CARLOS TRUJILLO SIERRA
Cuando hablamos de vericuetos nunca pensamos en un camino recto o derecho -tenga presente todo el tiempo en esta palabra, derecho- piense mejor en el laberinto del Minotauro en Creta, en Dédalo y el hilo de Ariadna (estoy hablando de hechos mitológicos de miles de años). Con el pasar del tiempo y todo lo descubierto en miles de años llegamos a los Derechos Humanos y dentro de estos a los Derechos Civiles (estos últimos no son ni invención ni regalo magnánimo de Rafael Correa, éste más bien los retorció en provecho propio y de los suyos, ninguno de los cuales nunca le dijo un no -imposible entre almas gemelas, el átomo por leyes físicas no puede rebelarse contra la molécula).
Nunca estas minorías van a entender que un derecho implica una responsabilidad consecuente. Pensemos que la variada evolución social tuvo pueblos que condenaron a los ancianos al aislamiento del poblado y a morirse de hambre a cielo abierto o en una cueva, dependiendo del terreno -hoy dirían del territorio. Otros pueblos, en otros ambientes sociales, llegaron a venerar a sus ancianos y esto predominó hasta nuestros días– el caos nos envuelve, ahora les ensalzamos como dioses pero en muchos lugares los tratamos como a perros sarnosos, por miedo al qué dirán no los eliminamos, aunque en una película de ciencia ficción los mayores de 40 años eran eliminados.
La felicidad de las Matemáticas: dos más dos son cuatro. Los derechos de la reelección en nuestras imperfectas democracias son unos hoy día, mañana son otros y a lo mejor son los mismos que los del ayer y luego entra en juego la disminución, el mantenimiento o la ampliación de ese único derecho. La libertad de elección es tratada como una madeja de melcocha, hoy puedo votar por cualquiera mañana tendré que votar solo por listas –me gusten o no todos los candidatos. El reparto mafioso de escaños utilizando el método d’Hont (el favorito de los pillos inseguros) ya fue declarado inconstitucional.
CARLOS TRUJILLO SIERRA
Cuando hablamos de vericuetos nunca pensamos en un camino recto o derecho -tenga presente todo el tiempo en esta palabra, derecho- piense mejor en el laberinto del Minotauro en Creta, en Dédalo y el hilo de Ariadna (estoy hablando de hechos mitológicos de miles de años). Con el pasar del tiempo y todo lo descubierto en miles de años llegamos a los Derechos Humanos y dentro de estos a los Derechos Civiles (estos últimos no son ni invención ni regalo magnánimo de Rafael Correa, éste más bien los retorció en provecho propio y de los suyos, ninguno de los cuales nunca le dijo un no -imposible entre almas gemelas, el átomo por leyes físicas no puede rebelarse contra la molécula).
Nunca estas minorías van a entender que un derecho implica una responsabilidad consecuente. Pensemos que la variada evolución social tuvo pueblos que condenaron a los ancianos al aislamiento del poblado y a morirse de hambre a cielo abierto o en una cueva, dependiendo del terreno -hoy dirían del territorio. Otros pueblos, en otros ambientes sociales, llegaron a venerar a sus ancianos y esto predominó hasta nuestros días– el caos nos envuelve, ahora les ensalzamos como dioses pero en muchos lugares los tratamos como a perros sarnosos, por miedo al qué dirán no los eliminamos, aunque en una película de ciencia ficción los mayores de 40 años eran eliminados.
La felicidad de las Matemáticas: dos más dos son cuatro. Los derechos de la reelección en nuestras imperfectas democracias son unos hoy día, mañana son otros y a lo mejor son los mismos que los del ayer y luego entra en juego la disminución, el mantenimiento o la ampliación de ese único derecho. La libertad de elección es tratada como una madeja de melcocha, hoy puedo votar por cualquiera mañana tendré que votar solo por listas –me gusten o no todos los candidatos. El reparto mafioso de escaños utilizando el método d’Hont (el favorito de los pillos inseguros) ya fue declarado inconstitucional.
CARLOS TRUJILLO SIERRA
Cuando hablamos de vericuetos nunca pensamos en un camino recto o derecho -tenga presente todo el tiempo en esta palabra, derecho- piense mejor en el laberinto del Minotauro en Creta, en Dédalo y el hilo de Ariadna (estoy hablando de hechos mitológicos de miles de años). Con el pasar del tiempo y todo lo descubierto en miles de años llegamos a los Derechos Humanos y dentro de estos a los Derechos Civiles (estos últimos no son ni invención ni regalo magnánimo de Rafael Correa, éste más bien los retorció en provecho propio y de los suyos, ninguno de los cuales nunca le dijo un no -imposible entre almas gemelas, el átomo por leyes físicas no puede rebelarse contra la molécula).
Nunca estas minorías van a entender que un derecho implica una responsabilidad consecuente. Pensemos que la variada evolución social tuvo pueblos que condenaron a los ancianos al aislamiento del poblado y a morirse de hambre a cielo abierto o en una cueva, dependiendo del terreno -hoy dirían del territorio. Otros pueblos, en otros ambientes sociales, llegaron a venerar a sus ancianos y esto predominó hasta nuestros días– el caos nos envuelve, ahora les ensalzamos como dioses pero en muchos lugares los tratamos como a perros sarnosos, por miedo al qué dirán no los eliminamos, aunque en una película de ciencia ficción los mayores de 40 años eran eliminados.
La felicidad de las Matemáticas: dos más dos son cuatro. Los derechos de la reelección en nuestras imperfectas democracias son unos hoy día, mañana son otros y a lo mejor son los mismos que los del ayer y luego entra en juego la disminución, el mantenimiento o la ampliación de ese único derecho. La libertad de elección es tratada como una madeja de melcocha, hoy puedo votar por cualquiera mañana tendré que votar solo por listas –me gusten o no todos los candidatos. El reparto mafioso de escaños utilizando el método d’Hont (el favorito de los pillos inseguros) ya fue declarado inconstitucional.
CARLOS TRUJILLO SIERRA
Cuando hablamos de vericuetos nunca pensamos en un camino recto o derecho -tenga presente todo el tiempo en esta palabra, derecho- piense mejor en el laberinto del Minotauro en Creta, en Dédalo y el hilo de Ariadna (estoy hablando de hechos mitológicos de miles de años). Con el pasar del tiempo y todo lo descubierto en miles de años llegamos a los Derechos Humanos y dentro de estos a los Derechos Civiles (estos últimos no son ni invención ni regalo magnánimo de Rafael Correa, éste más bien los retorció en provecho propio y de los suyos, ninguno de los cuales nunca le dijo un no -imposible entre almas gemelas, el átomo por leyes físicas no puede rebelarse contra la molécula).
Nunca estas minorías van a entender que un derecho implica una responsabilidad consecuente. Pensemos que la variada evolución social tuvo pueblos que condenaron a los ancianos al aislamiento del poblado y a morirse de hambre a cielo abierto o en una cueva, dependiendo del terreno -hoy dirían del territorio. Otros pueblos, en otros ambientes sociales, llegaron a venerar a sus ancianos y esto predominó hasta nuestros días– el caos nos envuelve, ahora les ensalzamos como dioses pero en muchos lugares los tratamos como a perros sarnosos, por miedo al qué dirán no los eliminamos, aunque en una película de ciencia ficción los mayores de 40 años eran eliminados.
La felicidad de las Matemáticas: dos más dos son cuatro. Los derechos de la reelección en nuestras imperfectas democracias son unos hoy día, mañana son otros y a lo mejor son los mismos que los del ayer y luego entra en juego la disminución, el mantenimiento o la ampliación de ese único derecho. La libertad de elección es tratada como una madeja de melcocha, hoy puedo votar por cualquiera mañana tendré que votar solo por listas –me gusten o no todos los candidatos. El reparto mafioso de escaños utilizando el método d’Hont (el favorito de los pillos inseguros) ya fue declarado inconstitucional.