Tributo a los científicos Ecuatorianos: Luis León Vinueza

Revista Semanal 58

Uno de los objetivos de esta Revista Semanal es llegar , más allá de lo que parece la moda actual, a lectores que requieren temas y artículos que refresquen la memoraría nacional y que podamos rendir tributo a quienes, más allá de la política, aportaron para la construcción de este de este país que no empezó, por cierto en el presente siglo. Buscaremos, con la ayuda y sugerencia de todos ustedes, ilustres ecuatorianos que merecen ser reconocidos siempre por su dedicación, honestidad y trabajo.
Los Editores.

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Luis León Vinueza/h1>
“Dichoso el hombre que dedica su inteligencia a investigar los secretos de la naturaleza”. Eclesiastés
Los ecuatorianos vivimos sumidos en el miedo, frente al desafío que significan las ciencias. Puede ser que esa actitud se deba al temor ante lo desconocido o quizás es la resultante de nuestra baja autoestima que nos aterra salir a enfrentar con coraje los misterios de la naturaleza.

Claro que existen ecuatorianos que han vencido ese miedo y hoy ocupan espacios importantes en los anales de las ciencias, pero son tan pocos que apenas si aparecen en sus páginas; y lo que es más grave, en nuestro suelo ni siquiera los recordamos. Entre esos sabios ecuatorianos que con valor, disciplina y coraje se adentraron por los vericuetos de las ciencias, encontré a Luis Alberto León Vinueza, médico, parasitólogo, filósofo e historiador que, gracias a su talento y a su trabajo, como dijera Gregorio Marañón, ““Las aportaciones de León a la Parasitología, eran la evidencia de que un nuevo mundo se estaba abriendo paso para sumarse al conocimiento universal.

Como homenaje póstumo, varias personalidades del mundo académico y científico resaltaron la vida y el legado de este médico: “En la historia de la medicina y las ciencias biológicas e históricas del Ecuador, Luis León, ocupa uno de los más altos y destacados lugares” Plutarco Naranjo. Científico, Investigador y Ministro de Salud Pública.

“Seguramente esta febril inquietud por descubrir, este contagio internacional por superarse y dar aportes al ámbito médico ecuatoriano es que, siendo todavía estudiante, entre microscopios y coloraciones vitales, reconoció unos cestodos aún no reconocidos en la literatura mundial.
Este hallazgo y la participación del Prof. Brumpt de París, desembocó en bautizar a estas nuevas especies con el nombre de RAILLIENTINA QUITENSIS, R. LEONENSIS ECUATORIANENSIS Y LUISA LEONI, con lo que su nombre se ha eternizado en el contexto científico mundial, muy merecidamente”. Dr. José Miguel Alvear. Académico de número de la Academia de Medicina Nacional.

“Por eso, la vida del Dr. León irradia un ejemplo de compromiso con el desarrollo del conocimiento para esclarecer y buscar respuestas a los problemas de Salud Pública de nuestro país. En esto hay un mensaje profundo de valor ético que debe alcanzar a la nueva generación. Pero, también, hay un mensaje de realización posible en medio de las limitaciones: la certidumbre de que el conocimiento se da al observador persistente y preparado”. Dr. Fernando Sempertegui. Rector de Universidad Central del Ecuador.

“Concluida la conferencia, comentarios respetuosos de los asistentes y la mesura de Don Gregorio (Marañón) cuando intervenía. Para finalizar noticias o hechos de interés para quienes trabajábamos en el Instituto (de Patología Médica de la Universidad de Madrid, la Complutense). En una de aquellas sesiones que tanto nos enriquecía, Don Gregorio se refirió a dos sudamericanos a quienes recientemente los había identificado por sus escritos: los ecuatorianos Luis. A. León y Julio María Matovelle.

“Las aportaciones de León a la Parasitología, según Don Gregorio eran la evidencia de que un nuevo mundo se estaba abriendo paso para sumarse al conocimiento universal. Empresa ésta, en opinión del maestro Marañón, iniciada por un indio famoso, el “indio Espejo” sin discusión, y luego de avatares reconocido como pionero de la Microbiología. También a juicio de nuestro maestro, la obra del médico quiteño, Dr. León (Don Gregorio no sabía o no recordaba que León nació en Otavalo) “Geografía Médica” tenía tales connotaciones como para concitar vocaciones dedicadas al estudio de realidades o desconocidas o soslayadas”.

“Fue un sábado de gloria, para mí, aquel en que fue elogiada la obra de dos compatriotas, León y Matovelle, por una de las figuras más ilustres del siglo XX europeo: Gregorio Marañón”. Dr. Rodrigo Fierro Benítez, Académico de Número de la Academia Ecuatoriana de Medicina, Académico de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina de España.

SU VIDA MÁS ALLÁ DEL CIENTÍFICO
Hay quien dice que nació en Atahualpa, una parroquia rural de Otavalo, en la zona de Intag; otros que nació en Otavalo, pero también hay quienes sostienen que nació en Quito el 27 de abril de 1903.

Los que han estudiado a este personaje, su vida y su trabajo, se inclinan a pensar que nació en Atahualpa, pues, en aquellos años sus padres: Zoilo León Flores, comerciante natural de Cotacachi, y Rosa Vinueza Medina, de la parroquia de San José de Minas en el Cantón Quito compraron las haciendas Zagalapamba y Nanguibi en la zona subtropical de Intag, que hoy pertenecen a los cantones de Cotacachi y Otavalo; al sentir el próximo parto de su segundo hijo, seguramente debieron decidir salir de su hacienda con destino a la capital para su atención médica; en el trayecto, en la parroquia de Atahualpa, las labores de parto se adelantaron y Luis Alberto, como se llamaría el pequeño miembro de la familia, asomó a la vida.

Su infancia la vivió en Otavalo a donde fue trasladado de tan solo tres años, y allí estudió las primeras letras con el Prof. Alejandro Chaves en la escuela Diez de Agosto.

Entre las actividades extracurriculares de la escuela se destaca la que un miércoles de cada mes, los niños hacían excursiones y ascendían a las montañas de la provincia, de suerte que se fue acostumbrando al andinismo y escaló el Imbabura, el Cotacachi, el Mojanda y el Fuya-fuya, descubriendo la hermosura de las ciencias naturales.

En 1920 viajó a Quito a proseguir sus estudios que habían quedado truncos, se matriculó en el Mejía donde se aficionó al fútbol y llegó a jugar en las Ligas menores. En 1926 se graduó de Bachiller, le gustaban las matemáticas, pero no estudió ingeniería porque no le agradaba ser empleado público, prefiriendo la medicina que se dictaba en la U. Central. Como era curioso por naturaleza también se matriculó en la recién creada Facultad de Filosofía y Letras de la U. Central: dos carreras simultáneas.

En 1940 cuando fue designado profesor de Biología en el Instituto Superior de Pedagogía de la U. Central, contrajo matrimonio con su colega la Dra. Blanca Castillo Dávila, con quien compartió su vida, su hogar y su ciencia. Tuvo dos hijos.

SUS INVESTIGACIONES
Son innumerables los libros, opúsculos, informes, y resúmenes científicos que escribió a lo largo de su vida; todos ellos basados en sus estudios e investigaciones. Superan el centenar y la mayoría de ellos se refieren a la parasitología y a la medicina que fueron su pasión.

A partir de 1939, su vida transcurrió entre sus investigaciones y viajes al exterior como representante del país, a congresos y conferencias donde tuvo la oportunidad de exponer sus ideas y resultados de sus desvelos científicos, lo que le valió el reconocimiento de sus pares del mundo entero.

Un ejemplo de su trabajo como investigador lo encontramos cuando en 1973 y con motivo de la pandemia de sarna desatada por los hippies en el Ecuador editó “La escabiosis en Latinoamérica”, considerado hasta hoy como el mejor tratado que existe en nuestro país sobre esta enfermedad y que la complementó en 1976 con los Dres. Eduardo Estrada y Edgar Belfort con “Sarna, Ácaros y el Hombre”.

SUS INQUIETUDES SOCIALES
Pero, recordemos, que un solo aspecto no define a una persona. Cada ser humano presenta varias facetas que, al igual que las piezas de un rompecabezas, va dando forma a un paisaje colorido en donde transitan miles de ideas, de esperanzas, de ilusiones, de desencantos y de logros.

Luis Alberto León Vinueza, formó parte de los “Vasconcelos” un grupo de jóvenes otavaleños que en la década de los años veinte, del siglo pasado, pensaron y actuaron en función de su edad, de su ciudad, de su país, de las relaciones sociales existentes. Ellos, ciertos o equivocados, sentaron la base de lo que sería luego conocido como el indigenismo, pues, vivieron en carne propia la explotación y el abuso del mestizo, del que ellos mismos formaron parte, contra los indígenas.

“Definí a los Vasconcelos como un grupo cultural surgido en el ámbito específico de Otavalo. Ayudó a caracterizarlo la personal anotación de uno de sus miembros: “Nuestra jorga, organizada con los más sanos y nobles propósitos de índole estrictamente intelectual, al servicio de la cultura lugareña se hallaba constituida por nuestros normalistas, estudiantes secundarios y uno que otro ciudadano ilustrado que quería hacer causa común con nuestras inquietudes, rebeldías y locuras temporales”. Plutarco Cisneros, Director del Instituto Otavaleño de Antropología IOA.
“Aunque el indigenismo de la Liga (Vasconcelos) nace con carácter literario, luego se expresa a través de artículos periodísticos y el ensayo y se va siendo más científico hasta llegar a las perspectivas sociológicas”. A esta obra debe añadirse la de Luis A. León Vinueza. (IBIDEM)

HISTORIA MÉDICA
Recordemos que León siguió, en la universidad, las carreras de medicina y de filosofía, a la que habría que añadir la historia. Por eso, a más de sus estudios científicos de medicina, especialmente de parasitología, hay que añadir sus trabajos sobre la historia de la medicina en el Ecuador, “Prólogos y Notas a los estudios médicos ecuatorianos”. “Historia de la Medicina de la Provincia de Manabí”, y “Personalidades ilustres de la Medicina nacional”; con 26 biografías muy completas de médicos ecuatorianos del siglo XIX, que fueron copiadas después por otro escritor.

Ese año también publicó en Quito y Guayaquil un erudito ensayo sobre el padre Domingo Coletti y el autor de II Gazzetiere Americano. Fue designado Profesor Honorario de la U. de Quito.

Fue tan vasta su obra que en 1976 fue condecorado con la Medalla al Mérito de Salud Pública en reconocimiento de su labor científica, humanitaria y por su invalorable aporte a la comunidad.

En 1977 fue declarado Secretario Perpetuo de la Academia Ecuatoriana de Medicina y en 1979 recibió el homenaje de la Sociedad ecuatoriana de Dermatología en las III Jornadas celebradas en Cuenca, siendo proclamado “investigador infatigable y profundo conocedor de la realidad médica ecuatoriana”.

En 1980 la Facultad de Medicina de la U. de Guayaquil le rindió un homenaje “por sus valiosos aportes de investigación en parasitología ecuatoriana”. El 81 publicó una “Historia de la tuberculosis en el Ecuador, especialmente en Quito”.

Dirigió la revista de Biología y Ciencias Médicas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana por muchos años. Sus contribuciones “científicas como el descubrimiento de un nuevo helminto que mereció el nombre de “Reilletina Quiteuris”, consta en varias obras y textos de Medicina Tropical, sudamericana, los servicios sanitarios prestados en las graves epidemias que han azotado al país y sus numerosas campañas de vacunación le presentaban como uno de los más ilustres médicos ecuatorianos.

Otra de sus preocupaciones fue la de rendir homenaje a sus colegas médicos con biografías y trabajos que recopilaran sus trabajos más allá de su profesión. Una muestra de ello es su libro: “MÉDICOS ESCRITORES Y POETAS DEL ECUADOR”. En suma, en la investigación y en la ciencia era un humanista que se había adentrado en las peculiaridades de la patología nacional, especialmente en aquellas que se relacionaban con la parasitología y demás enfermedades tropicales. Hablaba el inglés y traducía el francés.
En 1965 la Municipalidad de Quito le declaró “Un buen ecuatoriano” premiándole con Medalla de Oro.

ETNOHISTORIADOR, HISTORIADOR Y BIÓGRAFO

“BOSQUEJO HISTÓRICO DE LAS LENGUAS VERNÁCULAS DEL ECUADOR Y LA EDUCACIÓN BILINGÜE”, que no sería su único aporte al estudio de la realidad social del indigenado en el país.

“LA ENFERMEDAD Y MUERTE DE HUAYNA CAPAC”.

“SALUD Y MEDICINA EN LOS GRUPOS ABORÍGENES DEL ORIENTE ECUATORIANO”.

“ATABALIPA (ATAHUALPA) REY DE LOS OTAVALOS. INVESTIGACIÓN PATRONÍMICA DEL MONARCA QUITEÑO”.

“LA MUJER INDÍGENA EN EL RÉGIMEN LABORAL INCÁSICO Y COLONIAL DEL REINO DE LA REAL AUDIENCIA DE QUITO”.
“BIBLIOGRAFÍA NACIONAL Y EXTRANJERA SOBRE EL INDIO ECUATORIANO”.

“COMPILACIÓN DE CRÓNICAS, RELATOS Y DESCRIPCIONES DE CUENCA Y SU PROVINCIA”.

“EL MARISCAL DE CAMPO DON ANTONIO ALCEDO SU VIDA Y SUS OBRAS CIENTÍFICAS”.

“JORGE A. GARCÉS GARCÉS, UN IMBABUREÑO ILUSTRE”.

Quienes lo conocieron dicen que como hombre era cordialísimo, sencillo, generoso y siempre se manifestaba dispuesto a ayudar a sus colegas; como hombre de acción tenía la costumbre de levantarse de madrugada para escribir, de manera que a eso de las seis de la mañana ya estaba bañado, vestido y listo para comenzar sus jornadas de clases y atención a la clientela, que jamás descuidó.

Una breve enfermedad fue la causa por la que dejó existir en Quito, el 3 de septiembre, de casi noventa y tres años de edad.