Riesgos y políticas públicas

GABRIEL QUIÑÓNEZ DÍAZ
GABRIEL QUIÑÓNEZ DÍAZ

GABRIEL ADRIÁN

QUIÑÓNEZ DÍAZ

Existen tres circunstancias que conforman el telón de fondo de la crisis que afecta al pueblo ecuatoriano: enfrentamos un año de pandemia; se acerca el fin de un pobre periodo gubernamental; y, se viene un proceso sui géneris de campaña para las elecciones del nuevo gobierno. Su conjunción explica la gravedad de la crisis económica, social, política y moral a la que ha llegado el país, cuya salida es compleja y difícil.

Una sociedad sometida a la crisis sanitaria sin precedentes, soportando con estoicismo sus muertos, la corrupción del sistema hospitalario, la inseguridad, la política, la vacuna repartida entre la exclusividad de comadres y compadres, y el resto, bien gracias. Apareció la degradación de la calidad humana expresada en el asalto a los bienes públicos. Las “respuestas”, tibias, asumidas por el Gobierno Central han creado fisuras en la capacidad nacional de reacción ante los efectos de la pandemia.

Su alineamiento en una visión y estrategia monetarista que procura, con pasos lentos, cuadrar las cifras reduciendo el gasto público, le ha distanciado de las posibilidades de paliar los efectos en economía, en especial el desempleo y la pobreza. Es notoria la falta de planificación adecuada para dirigir un proceso que armonice la reactivación económica y el enfrentamiento a la pandemia.

En este escenario, de marasmos políticos y sociales, junto al proceso electoral, se ha puesto en evidencia la crisis política e institucional reinante. Además de la actuación nada confiable del organismo responsable del proceso, la política y los políticos han acusado un grave desprestigio. A un corto mes de la segunda contienda electoral, que decidirá el rumbo del país, hay pocas propuestas claras que respondan a las expectativas del país, que tome en cuenta las nuevas circunstancias nacionales e internacionales que, al final de cuentas, determinan las posibilidades para superar la grave situación que se dejan en el Ecuador.

La crisis revalorizó la necesidad urgente de un cambio de forma de concebir las políticas públicas. Es necesario un Estado abierto, capaz de lograr legitimidad y sostener las políticas en el tiempo; la política debe nacer de la convocatoria todos los sectores involucrados en las decisiones. Esto significa una nueva forma de gestión del Estado.

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