¿Quiénes serán los perdedores?

Es un retrato en vivo de nuestra democracia. En el CNE hay un “rosario de calamidades”: abultado el déficit presupuestario, posible despido de 120 funcionarios o reducción de salarios, necesidad de optimizar recursos, condición precaria de los sistemas informáticos (obsoletos 158 servidores de 162) y centros de datos alternos. Todos y todo lo que hacen sus miembros están bajo sospecha.

Por si fuera poco, no están claros los objetivos, ni las prioridades y tampoco existen indicadores de evaluación del gasto electoral. En medio de todo, los miembros del Consejo no parecen querer “fumar la pipa de la paz”. Como el vinagre y el aceite siguen en un duelo interminable y accidentado verbal que comienza a impacientar a la opinión pública.

Cada día se vuelve más denso el contexto político en el que debe ejercer sus funciones la Presidenta. Su puesto y la balanza de equilibro del Consejo a todas luces es objeto de pugna por su control. Mientras el cronograma electoral está (luego de un craso error de fechas) determinado. Si Dios lo quiere, dentro de un año habrá elecciones y en unos pocos meses se definen los contendientes a todos los niveles.

Todo lo que se hace y deja de hacerse puertas adentro del CNE es objeto de sospecha. Las ambiciones de control y poder entre los consejeros están en una hipérbole de charlatanería ascendente e interminable. ¿Quién ganará?¿Quiénes serán los seguros perdedores? Los ciudadanos y su voto. No sería exagerado pensar que las próximas elecciones serán tormentosas.


La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo”. Séneca Filósofo latino (2 AC-65)Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”. Sócrates Filósofo griego (470 AC-399 AC)