Alex Benalcázar, Director de Ambiente de Esmeraldas, ha expresado su profunda preocupación por la cantidad de sedimentos que la empresa hidroeléctrica Manduríaco ha estado liberando, afectando directamente a la empresa de agua potable y a la fauna local, con especial hincapié en la mortandad de peces en los ríos Esmeraldas y Machángara.
El problema se ha vuelto recurrente, sucediendo al menos dos veces al año, y pone en evidencia no solo un daño ambiental significativo sino también una serie de repercusiones económicas y sociales para la región. Según Pelalcázar, aunque todo proyecto genera algún impacto ambiental, la magnitud de los daños causados por Manduríaco demanda una acción inmediata y estratégica.
Disminución de oxígeno
La liberación de sedimentos con baja capacidad de oxígeno por parte de la hidroeléctrica ha llevado a condiciones de vida insostenibles para la flora y fauna acuática. Los peces, esenciales para el ecosistema local y la economía de muchos residentes, literalmente los peces se ahogan debido a la disminución de oxígeno en el agua, afectando su desarrollo y capacidad para encontrar alimento. El comunicado de la hidroeléctrica sobre las descargas, recibido el 4 de octubre, llegó tarde según Pelalcázar, cuando los efectos ya eran visiblemente dañinos. Este retraso en la comunicación subraya la necesidad de una mejor coordinación entre la empresa y las autoridades locales para anticipar y mitigar estos eventos.
El Ministerio del Ambiente, como ente regulador, juega un papel crucial en la implementación de medidas que no solo informen sino que también prevengan y mitiguen los impactos negativos. Entre las soluciones propuestas se incluyen estudios más rigurosos de impacto ambiental, la implementación de sistemas de filtrado o retención de sedimentos, y la imposición de sanciones que incentiven a la hidroeléctrica a adoptar prácticas más sostenibles.
Agua contaminada
Además, la turbidez del agua afecta la planta de tratamiento, incrementando los costos operativos. Datos de 2016 y 2017 muestran que se gastaron $1.3 millones adicionales en policloruro de aluminio para tratar el agua contaminada por sedimentos. Este gasto recae sobre la empresa de agua potable, y por ende, sobre los contribuyentes y usuarios del servicio. Pelalcázar señala que la solución no solo pasa por el tratamiento post facto sino por la prevención y el reconocimiento por parte de Manduríaco de los daños ambientales y económicos. Se urge a la hidroeléctrica a que compense no solo a la planta de tratamiento de agua sino también a los agricultores, ganaderos y pescadores cuyo sustento depende del río.
La situación actual requiere un análisis constante y riguroso del agua, realizándose pruebas cada hora para asegurar la calidad del agua potable distribuida a los residentes de tres cantones en Esmeraldas. Esta medida, aunque necesaria, representa un costo adicional que podría ser evitado con prácticas más responsables por parte de la hidroeléctrica.
El caso de Esmeraldas y la Hidroeléctrica Manduríaco es un claro ejemplo de cómo las actividades industriales pueden y deben alinearse con el respeto y la conservación del medio ambiente, asegurando que el desarrollo económico no venga a expensas de la naturaleza y la salud de las comunidades locales. La llamada a la acción es clara: es necesario un compromiso real y acciones concretas para restaurar el equilibrio ecológico y garantizar la sostenibilidad para las futuras generaciones de esmeraldeños.(DLH)