Las flotas pesqueras chinas saquean el mar de Ecuador; una denuncia del New York Times

Perturbación internacional por grave denuncia del New York Times. Se llevan el 99% de la pesca de Galápagos. 300.000 pescadores artesanales frente a un etnocidio.

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Una publicación del New York Times, el 26 de septiembre pasado, “Cómo se dirige China al suministro mundial de pescado”, ha conmocionado al mundo de los océanos, en sus diversos ámbitos, la ecología, la economía, la soberanía marina de las naciones, la oceanopolítica, la guerra. Es un documento que por sus graves constataciones y denuncias debería sacudir al Ecuador entero. Un escenario crítico de la disputa por la hegemonía mundial es el mar, en el cual el mar del Ecuador, en el centro del mundo, el Yasuní de los mares de La Tierra, extraordinariamente rico por su diversidad genética y su profusión de vida, está en el centro del conflicto. Lo están también las costas Pacíficas de Perú y Chile, para cuyas economías la pesca es un vector esencial, tanto por la provisión alimentaria para su población, cuanto por su participación relevante en el mercado mundial de peces y mariscos, que define en una magnitud significativa el curso de sus balanzas comerciales y la estabilidad de sus economías.

El conflicto en evolución pasa por Colombia, que ahora por primera vez desde 1830, bajo el gobierno del presidente Gustavo Petro, anuncia volver decisivamente sus ojos hacia la costa Pacífica. Se extiende hacia los países centroamericanos con riberas en el Pacífico, a México e incluso EEUU, pues todos empiezan a sufrir las consecuencias de las afectaciones a los equilibrios de los ecosistemas marinos, generados por la pesca depredadora alrededor del paralelo cero. El conflicto no se limita sin embargo a las costas orientales del Pacífico, en Sudamérica se extiende a las aguas atlánticas de Argentina, Uruguay y Brasil.

Galápagos cercado: se llevan el 99% de la pesca

El artículo del NYT, suscrito por Steven Lee Myers, Agnes Chang, Derek Watkins y Claire Fu (1), hace revelaciones estremecedoras. Apunta que, en el verano de 2020, el grupo de conservación Oceana, contó alrededor de 300 barcos chinos operando cerca de Galápagos, los barcos abrazaron el territorio marino con tanta fuerza que el mapeo satelital de sus posiciones trazó el límite de la zona. La operación de ocupación territorial de las inmediaciones del mar ecuatoriano fue tan concluyente que “ningún otro país se acercó”.

Presentan otra denuncia explosiva, afirman que sus actividades “representaron casi el 99% de la pesca próxima a Galápagos”.

En ese mismo verano del 2020, en un debate en la Asamblea Nacional en Quito, los sectores marinos y pesqueros interesados en defender las operaciones de las flotas extranjeras en el mar del Ecuador y en el Pacifico oriental, indicaron en un tono como si fuese poco, que la flota China pesca 5 millones de toneladas de pota (calamar gigante) por trimestre, y afirmaron que la flota se encuentra más cerca de Samborondón, en las proximidades de Guayaquil en el continente que de San Cristóbal en las Galápagos.

Perjuicio económico: ¿30.000 millones de dólares anuales?

Las cifras expuestas por quienes favorecen la pesca extranjera, sin duda conservadoras, pues hay estimaciones de que su magnitud es el doble o más, proyectan que el valor de estas operaciones a una cotización de 1.75 el kilo de calamar, asciende a 8.750’000.000, ocho mil setecientos cincuenta millones de dólares americanos trimestrales, nada menos que 30.000’000.000, treinta mil millones de dólares anuales, suma que supera varias veces la renta petrolera que percibe el país.

Sí, como es obvio, no hay ningún mecanismo que informe a la fauna marina, “si usted no es calamar, no le pesco”, la captura no se reduce a la pota, se extiende a especies diversas, incluso se reportó la desaparición de un hermoso y emblemático tiburón ballena que era el único que portaba un dispositivo de rastreo: ¿cuántos más habrán sido capturados? No es extraño entonces que, pesquen atunes, tiburones, peces, pepinos de mar, camarones, langostas, langostinos, entre otros, cuyo valor comercial es significativamente más alto. Tampoco es difícil imaginar que la proyección del perjuicio económico que viene sufriendo Ecuador es aún mayor.
Los datos se estiman sólo sobre la flota de barcos chinos, que viajan 10.000 millas hacia el mar del Ecuador. Pero no son los únicos, hay cientos de barcos extranjeros con banderas de otros países, e incluso que se presentan con bandera ecuatoriana sin ser ecuatorianos que, pescan en el mar del Ecuador.

Pescadores artesanales: “Ya no hay qué pescar”

Las faenas de pesca se extienden en toda la franja del mar ecuatoriano desde la ribera continental hasta la archipélaga. Las capturas pueden representar en el mar continental una magnitud aproximada al 99% proyectado en Galápagos, tanto que, los pescadores artesanales en Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, Guayas, El Oro, se quejan al unísono: “ya no hay que pescar”.Esta crisis afecta severamente a los 300.000 pescadores, quienes están siendo desplazados de su actividad productiva ancestral, de sus formas de vida consuetudinarias, en un proceso complejo y doloroso caracterizado por juristas latinoamericanos, como un “etnocidio” de los pescadores artesanales ecuatorianos. Algunos de ellos por las desesperantes condiciones económicas en las que se debaten, han sido reclutados por el narcotráfico para el transporte marino de drogas en sus embarcaciones. Cuando estas actividades han sido detectadas, la condena no ha llegado a los reyes del narco, sino a los humildes pescadores sentenciados hasta 25 años de cárcel, transformados en un chivo expiatorio.

Las consecuencias se extienden a la industria pesquera ecuatoriana que sin poder competir con estas ciudades industriales navegantes que conforman las flotas extranjeras, considera inversiones mayores para ampliar sus operaciones fuera de las 200 millas, con un alto incremento de sus costos operativos. Se disemina en el mercado de alimentos en el país, donde disminuye y se encarece la oferta de peces y mariscos, afectando la dieta de 18 millones de ecuatorianos, que se han nutrido de proteína marina por siglos y siglos.

Están matando el mar

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Un pesquero chino frente a las costas de Sudamérica. (Isaac Haslam/Sea Shepherd, NYT)

Sin embargo, el más grave impacto es el que enfrentan la fauna y flora marinas, las aguas y el equilibrio de su ecosistema. Es desgarrador escuchar los alaridos de dolor de los tiburones cercados por las sofisticadas flotas pesqueras, aúllan como mujeres u hombres torturados brutalmente. Por su función en la cúspide de la cadena trófica, la población de tiburones es decisiva para el control de la morbilidad en los mares, ellos consumen los cadáveres del mar y regeneran la vida. La disminución de la población de tiburones, la extinción de especies en curso como es el caso del tiburón martillo, amenaza con consecuencias severas, entre ellas la aceleración de la creciente acidificación de los mares.

Tiburones martillo, jóvenes, en peligro

Los pescadores artesanales no sólo se quejan de que las sofisticadas tecnologías que aplican las flotas extranjeras se llevan ese 99% de la pesca que denuncia el NYT, se quejan también de la barbarie depredadora, sin ningún conocimiento de los ciclos de vida, reproducción y muerte de las distintas especies, las pescan indiscriminadamente, provocando un ecocidio marino, que claman sea detenido cuanto antes.

Para ellos, y así es, pescar es un arte, una ciencia, una forma de vida, una cultura de raíces milenarias. Herederos de un conocimiento secular, saben proteger los ciclos de la vida marina: qué, cuándo y cómo pescar. Desde ahí ven con horror como las gigantescas flotas que, las fotos satelitales han mostrado ocupar un espacio equivalente a las provincias de Guayas y Santa Elena juntas, se desplazan pescando indiscriminadamente huevos, larvas, alevines, jóvenes y adultos en fase de reproducción, violando las fases de la vida marina, y afectando severamente el ictioplancton. No comprenden lo incomprensible: ¡cómo es posible que estén matando la vida de las especies, que estén matando el mar!

“Las flotas industriales están arrasando las poblaciones, y tememos que en el futuro no haya más pesquerías. Ni siquiera la pandemia los detuvo”, destaca el New York Times, de las declaraciones de Alberto Andrade, pescador de Galápagos.

Etnocidio de los pescadores artesanales

Tienen un reclamo incontrovertible, la ley de pesca se adapta y favorece la presión de las flotas extranjeras, restringió el ámbito de sus operaciones a apenas 8 millas y se pretende que se reduzcan a sólo 3 millas. A la vez establece mecanismos de control asfixiantes y multas imposibles de pagar. En tanto desde la adhesión a la CONVEMAR el 2012, el mar desde el continente a las Galápagos en las 188 millas de la ahora llamada “zona económica exclusiva” está abandonado a las normas de la CONVEMAR, se han incrementado las operaciones de policía marina contra los pescadores artesanales.

La conjunción de estos elementos es una señal de alerta inmediata para el país entero, implica la condena a muerte de la pesca artesanal, fuente de los alimentos marinos de toda la población.

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Hai Feng, uno de los buques pesqueros de la Corporación Pesquera China, que depreda las cosas de Ecuador.

La flota China, cuenta con buques como el Hai Feng 718, registrado en Panamá, propiedad de la Corporación Nacional de Pesca de China. Construido en Japón, es una nave de cualidades similares a los portaviones, con una capacidad superior a 500.000 pies cúbicos de espacio de carga refrigerada, suficiente para transportar la impresionante magnitud de 725.000 toneladas de peces. También transporta combustible y otros suministros necesarios para la operación, abastecimiento y reabastecimiento. Puede atender hasta una red de 70 barcos, como lo establece Global Fishing Watch, organización que hace seguimiento de las actividades de los barcos. La nave conocida como nodriza, recibe el transbordo de las capturas de los pesqueros. Sin necesidad de viajar cientos o miles de millas para su descarga, pueden laborar permanentemente, multiplicando su capacidad de pesca.
El NYT informa que Global Fishing Watch ha rastreado decenas de “eventos de navegación” inexplicables, los barcos portaviones y más grandes se quedan a distancia, los barcos pesqueros apagan sus radares para evitar su detección e ingresan y salen de las llamadas zonas económicas exclusivas en la jerga de la CONVEMAR.

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Rutas del pesquero chino Hai Feng 718 entre junio 2021 y mayo 2022 en América del Sur.

CONVEMAR y la pesca pirata

La denominada convención del mar sólo reconoce a los países adherentes 12 millas de mar territorial, lo que significa para Ecuador la pérdida de soberanía territorial en el 94% del mar, más de 1 millón de kilómetros cuadrados, una extensión cuatro veces superior a la magnitud del territorio continental. Encubre esta lesión, en la denominada Zona Económica Exclusiva, donde el país ribereño pierde su soberanía, sus derechos absolutos, a cambio de ciertos insignificantes “privilegios” en relación a otros países, esas aguas pasan a ser consideradas internacionales y normadas por la CONVEMAR, no por la legislación del Estado ribereño.

El Tribunal del Mar dependiente de la CONVEMAR va estableciendo su jurisprudencia sobre la materia, condenó a Guinea a pagar millonarias indemnizaciones por haber detenido a un barco extranjero con banderas de Granadina y San Vicente, que pescaba en su denominada Zona Económica Exclusiva, lo denunció César Fiallos. Es evidente que la CONVEMAR protege la pesca que desde el siglo XIX en la legislación latinoamericana se llama: pirata. Flotas que han llegado a sumar más de 600 barcos han protagonizado una pesca depredadora en el mar ecuatoriano, tanto en la ribera continental como en la insular. Correa, Moreno y Lasso de espaldas a los derechos marinos del Ecuador No solo el gobierno del presidente Correa y los legisladores que violando el Art. 4 de la Constitución que instituye el carácter irreductible del territorio de la república, se pronunciaron por la adhesión a la CONVEMAR, que constituye la última mutilación territorial del Ecuador, sino que además, los gobiernos de Lenin Moreno y Guillermo Lasso, en lugar de denunciar la CONVEMAR y restituir los derechos históricos del Ecuador, han continuado ese mismo camino que implica la renuncia a los derechos soberanos del Ecuador y la subordinación a las operaciones de las flotas extranjeras. Si bien en el gobierno de Moreno se detuvo un buque chino en las aguas de la reserva marina de Galápagos con más de 6.000 tiburones a bordo, prueba de la gravedad del ecocidio en curso, en lugar de advertir las dimensiones del caso (si un buque lleva 6.000 tiburones los 400 buques denunciados ese año en las inmediaciones del mar del Ecuador podrían llevar 2’400.000 tiburones), se expidió la ley de pesca adaptándose a la CONVEMAR, a las operaciones de las flotas extranjeras y en detrimento de los pescadores ecuatorianos.

A las protestas diplomáticas de Ecuador, el NYT señala: “China ha respondido con ofertas de concesiones. Anunció moratorias sobre la pesca en ciertas áreas, aunque los críticos señalaron que las restricciones se aplican a las estaciones en las que los peces no son tan abundantes. Prometió limitar el tamaño de su flota de aguas profundas, aunque no reducirla, y recortar los subsidios gubernamentales que proporciona a las compañías pesqueras, muchas de las cuales siguen siendo de propiedad estatal o controladas. En el año que siguió al furor por las Galápagos, la mayor parte de la flota china mantuvo una mayor distancia de la zona económica exclusiva de Ecuador. Pero, siguió pescando tanto como antes”. En el gobierno de Lasso, se reformó el Código Civil, en franca violación de la Constitución de la República, reduciendo la soberanía territorial marina de 200 a 12 millas, renunciando a la soberanía sobre los fondos, plataformas y zócalos submarinos y a la soberanía aérea y en consecuencia espacial, adaptando la legislación del país a las normas de la CONVEMAR, a las necesidades de las flotas pesqueras extranjeras y al paso inocente de las operaciones del narcotráfico en los mares del Ecuador.

En este contexto el anuncio de una pequeña ampliación de la reserva marina de Galápagos por 60.000 km2, con ciertas limitaciones a técnicas pesqueras, asociada a una no esclarecida emisión de “bonos azules”, que generó la impresión de tratarse más de un negocio financiero que de medidas de protección de la naturaleza, no ha pasado de ser un espejismo, una cortina de humo, que deja intocados y encubre los problemas fundamentales.

En este mundo al revés, donde los gobiernos que deben proteger a la república, por el contrario, protegen a quienes saquean la república, las operaciones de estas flotas pesqueras denunciadas año tras año por la prensa internacional, no serían posibles sin la ayuda de los organismos de control que las ignoran y cuando las conocen las ocultan; de empresas ecuatorianas que laboran en la provisión de combustibles a precios en este caso sí subsidiados, y otros insumos, e incluso de quienes al estilo del presidente Cordero a fines del siglo XIX, alquilan la bandera para que naves extranjeras pesquen con la tricolor.

¿Por qué se desató el desastre?

Si bien las presiones por pescar en las ricas aguas del mar del Ecuador se extienden desde antes de la fundación de la república y han ocasionado episodios relevantes como la guerra del atún en la década de los años 60, el desastre se desató por la adhesión a la CONVEMAR el 2012, cuando al renunciar a la soberanía territorial marina de 200 millas, se abrió de par en par las puertas a la pesca depredadora por ahora y en el futuro a la amenazante depredación de la minería marina.

La trágica experiencia de Ecuador, plantea la necesidad y urgencia de denunciar la CONVEMAR, el carácter inconstitucional de su adhesión, que se expresa claramente en la mutilación territorial marina que contiene, confirma las tres objeciones que en 1982 presentó el gobierno del presidente Oswaldo Hurtado, cuando se negó en Montego Bay a suscribir el texto final de la Convención. La primera se refiere a que la CONVEMAR no reconoce la particular contribución ecuatoriana al derecho del mar, la soberanía sobre 200 millas de mar territorial, sobre sus aguas, fondos, zócalos, plataformas submarinas y espacio aéreo establecidas en el Código Civil. La segunda, advierte que Ecuador, país oceánico con riberas continentales y archipielágicas, no puede adherirse porque la CONVEMAR no reconoce la existencia de Estados a la vez continentales y archipelágicos.

La tercera por que lesiona los derechos pesqueros consuetudinarios de Ecuador al habilitar la pesca extranjera de las especies nacidas en sus aguas. Las normas de la CONVEMAR establecen expresamente que los países adherentes se someten incondicionalmente a todas sus disposiciones, por tanto, no permite una adhesión parcial o con observaciones.
El crudo y tenso sufrimiento de las especies y el ecosistema marino ecuatoriano, la transformación de sus inmediaciones en un espacio de batalla campal y desigual de una parte por la pesca y de otra por la protección de la fauna y flora marina que batalla como un minúsculo David frente a un gigantesco Goliat, confirman la pertinencia del pronunciamiento del presidente del Perú, Pedro Castillo. Él cesó al canciller de su gobierno, Miguel Ángel Rodríguez Mathei, por sugerir que su país debía considerar la adhesión a la CONVEMAR, lo que implicaría la pérdida de soberanía sobre más de 864.000 km2 de mar, sobre su lecho y subsuelo, por la reducción de 200 a insignificantes 12 millas de mar territorial, lo que configura un acto inconstitucional y de traición a la Patria, como lo denunció el destacado economista Hugo Cabieses.

¿Por qué Ecuador está en el centro de la tormenta?

Porque Ecuador está en el centro del mundo. En su mar convergen las corrientes submarinas del norte, del Niño, del sur, Humboldt, del paralelo cero, Quito, desembocan las aguas dulces de la vigorosa cordillera de los Andes. Convergen, además, los vientos alisios del norte y del sur, que se encuentran en el paralelo cero y juegan un papel decisivo en el equilibrio climático del planeta. Converge también la mayor radiación solar, propia de la zona intertropical de la Tierra. Converge la cordillera submarina de Manta, la formación geológica que une la placa tectónica continental sudamericana a la altura de la provincia de Manabí con el archipiélago de Galápagos, que emerge a la superficie a 515 millas de distancia, por la cual fluyen desde el centro de la Tierra los más diversos elementos químicos que alimentan este ecosistema marino tan único en el mundo que, puede ser considerado el útero de los mares del mundo.

Las cualidades geológicas, oceánicas, ecológicas del mar del Ecuador, son las que permiten la vida de ese paraíso que constituyen las islas Galápagos y las que generan esa extraordinaria fauna y flora marinas, hoy amenazados por la depredación y la muerte, habilitadas por la adhesión a la CONVEMAR.

El archipiélago en la independencia

Ciertamente, no es nueva la ambición de potencias extranjeras en el mar del Ecuador. Hace dos siglos las islas del archipiélago de Quito fueron centro de operaciones de piratas y corsarios ingleses, tanto que tuvieron el descaro de bautizar a las islas con nombres ingleses. Se dedicaban particularmente a la pesca de ballenas, con el propósito de proveer de su rico aceite -equivalente al petróleo en esa la época-, combustible básico de la revolución industrial británica en auge. Este fue uno de los elementos que impulsó a Londres a apoyar las batallas por la independencia de América Latina de la Corona española. En la guerra independentista, las islas fueron un eje de las operaciones navales del Ejército Libertador frente a la marina española, sus victorias aseguraron la independencia de Esmeraldas el 5 de agosto de 1820, que abrió el camino a la independencia de Guayaquil el 9 de octubre de 1820 y a la marcha victoriosa de Sucre hasta la liberación de Quito en la batalla del Pichincha el 24 de mayo de 1822. No es accidental que hay varios destacados héroes de la independencia que fueron marinos ingleses.

Ecuador protege el archipiélago, 1832

En 1832, frente a las presiones de Londres por lograr que la naciente República del Ecuador canjee la soberanía sobre el archipiélago con la deliberadamente sobrecargada deuda inglesa, el gobierno del General Flores declaró expresamente la soberanía sobre las islas que, pasaron de llamarse archipiélago de Quito a archipiélago del Ecuador, protegiendo la integridad territorial. Las islas estaban ahí, no fueron descubiertas por Tomás de Berlanga en 1559, como reza la versión colonial de la historia. De ellas la milenaria nación de Quito, en la época conocida con el nombre español Valdivia, por la arqueología colonial, hace más de 5.000 años ya había dibujado en sus placas de piedra las corrientes submarinas que se encuentran en el centro del mundo -en el mar de Quito-, corrientes que en la cultura moderna recién fueron identificadas en los siglos XIX y XX.

Pieza de más de más 5.000 años de edad que establece las corrientes submarinas del norte, conocida hoy como corriente del Niño, del Sur conocida como corriente de Humboldt, del paralelo cero, conocida como corriente de Quito o Cromwell. El presidente Flores estableció que la soberanía ecuatoriana sobre el archipiélago del Ecuador –bautizado como de Galápagos a fines del siglo XIX-, se determina por encontrarse en las aguas adyacentes al territorio continental, estableciendo jurídicamente la soberanía del país en toda la extensión del mar desde el continente hasta el archipiélago.
El General del Ejército Libertador, José de Villamil, asumió la gobernación de las islas y la tarea de la plena recuperación de la soberanía ecuatoriana, en 7 años de guerra derrotó a los piratas y corsarios ingleses, venció los intereses de la mayor potencia imperial en auge de la época. A su calidad de prócer de la independencia se suma por esta causa su reconocimiento como creador de la Armada del Ecuador.

Tratado Continental sanciona pesca ilegal como pirata, 1859

Enfrentadas a la pesca ilegal en sus mares, las nacientes repúblicas suscribieron en Chile el Tratado Continental, era 1859. En esta pieza esencial de la política internacional latinoamericana, establecieron que los barcos que se encuentren pescando sin la autorización legal del Estado ribereño, serán tratados como piratas. Y asumieron la defensa colectiva en todos los órdenes políticos, económicos y militares de cualquiera de las repúblicas que sea afectada por amenazas u operaciones de potencias extranjeras.

Alfaro defiende Galápagos frente a presiones por construcción del Canal de Panamá

El presidente Alfaro a fines del siglo XIX protegió la integridad territorial del Ecuador desde el continente hasta el archipiélago, no cedió a las presiones por su venta, arriendo o concesión propuestas por las potencias que disputaron la construcción del canal de Panamá, pues estratégicamente se considera que quien controla el archipiélago controla el canal.
Alfaro y su canciller Peralta, sostuvieron la tesis de la neutralidad del Ecuador en el conflicto entre Francia y Estados Unidos, basados en la constatación de que una república pequeña no podía dirimir ni inmiscuirse en un conflicto entre grandes potencias, que indefectiblemente le conduciría a un desastre territorial, económico y militar. El acierto de su posición fue verificado en el desenlace del conflicto: Estados Unidos venció; Francia perdió la concesión otorgada por Colombia y abandonó la construcción del canal a cambio de millonarias sumas de dinero; Colombia sufrió la partición de Panamá; Ecuador no sacrificó ni un milímetro de su soberanía.

Ratificación de la soberanía ecuatoriana de Galápagos, 1946

El presidente Velasco Ibarra fue personalmente a restituir la soberanía ecuatoriana en las Galápagos

En el siglo XX, Ecuador sufrió la ocupación de Galápagos por Estados Unidos en el contexto de la segunda guerra mundial. Se trató de una base militar que tenía tres aeropuertos, innumerables puertos, 28 refugios antiaéreos, e instalaciones para la habitación de 10.000 marines.

Como consecuencia de la revolución del 28 de mayo de 1944, el presidente Velasco Ibarra en 1946, restableció la plena soberanía ecuatoriana sobre las islas con la expulsión de la base militar estadounidense, si tal acontecimiento no hubiese ocurrido, las Galápagos a estas alturas del tiempo ya no serían ecuatorianas. El patriótico y soberano heroísmo ecuatoriano inspiró al mundo que se encontraba intimidado por el bombardeo atómico de EEUU en Hiroshima y Nagasaki, ocurrido apenas pocos meses antes.

200 millas de mar territorial

Siguiendo la declaración del presidente Truman de EEUU, quien en 1945 declaró la soberanía de su país sobre 200 millas de mar territorial y la declaración del Perú que lo hizo en 1947, Ecuador avanzó conjuntamente con Chile y Perú el Tratado del Pacífico contenido en la Declaración de Santiago del 18 de agosto de 1952, en la cual declararon su soberanía territorial marina sobre 200 millas de mar continental y en el caso ecuatoriano además insular, así como, se reservaron al derecho a ampliar su mar territorial de conformidad a las necesidades de protección de la vida marina, clave para la subsistencia de sus naciones.

La Declaración de Santiago, reúne todos los requisitos exigibles para su reconocimiento como un Tratado Internacional. Fue aprobado por los poderes legislativos de los países suscriptores, expedido como ley en cada una de las repúblicas por sus respectivos presidentes.

Fue inscrito en las Naciones Unidas y sometido al escrutinio e impugnación internacional por 10 años. Nada anula su vigencia, es una declaración con el valor de un Tratado Internacional de pleno reconocimiento en el derecho internacional.

A la Declaración de Santiago, tratado pionero en el establecimiento de los derechos marinos territoriales de los países oceánicos, se adhirió Costa Rica en 1955, lo que originó la extensión de su mar territorial a 200 millas y determinó la delimitación de fronteras territoriales marinas entre Ecuador y Costa Rica, en ese mismo año. Colombia comunicó su adhesión a la Declaración de Santiago en 1980, al gobierno del presidente ecuatoriano Jaime Roldós.
El presidente Velasco Ibarra fue personalmente a restituir
la soberanía ecuatoriana en las Galápagos.

La guerra del atún

En 1963 la marina ecuatoriana y los pescadores artesanales manabitas empezaron a detener buques que se hallaban pescando ilegalmente en el mar territorial del Ecuador, se inició la guerra del atún. El gobierno de EEUU presionó al gobierno del presidente Carlos Julio Arosemena Monrroy por la liberación de los buques, usando para el efecto incluso el chantaje de la suspensión de un crédito de decenas de millones de dólares, negociado por su Ministro Miguel Salem Dibo. Arosemena rechazó el crédito y afirmó el carácter irreductible de la soberanía territorial marina del Ecuador. El presidente Arosemena fue depuesto por una conspiración articulada por la CIA, como lo denunció testimonial y documentadamente el ex agente de la inteligencia estadounidense, Philip Agee.

La dictadura militar que sucedió a Arosemena, estableció un secreto “modus vivendi”, mediante el cual permitía la pesca de naves estadounidenses en el mar territorial ecuatoriano. Cuando el tema fue conocido por la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores, presidida entonces por Andrés F. Córdova y este organismo se pronunció por la denuncia de ese “modus vivendi”, la información trascendió a dominio público, la dictadura militar colapsó, el último acto de su canciller, fue precisamente la denuncia del convenio. La Asamblea Constituyente de 1966-67 abordó el tema, degradó a los miembros de la Junta Militar de Gobierno y al Canciller Clemente Ponce, embajador de carrera, por no haber protegido la soberanía marina del Ecuador. El presidente interino Clemente Yerovi Indaburu, expidió un conjunto de reformas al Código Civil, en las que se estableció expresamente la soberanía territorial marina sobre 200 millas de mar continental e insular, sobre sus aguas, espacio aéreo, fondos, subsuelos, zócalos y plataformas submarinas.

La guerra del atún continuó, en su desarrollo la marina detuvo 154 buques de bandera estadounidense pescando ilegalmente en el mar territorial ecuatoriano. El gobierno de Velasco Ibarra unió al país entero

y a América Latina en su causa, derrotó a Estados Unidos en la misma OEA, ratificando el derecho inalienable de la policía marina ecuatoriana de detener a aquellas naves que ilegalmente se encuentren pescando en sus aguas territoriales, ratificando los derechos soberanos sobre las 200 millas de mar.

La perspectiva en curso: restitución de la soberanía y denuncia de la CONVEMAR

A 10 años de la adhesión a la CONVEMAR, es evidente que esta convención no garantiza en absoluto los derechos territoriales marinos del Ecuador sobre sus 200 millas de mar territorial, ha favorecido la transformación de sus aguas en un campo de confrontación entre las potencias del mundo. Por un lado, la flota de barcos chinos ejecuta operaciones gigantescas de pesca, por otro EEUU ha avanzado posiciones militares en Galápagos y la jefa del Comando Sur de EEUU se permitió hacer una declaración belicosa contra China en Quito.

Ecuador no puede permitir ni permitirse ser el centro de un conflicto que se cierne en el mar del Ecuador entre dos potencias mundiales China y EEUU. Debe seguir las lecciones de su propia diplomacia, cuando Alfaro declaró expresamente la neutralidad en el conflicto franco-estadounidense por el dominio del Canal de Panamá, consciente de que no corresponde a un pequeño país inmiscuirse en una confrontación de grandes potencias, que sólo le puede generar pérdidas inconmensurables.
Ecuador debe proteger su soberanía territorial marina y asumir la denuncia de la CONVEMAR, la derogatoria de las inconstitucionales reformas al Código Civil y la Ley de Pesca que reducen el mar territorial a de 200 a 12 millas, debe seguir los pasos del General Flores, del General Urbina, del General Alfaro, de Velasco Ibarra, de Galo Plaza (en su gobierno se suscribió la Declaración de Santiago), de Arosemena Monroy, de Jaime Roldós, quienes establecieron precedentes irrenunciables, respetados por todos los presidentes a excepción de los tres últimos, Correa, Moreno y Lasso.

Ecuador debe convocar a los países suscriptores de la Declaración de Santiago, Chile, Perú, Colombia y Costa Rica a fortalecer la soberanía sobre las 200 millas de mar territorial y desde allí convocar a los países con riberas oceánicas de todo el mundo a adherirse a la Declaración de Santiago, lo que les permite asumir en el derecho internacional, como lo hizo Costa Rica en 1955 y Colombia en 1980 su soberanía territorial sobre sus 200 millas de mar. Los legítimos y legales derechos de las naciones están en riesgo y con ellos la vida de los mares, que es esencial en toda forma de vida en la Tierra.

¿Qué significa esto? ¿Una operación de guerra no declarada a 10.000 millas de sus costas? ¿Un perjuicio ecológico de dimensiones descomunales, que advierten un ecocidio, precisamente en el archipiélago del Ecuador, caracterizado como un santuario de vida? ¿Un perjuicio económico por la pesca de millones de toneladas que representan decenas de miles de millones de dólares anuales? Como suelen decir los ingleses, “hacerse una pregunta es responderla”.

Ecuador está cara a cara frente a la flota pesquera más grande del mundo. Sufre un perjuicio de decenas de miles de millones de dólares anuales.

Enfrenta un ecocidio, la depoblación de la fauna marina de consecuencias imprevisibles, que amenaza la estabilidad del ecosistema marino en su mar que se extiende desde el continente al archipiélago.

El ecocidio del mar del Ecuador afectará a Perú, Chile, Colombia, Costa Rica, Centroamérica, México, EEUU y a todos los mares del mundo, al afectar a la matriz, al útero de los mares del mundo.

Marcelo Larrea