Corrupción y medidas que matan

Cuando a duras penas el Ecuador comienza a levantar la mirada, a pesar de que el miedo al contagio persiste, los ecuatorianos se enteran, con indignación, que los hospitales en los que fallecieron sus seres queridos, han sido la cueva de ladrones donde se ha usufructuado con la vida de la gente.

Para que nadie de la banda de contratistas pierda, se turnan para presentar la oferta “más ventajosa”. Una mascarada en la que, al final del día festejan, junto a la opulencia de unos pocos, mientras la pobreza y las brechas de desigualdad extrema; ahogan los sueños, esperanza y el hambre de los ecuatorianos. Algunos hospitales del Ecuador son enfermos incurables, atacados por el virus de la corrupción, inoculado desde las altas esferas.

El ejército de corrupción es un mostro de mil cabezas, destruirlo implicaría tiempo y determinación. Estamos en un abismo. La división de los hospitales, es criminal. Cuantas muertes por Covid-19 se habrían evitado si la corrupción de antes y ahora no hubiera destruido todo ese mal en las casas de salud.

Si el presidente Lenín Moreno, no está enterado de estos repartos, podría ser considerado un gobernante distraído; si lo sabe y no denuncia, preside un gobierno de pillos.

En este cielo abierto de desesperanza, el Ejecutivo de corte neoliberal, acaba de dar una puñalada profunda a un pueblo escondido y asustado por una pandemia; única herramienta y alternativa posible para quien ha mostrado la traición como principio. Político taimado.

¿De qué sirven las leyes humanitarias? Encuentra el precio de la crisis. Lo doloroso es que lo hacen con los trabajadores, aumentan la deuda de los hogares, priorizando la reducción del déficit del Gobierno y mantienen el déficit externo. Preocupa este último, porque de cara a la fuga de divisas se sigue sin proponer medidas. Al parecer, se quiere financiar el déficit con la deuda social.

Si alguna rebelión tendría que haber en Ecuador es contra la corrupción, la injusticia y la impunidad, pero no será protagonizada por los figuretis politiqueros muertos de hambre por poder, que se hacen los desentendidos en esta otra pandemia que mata de frente y sin piedad al Ecuador.

La protagonizará el pueblo que clama justica, oportunidades, que no tiene empleo digno, los que despertaron, la gente llana que llora y clama los derechos de sus muertos y que evoca a Emilio Zapata cuando dijo: “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”.

Gabriel Quiñónez Díaz

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