Generador delincuencial

Un generador es un aparato o dispositivo, que genera energía, pero en nuestro país hubo alguna vez alguien, que de la noche a la mañana apareció oficiando de generador, con características diferentes, con ingenio malévolo y la capacidad intelectual increíble, para llevarse el santo y la limosna, pero no de una iglesia sino de las arcas del estado ecuatoriano.

En sí, fue una máquina generando delincuencia organizada, con características particulares especialísimas, manejando a su antojo el sector público, como jefe de las bandas , moviendo a los ejecutivos institucionales, como si fueran cables del generador.

Actuó con luz propia, luminosa de inmoralidad e impudicia y su cara de niño malcriado con actitud descarada. Estuvo acicateado por su magia perversa de una retórica convincente que pintaba un horizonte venturoso, para el pueblo ecuatoriano que cayó ingenuamente en la trampa de su agresiva demagogia plagada de mentiras. Creó una emblemática organización delictiva conocida como robolución ciudadana, con muchos brazos cual pulpos de ocho tentáculos, conocidos como octopus, pero investigaciones señalan que fueron más de ochenta organizaciones superando a una especie de pulpos que tiene ochenta brazos.

El generador se sirvió del servilismo y la ambición de su ejército de incondicionales, para engullirse hasta hartarse de la riqueza petrolera y de la infinidad de obras sobrepreciadas, que originaron el desplome de la economía nacional y una deuda gigantesca con préstamos de chulco que tenemos que pagar los ecuatorianos.

Ésta fue la faena con orejas y rabo que nos dejó como herencia el director de la orquesta sinfónica de la corrupción y generador delincuencial después de esquilmar la riqueza nacional.

Hoy demostrando que no tiene sangre en la cara pretende como dé lugar embaucar a muchos ecuatorianos que todavía continúan pensando en los pajaritos en el aire que les pintó el generador, pero así mismo considero que el pueblo ecuatoriano tiene que haber realizado un ejercicio de reflexión y alcanzar a ver con luz a plena conciencia la realidad para no chocar dos veces con la misma piedra.

Carlos Concha Jijón