Estamos jodidos

La indisciplina ciudadana condena a muchos y a los mismos indisciplinados a seguir atados a la aparición de nuevos casos de Covid-19, pero lo más alarmante al número de fallecidos aún al alza. Bingos, fiestas clandestinas, reuniones sociales, el no uso de mascarillas en lugares cerrados, son todos sitios propicios para la diseminación del coronavirus. Cierto que muchos jóvenes no padecen una enfermedad severa o grave (aunque he visto a muchos jóvenes morir), estos llevan el virus a personas vulnerables que sí tienen mayor chance de desarrollar una enfermedad de consecuencias fatales. El aumento de casos para esta fecha, están relacionados a las festividades de Navidad y la celebración de fin de año. Por más que se solicitó y exhortó a la ciudadanía a que por una sola vez suprimieran estos eventos sociales y compartieran con su círculo familiar más cercanos, la realidad fue totalmente distinta; ¡nada raro! Fotos abundaron las redes sociales y lo más triste sin el uso de mascarilla. Los hospitales colapsados, los profesionales de la salud que atienden en primera línea a personas con Covid-19 exhaustos, cansados, fatigados de ver más personas enfermas y ver morir aún más a otros. Pero no que va, como sociedad nos vale un pepino. Ponemos en riesgo la salud del personal sanitario y sus seres queridos.

Estamos en campaña, se prohibieron los mítines y los candidatos deben ir con un número pequeño de “partidarios” cumpliendo las medidas de bioseguridad. Lo que he visto es lo contrario. El 7 de febrero serán las elecciones ¡el voto es obligatorio! y nos toca acercarnos a las juntas electorales, más aglomeraciones. Vendrá luego el feriado de Carnaval con cuatro días. Sería adecuado que el Gobierno y el COE nacional se pronuncien. Qué estamos atravesando un momento económico desesperante, sí así es, pero las medidas de impedimentos de reuniones y el evitar las aglomeraciones no son situaciones que se dicen porque nos agradan, es que debemos preservar el bien común, salvaguardar y protege el mayor número posible de personas aún más los vulnerables y de esa manera evitar el colapso de unidades médicas de segundo y tercer nivel o de especialidades que puedan tratar a personas con una enfermedad más grave. Si los sistemas de salud de países de primer mundo han sucumbido ante la enorme ola de personas contagiadas que requieren cuidados médicos y hasta terapia intensiva porque se mueren por falta de aire, mientras otros mueren por bailar, libar y desafiar a la muerte.

Luis Coello

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