Aportemos para crecer

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

A propósito de los comentarios vertidos por los cientos de expertos que pululan en las redes sociales y que hasta ahora no están aportando en lo absoluto a ampliar la visión de la situación actual de la ciudad, traigo a colación un relato que posiblemente tampoco aporte, pero quizá ayude a tener algo de memoria.

Estando en mi época escolar nos solicitaron investigar cómo se dio la construcción de la refinería estatal. Al llegar a casa consulté con mi familia y otros conocidos. Recuerdo claramente cómo empezaba este escrito que citaba en su parte medular, lo siguiente: “producto de un clamor ciudadano, en 1972 se pudo concretar la construcción de la refinería estatal…”, acto seguido algunos de los consultados comentaban cómo en aquella época Esmeraldas era una ciudad preciosa, tranquila y sana.

Los primeros brotes de cambio se dieron cuando llegaron extranjeros para su construcción y junto a ellos los vicios de las drogas e incluso la prostitución. Voy a sumarle lo que a mi parecer también ha traído la famosa estatal: Enfermedades, contaminación, corrupción, abandono, desidia, envidia.

Es cierto que las noticias que en estos días nos llegan no son nada alentadoras, pero no podemos cerrar los ojos y pensar que no seremos nada si la refinería llegase a concesionarse. Antes fuimos y ahora podemos seguir siendo una gran ciudad. En sentido general Ecuador se volvió dependiente de la explotación petrolera y descuidó toda otra forma de mejorar su economía, al punto que todo lo relacionado a su razón de ser, se maneja bajo una atmósfera de corrupción y poca transparencia.

Si tanto hablamos que en el Ecuador ya se deben mirar otras fuentes de ingresos, por qué no pensarlo para nuestra ciudad, cuyos habitantes hasta ayer se quejaban de toda la contaminación que emana su ejercicio y hoy la defiende con uñas y dientes, producto del temor e incertidumbre que deja el pensar que nos quedamos sin ingresos.

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