Nuestros hermanos, los afrodescendientes

Afro

POR: Biol.Shakespeare Abarca. M.Sc.

Shakespeare Abarca Córdova
Shakespeare Abarca Córdova

El primer domingo de octubre se celebra el Día de los Afroecuatorianos, pero deberíamos dedicar más que esta fecha para resaltar la riqueza de valores étnicos y socioculturales de nuestros compatriotas afrodescendientes, enfocaré estas líneas a un breve análisis antropológico, que espero contribuya a eliminar rezagos xenofóbicos que aún persisten en nuestra sociedad.

En cuanto a los negros llegados al continente americano, es de justicia histórica destacar un hecho de matices biológicos, relativos al principio de Selección Natural, fundamento del evolucionismo de Darwin, que plantea la sobrevivencia de los más fuertes y aptos, frente a la desaparición de los más débiles y menos adaptados.

Esta implacable selección se dio en los afrodescendientes por las inhumanas condiciones en que se trasladaba a los esclavos desde su natal África, soportando largos meses de hacinamiento, pésimamente alimentados, sin espacios mínimos ni para cumplir sus elementales necesidades, donde la única forma de librarse de las enfermedades, era muriendo; en estrechos cautiverios que muchas veces debían compartir los vivos, con los ya fallecidos.

Idiosincrasia

Fue a esta brutal situación a la que también sobrevivieron aquellos afroecuatorianos, que a mediados del pasado milenio llegaron a las costas de lo que hoy es Esmeraldas. Es entonces irrefutable decir que nuestros negros y negras son el crisol inefable de esa despiadada selección natural, a la que indirectamente fueron sometidos, explicable entonces la atlética simetría de sus cuerpos, su antropometría diseñada para la excelencia en pruebas de agilidad, fuerza y velocidad, unidas a las elevadas expresiones de sensibilidad de sus poetas y sus intelectuales, en el marco de una idiosincrasia alegre, que los infortunios pasados nunca lograron matar.

No nos equivocamos al afirmar que los remanentes de pensamiento retrogrado se deben a una gran dosis de ignorancia, pues hoy en día está confirmado, que la especie humana tuvo sus inicios en el África. Está científicamente comprobado que la “Eva mitocondrial” o dicho de otro modo, la madre de la humanidad fue una mujer negra, que existió hace unos cien mil años.

Para los antropólogos este logro fue posible gracias a la presencia de ADN mitocondrial que al ser más estable que el del núcleo celular, permite un rastreo en línea directa desde los restos fósiles hasta la actualidad, y será muy frustrante para los racistas, saber que en lo íntimo de nuestras células todos somos negros, o al menos filogenéticamente hablando, todos procedemos de ellos.

Que bueno resaltar el sano orgullo negro, que vaya ligado a un compromiso en cuanto al aprovechamiento de sus talentos innatos, sólo posible con autodisciplina, voluntad y esfuerzo, a fin de que todos superemos complejos y revanchas raciales, para sentirnos hermanos en la gran familia de la humanidad, entendiendo que la piel sólo es una delgada cobertura, cuyo color nada debería importarnos.