La gran excusa

Acabamos de celebrar un año más de nuestra siempre bien esperada fiesta cinco agostinas, efemérides que, aún pese el permanente olvido de los distintos gobiernos de turno, nuestras fiestas siempre la hemos celebrado acorde a nuestras tradiciones, nunca no ha faltada la rumba, nuestros festivales de comida típica, etc., es entendible la ausencia de lo antes descrito en virtud de los difíciles momentos que vivimos. En pocas ocasiones se ha contado en la sesión solemne con la presencia de un primer mandatario, casi siempre delegan un ministro de estado, o funcionario de mejor rango, al menos para que tome la palabra con un discurso mentiroso acompañado de un cheque de menor cuantía; listo, todos aplauden, el beso, el abrazo, las fotos del recuerdo, ahora ni por zoom, se los ha visto.

Es verdad que las circunstancias por razones de salud pública éstas son distintas, claro que sí, no obstante puedo asegurarles que, si nuestras fiestas patronales fueran pocos días antes de la primera vuelta electoral, creería que todos, o al menos los que se creen favoritos no presentarían reparos en estar presentes indistintamente el momento que se vive en el país, ¿saben por qué nos acontece esto? simple: carecemos de peso político, electoralmente nos miran con poco apetito electoral en el contexto nacional; ¿será que nos los hemos ganado?

Nuestros legisladores, salvo contadas excepciones han demostrado carecer de coyuntura política que permita a nuestra provincia no ser vista únicamente poseedora de una exuberante y mágica naturaleza, de una rica tradición culinaria, e inigualable folclor de tambores y danzas ancestrales, no, éstas son características propios de nuestra geografía, y, de lo que como sociedad representamos; somos mucho, muchísimo más que eso, somos una sociedad que a pesar de las extremas limitaciones y desamparo que nos han tenido los gobiernos de turno, con la marea y viento en contra subsistimos por la grandeza que día a día demostramos los esmeraldeños .

Nos han vuelto a irrespetar, no es que la presencia de un determinado funcionario del “jerárquico superior” sea imprescindible, menos que su asistencia constituya la panacea a nuestras necesidades como provincia, para nada, solo aspiramos respeto al significado de nuestra gloriosa fecha de emancipación política.

Lo que más hay es descarados, no hay que asombrarse, algunos sin merecerlo, aparecerán para la reelección; ellos no tienen la culpa.

Eduardo Tabarez Ramírez

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