Nunca más autoritarismo

Las próximas elecciones presidenciales nos ofrecerán la oportunidad para direccionar al país por una senda provechosa, hacia un horizonte que permita abrazarnos bajo una bandera de ideales progresistas, que determinen la unidad nacional inmensa en la hermandad. Pero para ese objetivo es necesario vencer en las urnas a la fuerzas retrogradas y oscurantistas que utilizan una filosofía engañosa para promover a toda costa el direccionamiento del pueblo hacia un abismo fatal y lograr posesionarse como un Estado enmarañado, en donde aparece la fuerza seductora de una acción política, con leyes y preceptos que inducen y obligan hacia el autoritarismo fortalecido con el engranaje de una enseñanza, que ejerce dominio sobre la conciencia y la voluntad, generando sumisión y haciendo que el individuo vea una verdad tergiversada, como una nueva realidad organizativa, pero ciega a esa sociedad subyugada, en donde desaparecen las libertades y los derechos de una sociedad democrática.

En esta nueva organización política se re-educa a la colectividad y se crean leyes y aparece el deber como cumplimiento a las nuevas estructuras, que representan un nuevo orden y por ende la institucionalización de lo que se llama socialismo siglo XXI, en donde el gobierno es ejercido por el Presidente, con poderes de manera absolutista, y de este poder absoluto, se orienta psicológicamente, para crear una conciencia que conduzca al fanatismo y la consecuente creación de ídolos de barro.

Este fanatismo implantado en la población, actúa en la conciencia, la voluntad y la razón, transitando por senderos fantasmagóricos de una verdad tergiversada en un tumulto de emociones inconsistentes que resquebrajan el conocimiento. Vale meditar un momento para dar luz al entendimiento y comprender, que nuestro voto debe ser el pasaporte para el cambio de mejores días y no al mejor postor de tu conciencia, sino a aquel que por sus atributos merece el respaldo digno del pueblo ecuatoriano.

Carlos Concha Jijón