Pancho: el médico visionario

En Francisco Huerta Montalvo germinaría su vocación médico-política en el ámbito de una infancia y juventud rodeada de la pasión de sus padres por la arqueología y del compromiso de familiares cercanos para con las enseñanzas de la Revolución Liberal Alfaris

Alguna ocasión, dirigiéndose como Secretario Ejecutivo del Convenio Andrés Bello en la Presentación del libro “Aproximaciones a la Paleopatología en América Latina” fruto del esfuerzo de profesionales de la Secretaría del Convenio y de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, recordaría estas influencias vocacionales en los siguientes términos:

“Creo que ya ha llegado el día en que el médico, el filósofo y el poeta hablen la misma lengua y todos se comprendan como quería el fisiólogo francés Claude Bernard, gloria de la Medicina, y ensayos como éstos, van en esa dirección y me agrada sobremanera. Tengo por lo demás, y no los oculto, motivos particulares para una especial satisfacción por la publicación de esta obra: mi padre era arqueólogo y eso me hizo amar la raíz en sus manifestaciones primarias, en su arqueología (…) Quisiéramos que esta obra, sobre todas las cosas, contribuya a orgullo americano, reinvindicando como aquí ha hecho Zoilo Cuellar, algunas condiciones superiores de la práctica quirúrgica de nuestros antepasados incas, por ejemplo, e incluso pre-incas; hay cráneos trepanados que por evidencia radiográfica simple muestran que hubo supervivencia, sabían lo que hacían, incluso colocaban para proteger el cerebro pequeñas láminas de cobre luego de la trepanación que consistía en perforar círculos pequeños y luego unirlos y levantar la capa ósea que daba lugar a que el exudado que puede producirse por el trauma salga sin mayor choque del cerebro contra la capa ósea; pero también con emplastos de hierba que a su tiempo conocieron.”

Como estudiante de la Universidad de Guayaquil y de su Facultad de Ciencias Médicas, a Francisco Huerta le tocaría vivir los tiempos de la universidad latinoamericana como punto clave del conflicto social y de la lucha estudiantil por dotarle de sentido democrático transformador a la formación profesional. Justamente en el contexto de las prácticas democráticas de cogobierno de la universidad laica alcanzaría la presidencia de la Asociación Escuela de Medicina y más tarde la presidencia de Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), que dan fe de su temprana vocación por la formación médico social y políticamente comprometida. En una de las últimas entrevistas (Vistazo, marzo del 2021), hablando de la necesidad de superar la crisis política y moral por la que atraviesa el país, sostiene: “el objetivo ahora es orientar la vida nacional. Vemos que la nación no tiene rumbo, que es un barco sin brújula. LaUniversidad no está cumpliendo su rol en la promoción de los liderazgos nacionales. (…)” Y añadía: “Parte de la tragedia es que los ciudadanos no presionan lo suficiente (por sus derechos básicos, se sobreentiende) y los gobiernos no hacen caso.”
Y a la pregunta de Usted fue una vez ministro de salud, ¿Cómo ve este sector?, Huerta – médico político humanista- con su estilo directo responde que la pandemia ha evidenciado a esta cartera como carente de visión epidemiológica y que no estaba sirviendo para mucho. Inepcia estatal de larga data pudiéramos redondear nosotros reconociendo que el “achique” de las competencias socioepidemiológicas del MSP se vienen acumulando desde hace más de cuatro décadas, bajo una política neoliberal de “modernización de la atención médica” resuéltamente centrada en acciones curativas y preventivas puntuales, bastante huérfanas de salud pública.

Importante es rescatar, para caracterizar en su justa dimensión al Dr. Huerta como político y médico salubrista, el hecho de que en los últimos tiempos se encontraba en el empeño de “construir un frente cívico, una coalición ética de personalidades de distintas provincias, que concentrara su acción en torno a cuatro infinitos: libertades, equidad, ética y justicia”, como fundamento para sacar al país de la crisis y convertirla en República feliz y saludable. La ética infinita como combate a la pobreza… -decía- puesto que no hay nada más antiético en un país que la gente no tenga para comer. Enfatizaba
en que es necesario alcanzar un infinito de naturaleza como símbolo de respeto al medio ambiente y que hay que seguir el norte de la excelencia para alcanzar un desarrollo sustentable.

Veamos, finalmente, esta precisión que Francisco Huerta Montalvo hiciera acerca de la supuesta “ausencia de violencia” que fuera esgrimida por algún ponente en una de las sesiones de la Cátedra Ecuador, en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, en el año 2007:

“¿A qué estamos llamando violencia? Esa ausencia de violencia es absolutamente relativa. Con índices de mortalidad infantil como las que manejamos (en Ecuador) la violencia es pues escandalosa, pero lo que ocurre es que no consideramos como violencia que se mueran niños por enfermedades que pueden prevenirse con vacuna, que hayan poblaciones sin agua potable y sin alcantarillado. Hemos considerado violencia solo a la que produce muertes por actos violentos; las bacterias son más pequeñitas. Pero hay incluso una violencia que denomino en griego porque es menos inelegante, el sistema nos condena a la microcoprofagia cuando nos da agua que no es tratada, que no es potable, eso se llama ingerir bacterias de materias fecales en cada sorbo que nos tomamos de agua en el campo. Entonces no es que en Ecuador no haya violencia, sino que hay otras formas de violencia.”

Autor: Arturo Campaña