En memoria del poeta ‘Jalisco’ González Tenorio

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

El distinguido esmeraldeño cumplió con la última etapa de la vida y la partida inevitable para recibir la cálida despedida, la sentida pena, las lágrimas revestidas de dolor y tristeza de propios y extraños por la llegada de la muerte; este es el paso que nos lleva al encuentro con nuestro Creador, porque venimos de Dios y regresamos a Él porque nuestra vida aquí en la Tierra es pasajera, todos tenemos que partir según rezan las promesas que Dios nos da y que deben cumplirse.

Queda el vacío dejado por un leal amigo, hombre incólume, batallador del bienestar, revestido del don de gente de la caballerosidad; sembró y cosechó amistad, compañerismo y hermandad de quienes lo conocimos, tratamos y compartimos la familiaridad que derrochaba a sus amigos y conocidos. Las letras lloran su partida tallando la expresión fehaciente de un escritor, literato, poeta que se encumbró por su acervo cultural y la exquisitez de su expresión vertida en las coplas y décimas, que con naturalidad brotaban haciendo gala de su castiza creatividad y peculiar dicción que se musicalizaba con estilo propio.

La tristeza queda y aflora en las palabras de ‘Jalisco’ el hermano como era su costumbre y voluntad decir a los seres que entrañaba. Se admiró su coraje y valentía para decir las expresiones que bullían ante la injusticia de la vida y la miseria humana que aparecían el rato menos pensado y de quien menos se esperaba. Don Walter Jacinto González Tenorio desapareció del escenario de la vida donde actuó magistralmente en medio de aplausos, de admiración, respeto y noble amistad, que con profunda mística hizo de la poética su noble apostolado.

Padre excepcional, amigo cabal y ciudadano honorable, vivió para el arte y su señora esposa doña Eufemia Banguera fue la musa y compañera con quien compartió en escena la creatividad artística; su singular grandeza queda impregnada en Esmeraldas y en su natal Quinindé a la que consagró su presencia y desenvolvimiento. Que sean las lágrimas el ejemplo de profundo sentimiento como homenaje de admiración y gratitud consagrando su nombre por el bien de la cultura en el gran Quinindé. Hoy somos testigos de la llegada de un río a su destino final, su postrer morada.

[email protected]

xxxxxx

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

El distinguido esmeraldeño cumplió con la última etapa de la vida y la partida inevitable para recibir la cálida despedida, la sentida pena, las lágrimas revestidas de dolor y tristeza de propios y extraños por la llegada de la muerte; este es el paso que nos lleva al encuentro con nuestro Creador, porque venimos de Dios y regresamos a Él porque nuestra vida aquí en la Tierra es pasajera, todos tenemos que partir según rezan las promesas que Dios nos da y que deben cumplirse.

Queda el vacío dejado por un leal amigo, hombre incólume, batallador del bienestar, revestido del don de gente de la caballerosidad; sembró y cosechó amistad, compañerismo y hermandad de quienes lo conocimos, tratamos y compartimos la familiaridad que derrochaba a sus amigos y conocidos. Las letras lloran su partida tallando la expresión fehaciente de un escritor, literato, poeta que se encumbró por su acervo cultural y la exquisitez de su expresión vertida en las coplas y décimas, que con naturalidad brotaban haciendo gala de su castiza creatividad y peculiar dicción que se musicalizaba con estilo propio.

La tristeza queda y aflora en las palabras de ‘Jalisco’ el hermano como era su costumbre y voluntad decir a los seres que entrañaba. Se admiró su coraje y valentía para decir las expresiones que bullían ante la injusticia de la vida y la miseria humana que aparecían el rato menos pensado y de quien menos se esperaba. Don Walter Jacinto González Tenorio desapareció del escenario de la vida donde actuó magistralmente en medio de aplausos, de admiración, respeto y noble amistad, que con profunda mística hizo de la poética su noble apostolado.

Padre excepcional, amigo cabal y ciudadano honorable, vivió para el arte y su señora esposa doña Eufemia Banguera fue la musa y compañera con quien compartió en escena la creatividad artística; su singular grandeza queda impregnada en Esmeraldas y en su natal Quinindé a la que consagró su presencia y desenvolvimiento. Que sean las lágrimas el ejemplo de profundo sentimiento como homenaje de admiración y gratitud consagrando su nombre por el bien de la cultura en el gran Quinindé. Hoy somos testigos de la llegada de un río a su destino final, su postrer morada.

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MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

El distinguido esmeraldeño cumplió con la última etapa de la vida y la partida inevitable para recibir la cálida despedida, la sentida pena, las lágrimas revestidas de dolor y tristeza de propios y extraños por la llegada de la muerte; este es el paso que nos lleva al encuentro con nuestro Creador, porque venimos de Dios y regresamos a Él porque nuestra vida aquí en la Tierra es pasajera, todos tenemos que partir según rezan las promesas que Dios nos da y que deben cumplirse.

Queda el vacío dejado por un leal amigo, hombre incólume, batallador del bienestar, revestido del don de gente de la caballerosidad; sembró y cosechó amistad, compañerismo y hermandad de quienes lo conocimos, tratamos y compartimos la familiaridad que derrochaba a sus amigos y conocidos. Las letras lloran su partida tallando la expresión fehaciente de un escritor, literato, poeta que se encumbró por su acervo cultural y la exquisitez de su expresión vertida en las coplas y décimas, que con naturalidad brotaban haciendo gala de su castiza creatividad y peculiar dicción que se musicalizaba con estilo propio.

La tristeza queda y aflora en las palabras de ‘Jalisco’ el hermano como era su costumbre y voluntad decir a los seres que entrañaba. Se admiró su coraje y valentía para decir las expresiones que bullían ante la injusticia de la vida y la miseria humana que aparecían el rato menos pensado y de quien menos se esperaba. Don Walter Jacinto González Tenorio desapareció del escenario de la vida donde actuó magistralmente en medio de aplausos, de admiración, respeto y noble amistad, que con profunda mística hizo de la poética su noble apostolado.

Padre excepcional, amigo cabal y ciudadano honorable, vivió para el arte y su señora esposa doña Eufemia Banguera fue la musa y compañera con quien compartió en escena la creatividad artística; su singular grandeza queda impregnada en Esmeraldas y en su natal Quinindé a la que consagró su presencia y desenvolvimiento. Que sean las lágrimas el ejemplo de profundo sentimiento como homenaje de admiración y gratitud consagrando su nombre por el bien de la cultura en el gran Quinindé. Hoy somos testigos de la llegada de un río a su destino final, su postrer morada.

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MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

El distinguido esmeraldeño cumplió con la última etapa de la vida y la partida inevitable para recibir la cálida despedida, la sentida pena, las lágrimas revestidas de dolor y tristeza de propios y extraños por la llegada de la muerte; este es el paso que nos lleva al encuentro con nuestro Creador, porque venimos de Dios y regresamos a Él porque nuestra vida aquí en la Tierra es pasajera, todos tenemos que partir según rezan las promesas que Dios nos da y que deben cumplirse.

Queda el vacío dejado por un leal amigo, hombre incólume, batallador del bienestar, revestido del don de gente de la caballerosidad; sembró y cosechó amistad, compañerismo y hermandad de quienes lo conocimos, tratamos y compartimos la familiaridad que derrochaba a sus amigos y conocidos. Las letras lloran su partida tallando la expresión fehaciente de un escritor, literato, poeta que se encumbró por su acervo cultural y la exquisitez de su expresión vertida en las coplas y décimas, que con naturalidad brotaban haciendo gala de su castiza creatividad y peculiar dicción que se musicalizaba con estilo propio.

La tristeza queda y aflora en las palabras de ‘Jalisco’ el hermano como era su costumbre y voluntad decir a los seres que entrañaba. Se admiró su coraje y valentía para decir las expresiones que bullían ante la injusticia de la vida y la miseria humana que aparecían el rato menos pensado y de quien menos se esperaba. Don Walter Jacinto González Tenorio desapareció del escenario de la vida donde actuó magistralmente en medio de aplausos, de admiración, respeto y noble amistad, que con profunda mística hizo de la poética su noble apostolado.

Padre excepcional, amigo cabal y ciudadano honorable, vivió para el arte y su señora esposa doña Eufemia Banguera fue la musa y compañera con quien compartió en escena la creatividad artística; su singular grandeza queda impregnada en Esmeraldas y en su natal Quinindé a la que consagró su presencia y desenvolvimiento. Que sean las lágrimas el ejemplo de profundo sentimiento como homenaje de admiración y gratitud consagrando su nombre por el bien de la cultura en el gran Quinindé. Hoy somos testigos de la llegada de un río a su destino final, su postrer morada.

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