Del cielo al infierno

CARLOS CONCHA JIJÓN

El cura Tuárez aparece ahora como un ángel caído y sus alas arrancadas después de ser expulsado del CPC, por no haber respetado las leyes y mentir al pueblo ecuatoriano con documentos falsos y una sotana ajena que le quedaba demasiado grande y desteñida.

El país conoce fehacientemente que el motor del cura fue el engaño engendrado en la audacia, como condimento persuasivo, que le permitió burlarse de todos sus seguidores, hasta llegar al imaginado cielo, que fue el Consejo de Participación Ciudadana, para lo cual se disfrazó de cura sin saber ni siquiera rezar un rosario. Fue abucheado, perseguido y maltratado durante la marcha de los indígenas, porque apareció como infiltrado, refiriéndose a la espada de Bolívar, recorriendo América y se identificó plenamente con el correísmo, pero allí se olvidó de ponerse la sotana.

Hoy parece que la justicia lo está haciendo subir por un palo encebado y de llegar a la cima, el premio sería una casa con rejillas por algún tiempo, con suficientes días para meditar, orar y suplicar por un perdón, que le permita ir al cielo o tal vez una paila hirviendo en el infierno. Habiéndose identificado como cura, debe conocer sobre los diez mandamientos, por lo tanto tiene que afrontar y hacer penitencias por haber mentido, dar falsos testimonios, jurar en vano, robar o haber concebido pensamientos o deseos impuros, etc.

Se conoce que el cura Tuárez está detenido y con él 33 ‘angelitos’, también con alas arrancadas que dejaron el cielo y pasaron a ser ángeles caídos, con la presunción de haber cometido actos pecaminosos a través de una red que vendía cargos públicos, existiendo, además, determinados elementos culposos, resultantes de la investigación como celulares, dinero en efectivo, documentos, cheques, armas etc. De las investigaciones realizadas se desprende la presunción de la existencia de una banda de tráfico de influencia y venta de cargos públicos.

[email protected]

CARLOS CONCHA JIJÓN

El cura Tuárez aparece ahora como un ángel caído y sus alas arrancadas después de ser expulsado del CPC, por no haber respetado las leyes y mentir al pueblo ecuatoriano con documentos falsos y una sotana ajena que le quedaba demasiado grande y desteñida.

El país conoce fehacientemente que el motor del cura fue el engaño engendrado en la audacia, como condimento persuasivo, que le permitió burlarse de todos sus seguidores, hasta llegar al imaginado cielo, que fue el Consejo de Participación Ciudadana, para lo cual se disfrazó de cura sin saber ni siquiera rezar un rosario. Fue abucheado, perseguido y maltratado durante la marcha de los indígenas, porque apareció como infiltrado, refiriéndose a la espada de Bolívar, recorriendo América y se identificó plenamente con el correísmo, pero allí se olvidó de ponerse la sotana.

Hoy parece que la justicia lo está haciendo subir por un palo encebado y de llegar a la cima, el premio sería una casa con rejillas por algún tiempo, con suficientes días para meditar, orar y suplicar por un perdón, que le permita ir al cielo o tal vez una paila hirviendo en el infierno. Habiéndose identificado como cura, debe conocer sobre los diez mandamientos, por lo tanto tiene que afrontar y hacer penitencias por haber mentido, dar falsos testimonios, jurar en vano, robar o haber concebido pensamientos o deseos impuros, etc.

Se conoce que el cura Tuárez está detenido y con él 33 ‘angelitos’, también con alas arrancadas que dejaron el cielo y pasaron a ser ángeles caídos, con la presunción de haber cometido actos pecaminosos a través de una red que vendía cargos públicos, existiendo, además, determinados elementos culposos, resultantes de la investigación como celulares, dinero en efectivo, documentos, cheques, armas etc. De las investigaciones realizadas se desprende la presunción de la existencia de una banda de tráfico de influencia y venta de cargos públicos.

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El cura Tuárez aparece ahora como un ángel caído y sus alas arrancadas después de ser expulsado del CPC, por no haber respetado las leyes y mentir al pueblo ecuatoriano con documentos falsos y una sotana ajena que le quedaba demasiado grande y desteñida.

El país conoce fehacientemente que el motor del cura fue el engaño engendrado en la audacia, como condimento persuasivo, que le permitió burlarse de todos sus seguidores, hasta llegar al imaginado cielo, que fue el Consejo de Participación Ciudadana, para lo cual se disfrazó de cura sin saber ni siquiera rezar un rosario. Fue abucheado, perseguido y maltratado durante la marcha de los indígenas, porque apareció como infiltrado, refiriéndose a la espada de Bolívar, recorriendo América y se identificó plenamente con el correísmo, pero allí se olvidó de ponerse la sotana.

Hoy parece que la justicia lo está haciendo subir por un palo encebado y de llegar a la cima, el premio sería una casa con rejillas por algún tiempo, con suficientes días para meditar, orar y suplicar por un perdón, que le permita ir al cielo o tal vez una paila hirviendo en el infierno. Habiéndose identificado como cura, debe conocer sobre los diez mandamientos, por lo tanto tiene que afrontar y hacer penitencias por haber mentido, dar falsos testimonios, jurar en vano, robar o haber concebido pensamientos o deseos impuros, etc.

Se conoce que el cura Tuárez está detenido y con él 33 ‘angelitos’, también con alas arrancadas que dejaron el cielo y pasaron a ser ángeles caídos, con la presunción de haber cometido actos pecaminosos a través de una red que vendía cargos públicos, existiendo, además, determinados elementos culposos, resultantes de la investigación como celulares, dinero en efectivo, documentos, cheques, armas etc. De las investigaciones realizadas se desprende la presunción de la existencia de una banda de tráfico de influencia y venta de cargos públicos.

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El cura Tuárez aparece ahora como un ángel caído y sus alas arrancadas después de ser expulsado del CPC, por no haber respetado las leyes y mentir al pueblo ecuatoriano con documentos falsos y una sotana ajena que le quedaba demasiado grande y desteñida.

El país conoce fehacientemente que el motor del cura fue el engaño engendrado en la audacia, como condimento persuasivo, que le permitió burlarse de todos sus seguidores, hasta llegar al imaginado cielo, que fue el Consejo de Participación Ciudadana, para lo cual se disfrazó de cura sin saber ni siquiera rezar un rosario. Fue abucheado, perseguido y maltratado durante la marcha de los indígenas, porque apareció como infiltrado, refiriéndose a la espada de Bolívar, recorriendo América y se identificó plenamente con el correísmo, pero allí se olvidó de ponerse la sotana.

Hoy parece que la justicia lo está haciendo subir por un palo encebado y de llegar a la cima, el premio sería una casa con rejillas por algún tiempo, con suficientes días para meditar, orar y suplicar por un perdón, que le permita ir al cielo o tal vez una paila hirviendo en el infierno. Habiéndose identificado como cura, debe conocer sobre los diez mandamientos, por lo tanto tiene que afrontar y hacer penitencias por haber mentido, dar falsos testimonios, jurar en vano, robar o haber concebido pensamientos o deseos impuros, etc.

Se conoce que el cura Tuárez está detenido y con él 33 ‘angelitos’, también con alas arrancadas que dejaron el cielo y pasaron a ser ángeles caídos, con la presunción de haber cometido actos pecaminosos a través de una red que vendía cargos públicos, existiendo, además, determinados elementos culposos, resultantes de la investigación como celulares, dinero en efectivo, documentos, cheques, armas etc. De las investigaciones realizadas se desprende la presunción de la existencia de una banda de tráfico de influencia y venta de cargos públicos.

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