son profesionales. Encontrarse con uno de sus eternos ‘Pajaritos’ como llama a sus alumnos, es tener sentimientos encontrados. Siente alegría porque ve al profesional y tristeza porque dejaron de ser niños. (MBC)